Por Nara Romero Rams
Corresponsal jefa en Etiopía
Tras la firma del Acuerdo de Paz de Pretoria el 2 de noviembre de 2022, con la mediación de la Unión Africana, las partes acordaron el cese inmediato el fuego y el restablecimiento paulatino de los servicios básicos, un hecho que trajo consigo el resurgimiento de la industria del ocio asociado a la estabilidad gradual.
Según las autoridades regionales del sector, los turistas están acudiendo en masa a Tigray, ya sea en grupos organizados o como intrépidos exploradores en solitario, lo que marca un cambio imprevisto y positivo en la suerte de la región.
Para el jefe de la Oficina de Turismo trigriño, Atsbha Gebreegziabher, es asombroso el repentino viraje positivo en el panorama turístico.
“Nunca previmos un fenómeno así. Los turistas no sólo vuelven a visitar Tigray, sino que llegan en grupos. Este desarrollo supera nuestras expectativas iniciales y se está desarrollando en un período notablemente breve”, aseguró.
Datos de esa oficina revelaron que el recuento de visitantes internacionales, quienes exploran diversas atracciones dentro de la región, superó los mil mientras que la afluencia de turistas nacionales aumentó a 78 mil.
En el caso de los turistas locales, viajaron atraídos por los festivales culturales anuales como Ashenda (hierba verde), evento durante el cual mujeres y niñas de Tigray y Amhara visten trajes tradicionales y en su cintura llevan amarrada la hierba verde.
También conocida como Shadey, Ashendiye, Solel y Engicha, es igualmente celebrado en Eritrea del 16 al 26 de agosto de cada año, y marca el final del ayuno de dos semanas conocido como Filseta, este último dedicado a la Virgen María y practicado por los seguidores de la Iglesia Ortodoxa.
Otras celebraciones religiosas como la fiesta de Santa María de Axum, una fecha importante en el calendario de la Iglesia Ortodoxa Etíope, superó la marca de los dos millones de participantes.
Para no desaprovechar los nuevos aires, la Oficina de Turismo de Tigray inició un programa con vistas a la reapertura y el cambio de marca del sector, en colaboración con el Ministerio Federal de Turismo.
Sobre el tema, Gebreegziabher explicó que significa una iniciativa estratégica diseñada para promover la actividad y brindar a los visitantes la garantía de un entorno seguro después de la guerra de dos años.
De igual modo, la reapertura está posicionada para funcionar como punto de referencia con vistas a la planificación en el próximo año fiscal, con énfasis específico en la generación de ingresos y el fomento de la recuperación económica, agregó.
Para garantizar el éxito del proyecto, fue realizada una encuesta exhaustiva sobre temas de seguridad y bienestar psicológico de la sociedad a fin de medir la disposición de la población local de recibir turistas nacionales y foráneos.
Lo antes planteado fue necesario pues el papel integral de la comunidad es vital porque asumen la organización de las celebraciones tradicionales y culturales para dar la bienvenida a los visitantes.
“Los resultados revelaron que personas de diversos orígenes podían viajar y visitar libremente, disipando cualquier idea errónea sobre las restricciones de viaje”, aseguró el funcionario.
RECUPERAR LO PERDIDO
Para una región como Tigray, reconocida por albergar una de las concentraciones más importantes de edificaciones religiosas, históricas y culturales del mundo antiguo, incluido el Templo de Yeha, el Palacio de la Reina de Sheba y el Obelisco de Axum, la destrucción y el robo ocurridos durante la guerra representó un duro golpe al legado cultural.
Además del conflicto armado, la pandemia de la Covid-19 trajo la exclusión total de la industria del mercado y graves consecuencias para diversos sectores, incluidos los pequeños proveedores de servicios y los hogares.
Según estimaciones, 90 mil visitantes anualmente contribuían a la dinámica turística antes de la guerra. Cada viajero normalmente pasaría cuatro días, asignando aproximadamente 250 dólares por jornada.
Pese al creciente renacimiento del turismo, actualmente las autoridades regionales y la población lidian con la destrucción del patrimonio cultural, incluidos lugares emblemáticos como el monasterio de Debre Damo y Al Nejash, quizás la primera mezquita de África.
El robo de manuscritos, la destrucción de albergues y hoteles privados, la ausencia de esfuerzos oportunos para preservar el patrimonio y la utilización de áreas turísticas clave como campamentos militares intensificaron aún más la crisis.
Todo eso, junto a la difusión de información poco precisa sobre la situación en Tigray, las narrativas falsas y las restricciones de viajes internacionales socavaron significativamente al sector, lamentó Gebreegziabher.
Aproximadamente 250 inversiones turísticas dejaron de operar como resultado de los desafíos simultáneos planteados por la pandemia y la guerra regional, afirmó.
Sin embargo, con el renacer del turismo y confiando en el potencial comprobado de la región de Tigray, recientemente el Grupo Ethiopian Airlines anunció su intención de reanudar las operaciones en el aeropuerto de Aksum, gravemente dañado durante la guerra, antes de septiembre próximo.
El coordinador regional del proceso de mantenimiento de la aerolínea bandera de Etiopía, Tewolde Girmai, informó a los medios de prensa el inicio de la adquisición de los materiales necesarios para la restauración del aeropuerto.
Hasta que se completen esos trabajos de mantenimiento, los turistas que planeen visitar la ciudad histórica y sus sitios patrimoniales por vía aérea deberán viajar a través del aeropuerto de Shire, situado a 103 kilómetros de Axum.
Sobreviviendo a la pandemia y a una guerra devastadora de dos años, el aumento de visitantes nacionales y extranjeros trae confianza para las autoridades que, además de las ventajas económicas, ven esa apuesta como un testimonio de la resistencia y atractivo único de Tigray.
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