Por Julio Morejón Tartabull
De la redacción de África y Medio Oriente de Prensa Latina
Otros dos elementos destacables en el cambio de escenario subregional lo constituyeron el fortalecimiento de administraciones militares que sucedieron a golpes de Estado y la tendencia a formar alianzas para la defensa.
En el Sahel -franja de 11 países en África- el centro-este fue muy activo por la evolución política de Mali, Burkina Faso y Níger, tras los derrocamientos de los presidentes Ibrahim Boubacar Keita, Roch Marc Christian Kaboré y Mohamed Bazoum, por ese orden.
Aunque la inestabilidad saheliana despuntó con el alzamiento separatista tuareg en 2012 en el norte maliense, el precedente decisivo derivó de la agresión en 2011 por países occidentales y aliados árabes contra la Libia de Muamar Gadafi, a quien asesinaron.
Todavía repercute aquel evento bélico con interés energético (petrolero) que desarticuló al país norteafricano y debilitó la cohesión del área con fisuras que permitieron la expansión del radicalismo armado de cariz confesional islámico.
Durante el año que concluye los ataques de destacamentos integristas afectaron a los tres Estados defendidos por juntas castrenses, pero acusadas por organizaciones africanas de violar patrones de democracia.
En ese tenso ámbito interactuaron causas propias del subdesarrollo que empeoran la vida como la violencia terrorista, la aversión étnica, juntos con desajustes sociales, políticos y económicos, así como el hostil ecosistema.
Para confirmarlo, en noviembre pasado ocurrieron combates en el norte de Mali, cerca de la ciudad de Kidal, entre milicias separatistas tuareg y el Ejército, choques antes infrecuentes.
GOLPISMO
Desde el 2020 hubo una sucesión de motines militares que derrocaron a los citados mandatarios, aunque en este año golpistas tomaron el poder en Níger, considerado modelo en sus vínculos con Francia.
Aunque la exportación nigerina hacia las electronucleares galas decreció, continúa siendo un suministrador de importancia –con la participación al menos de cuatro por ciento- que gestiona la firma Orano, antes llamada Areva.
En 2022, Níger produjo unas dos mil toneladas de uranio, según datos de la Asociación Nuclear Mundial, después la cifra se redujo al igual que sus envíos de material a la Unión Europea.
Para observadores, desplazar Bazoum de la presidencia resultó un garrotazo a la cercanía de Niamey a las posiciones político-militares de París en la faja saheliana. Ese Estado africano se identificaba como un aliado firme.
El establecimiento en julio de la junta militar comandada por el general Abdourahamane Tiani, jefe de la Guardia Presidencial, estremeció la subregión e hizo más complejo y controversial el escenario político.
En ese contexto, varios “pesos pesados” de la Comunidad Económica de Estados de África Occidental (Cedeao) advirtieron que se podría emplear la fuerza contra los golpistas en caso de no restituir en su cargo al presidente elegido en un ejercicio democrático.
Un ultimátum emitido por la Cedeao lo rechazaron los seguidores de Tiani, quienes tuvieron el respaldo de los gobiernos de Mali y Burkina Faso, y mostró la empatía entre los gestores de lo que alguna prensa europea llamó “revolución caqui”.
Más tarde los tres países oficializaron una alianza con carácter defensivo: la administración nigerina autorizó a Mali y Burkina Faso a acudir con tropas en su defensa en caso de una agresión perpetrada por países vecinos.
Tal cambió se ajustó a la “marcada erosión del concepto de mantenimiento de la paz de la ONU, inadecuado para conflictos asimétricos en los que el terrorismo es uno de los principales componentes”, acotaron expertos del Crisis Group.
De hecho, ese eje nació en un lapso coincidente con la retirada de tropas galas de Níger –una demanda gubernamental reforzada con múltiples manifestaciones callejeras- y que los promotores identificaron como acto soberano.
“Unos mil 400 soldados y aviadores franceses estaban desplegados en Níger para luchar contra el yihadismo. Unos mil en Niamey y otros 400 en dos bases al oeste del país, en la llamada zona de las tres fronteras con Mali y Burkina Faso”, notificó euronews.com.
ADIOS A ÁFRICA
El retiro de efectivos galos confirmó la indisposición con los tratados de defensa y seguridad de los tres países con la exmetrópoli, decisión que podría afectar la tranquilidad ante la acometida de facciones extremistas de base confesional islámica.
Al respecto, las juntas dudaron de la viabilidad de las misiones militares francesas –la operación antiintegrista Barkhane por ejemplo- que Mali denunció como injerencista y llegó a acusarla de connivencia con los fundamentalistas.
Algunos autores vinculan la retirada con un resentimiento anticolonial extendido más allá de “las tres fronteras” a direcciones de África francófona, donde tras la salida de tropas galas los gobiernos debieron asumir roles más abarcadores en temas de seguridad.
En síntesis: 2023 se comportó en el centro-oeste del Sahel como un año de mutación en estructuras de mando, la estabilidad en la gobernanza de las entidades subregionales y la aparición de nuevas alianzas políticas que aspiran ser más eficaces en la defensa. Por supuesto, eso no desluce la labor de la Cedeao para preservar el estatus institucional que funciona en la mayoría de sus países, donde el 2024 presagia otras interesantes transformaciones.
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