Livia Rodriguez Delis
Corresponsal jefe en India
Con la meta de Viskit Bharat, es decir, el alcance del desarrollo para el 2047, la nación surasiática impulsó a lo largo del año reformas internas bajo la visión de Aatmanirbhar Bharat que da prioridad a lograr la autosuficiencia y potenciar la demanda interna y el sector privado, para contrarrestar el impacto a la nación del convulso panorama geopolítico.
India avanzó en la expansión tecnológica en diversos sectores, principalmente relacionados con la implementación de la inteligencia artificial, la manufactura de semiconductores y la diversificación energética con énfasis en las energías renovables.
La nación surasiática logró en 2025 el hito histórico de tener el 50 por ciento de su capacidad instalada proveniente de fuentes no fósiles para cumplir su objetivo de los acuerdos climáticos cinco años antes de lo previsto (2030).
Pese a las incertidumbres geopolíticas globales, la guerra comercial de Estados Unidos con un mayor impacto en la nación surasiática, y las medidas unilaterales contra varias de sus empresas más importantes, India alcanzó hitos históricos en su comercio exterior durante 2025.
En cuanto a la tecnología, el gobierno indio aceleró su transición hacia una economía impulsada por la tecnología profunda y la soberanía digital y se entregaron los primeros microprocesadores de 32 bits de fabricación nacional para uso espacial.
Con un nuevo esquema para semiconductores para reducir la dependencia de importaciones tecnológicas, fueron inauguradas las primeras plantas de ensamblaje y prueba de chips en Gujarat y Assam.
Además, la ISRO continuó como un centro de referencia con varias misiones destacadas como la misión Axiom-04 llevó al primer “Gaganyatri” (astronauta indio) a la Estación Espacial Internacional (ISS) y se compartieron los primeros datos científicos de la misión solar Aditya-L1.
Bajo la Misión Nacional de Supercomputación, se desplegaron 34 supercomputadores de fabricación nacional y en el ámbito de la IA, India acumuló más de 86 mil patentes registradas entre 2010 y 2025, con un aumento exponencial en los últimos cuatro años.
De igual modo, el sistema UPI (Unified Payments Interface) continuó expandiéndose en el nivel global y ya se encuentran operativos en Francia, Emiratos Árabes Unidos, Singapur y varios países del sudeste asiático que facilitan el comercio transfronterizo sin necesidad de tarjetas de crédito tradicionales.
Un punto de inflexión fueron las amenazas a la seguridad interna que experimentó India con hechos lamentables como la confrontación bélica con Pakistán y la explosión de un coche en noviembre último en el Fuerte Rojo de Nueva Delhi, con el deceso de más de 10 personas y una veintena de heridos.
Puentes y tensiones en la diplomacia india Las relaciones internacionales marcaron parte del acontecer de la nación surasiática, principalmente en los nexos con China, las naciones de la región, con énfasis en Pakistán, Bangladesh y Nepal y sus socios económicos clave Rusia, Estados Unidos y la Unión Europea. Desde el convenio alcanzado por India y China en 2024 sobre el asunto limítrofe, ambas naciones, las más pobladas del mundo, avanzaron en su proceso de restablecimiento de vínculos estables, predecibles y amistosos a través de un plan establecido por sus autoridades, conscientes de su impacto positivo en la paz y la prosperidad regional y mundial.
La reapertura de los visados para turistas y hombres de negocios, el establecimiento de vuelos directos, y la reapertura del comercio fronterizo a través de los pasos de Lipulekh, Shipki La y Nathu La, fueron materializados en 2025.
Esos avances se lograron con reiterados encuentros entre altos funcionarios de los dos países, la visita a India del canciller Wang Yi y la reunión entre el primer ministro Narendra Modi y el presidente Xi Jinping en septiembre a propósito de la Cumbre de líderes de la Organización de Cooperación de Shanghái (OCS) en la ciudad china de Tianjing.
Por el contrario, con Pakistán, se suspendieron los vínculos, luego del conflicto de mayo de mayo último, desencadenado por el atentado de Pahalgam en 22 de abril, en el cual 26 turistas (en su mayoría hindúes) perdieron la vida y por el cual Nueva Delhi acusó a Islamabad de proteger a los responsables. India lanzó la Operación Sindoor para contrarrestar lo que denominó el terrorismo transfronterizo y realizó ataques con misiles y drones contra infraestructuras en territorio paquistaní y la Cachemira administrada por Islamabad, lo que fue respondido también militarmente por los contrarios.
El fin de las hostilidades se alcanzó el 10 de mayo con un alto el fuego luego de una comunicación directa entre los directores generales de operaciones militares de ambas naciones.
Sin embargo, las tensiones continúan y permanecen prácticamente cerrados los canales de comunicación formales, el comercio transfronterizo quedó reducido a su mínima expresión histórica y se mantiene la prohibición reciproca del uso del espacio aéreo por sus países.
Otro desafío crítico para India resulta, aún, Bangladesh, pues la inestabilidad política de ese país con el Gobierno de transición de Muhammad Yunus, así como ataques a la minoría hindú, han tenido un mayor impacto en la política interna de la mayor nación del subcontinente asiático en el 2025.
En diciembre, la crisis entre los dos países escaló a un punto de tensión crítica con llamamientos de atención a los diplomáticos tanto de los dos países en sus respectivas plazas y la suspensión hasta nuevo aviso de los servicios consulares, incluida la emisión de visados.
Nueva Delhi manifestó a Dacca su preocupación por la violencia imperante en Bangladesh con amenazas a sus misiones diplomáticas y el ataque a las minorías hindús, ante la inacción del Gobierno de Yunus, que cobró a muerte del joven Dipu Chandra Das y la vandalización de centros culturales.
Mientras que Dacca suspendió los servicios de su representación en India alegando razones de seguridad por las muestras de rechazo en India contra el asesinato de Chandra Das.
Dichos acontecimientos, acompañados de actos de violencia en Bangladesh, reactivaron tensiones en los estados fronterizos indios como Bengala Occidental y Assam.
Con el resto de los países, Sri Lanka, Maldivas y Afganistán los nexos se han enfocado en la cooperación para el desarrollo y la ayuda ante desastres entre los principales factores, así como en el tema energético con Nepal.
Tres socios, tres estrategias: la brújula de India
Aún con los objetivos trazados entre India y Estados Unidos a principios del año con la visita a Washington del primer ministro Narendra Modi, el presidente Donald Trump estableció un sistema tarifario a los productos importados para el mercado estadounidense, con gran impacto en las exportaciones indias hacia el país norteamericano.
Además, los aranceles aplicados a los productos indios no fueron uniformes, sino que se acumularon en fases, primero con un gravamen general del 10 por ciento a todas sus exportaciones y luego un cargo adicional del 25 por ciento bajo el argumento de que India mantiene impuestos altos a productos estadounidenses.
Por último, a finales de agosto, el Gobierno estadounidense aplicó medidas unilaterales contra Nueva Delhi con un arancel adicional de 25 por ciento sobre sectores específicos como represalia por las compras continuas de crudo ruso por parte de India.
Como consecuencia, los productos indios como los de las industrias textil y la joyería, resultaron muy afectados por un aumento de precios en el mercado estadounidense.
Aun cuando se concretaron progresos entre los dos países en el sector de la defensa, la investigación espacial, entre otros factores, la política proteccionista de Washington atentó contra el objetivo de lograr el primer tramo de un Acuerdo Comercial Bilateral (BTA, por sus siglas en inglés) multisectorial para el otoño de 2025, lo cual se mantiene aún en negociación.
Para mitigar el golpe, el gobierno de Narendra Modi hizo hincapié, entre otros aspectos, en la diversificación de sus relaciones comerciales con la firma de una serie de importantes acuerdos comerciales que ampliaron sus asociaciones en Europa, el Golfo Pérsico, América Latina y Asia Central.
Entre estos, el Acuerdo de Asociación Económica y Comercial con EFTA, que incluye Suiza, Noruega, Islandia y Liechtenstein y el cual entró en vigor el 1 de octubre; la Asociación Estratégica con Etiopía y el acuerdo integral de economía y comercio (CETA) con Omán y la casi lista a firmar en 2026 con Nueva Zelanda.
El hito fundamental de los nexos internacionales fue la visita a India a principios de diciembre del presidente de Rusia, Vladimir Putin, para la cumbre con el primer ministro Narendra Modi y en la cual se adoptó el programa de cooperación económica hasta 2030.
Dicho marco contribuirá a lograr flujos comerciales y de inversión más diversificados, equilibrados y sostenibles entre ambos países.
Además, a propósito de ese acontecimiento, se definieron objetivos para la expansión de las relaciones comerciales con la mira en alcanzar los 100 mil millones de dólares en esa área hasta 2030.
Ambos gobiernos firmaron, además, marcos de cooperación que abarcan salud, movilidad y migración, seguridad alimentaria, transporte marítimo e intercambios culturales e interpersonales.
Por último, en 2025, India intensificó sus vínculos con América Latina y el Caribe, con enfoque en comercio, energía, tecnología y cooperación diplomática y la aspiración de establecer cadenas de suministro resilientes y un marco de desarrollo sostenible compartido.
En síntesis, India entra en 2026 con el cometido de reforzar su objetivo de ser la Voz del Sur Global y liderar el Grupo del Brics como un actor clave que combina expansión económica sostenida con una estrategia de equilibrio geopolítico en un mundo convulso.
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