sábado 11 de enero de 2025
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Venezuela. Una tempestad vacía

Lima (Prensa Latina) Si creyéramos en las notas de prensa llegadas en los últimos días, podríamos suponer que en Venezuela se vivió la víspera del diluvio, que la furia de la naturaleza se desató sobre Caracas y otras ciudades y que América entera estuvo a punto de ver en vivo y en directo un choque de titanes.

Gustavo Espinoza M.*, colaborador de Prensa Latina

Como en la fábula del Parto de los Montes, lo que emergió luego de tan catastróficos pronósticos, fue un ratón, es decir, un pequeño escenario en paz y una ceremonia ritual, similar a la que ocurre en cualquier otro país. En el caso, la normalidad se expresó en el hecho que el Presidente electo en los comicios pasados, asumió su cargo ante dos mil invitados llegados de 125 países y en medio de una impresionante presencia ciudadana que afirmó el derrotero que desde hace 25 años registra la Patria de Bolívar.

El tema de qué persona juraba la conducción del Gobierno, finalmente resultaba poco trascendente. En todo caso, expresaba la forma que había tomado la confrontación ocurrida en los últimos meses; pero eso, no era lo decisivo. Lo importante, era la esencia de la contradicción que se operaba en suelo venezolano y que había sido esgrimida como arma de guerra por sectores empeñados en trastocar la historia. Lo que estuvo en juego en el país hermano, fue la suerte de un proceso liberador que, desde hace un cuarto de siglo, señala el derrotero que transita el pueblo venezolano.

Primero fue Hugo Chávez; y luego, Nicolás Maduro. Pero más allá del nombre de las personas, asoma el destino de una nación solidaria que busca ser independiente y soberana, lo que no entienden segmentos que se empeñan en perpetuarse como “clase dominante” y buscan sórdidos apoyos y caminos nefandos.

Para comprender mejor el tema que nos ocupa, debemos mirar la historia. Hace 200 años, Simón Bolívar liberó un territorio sometido al dominio español- Capitanía General, se le llamaba- y fundó una Patria verdadera. Para lograrlo usó armas y organizó ejércitos, peleó batallas y fundó Repúblicas. Tuvo en ese fragoroso tránsito muchos partidarios, pero también enemigos. Hubo quienes lo enfrentaron y defendieron el régimen virreinal. Aún hoy, hay quienes procuran enlodar su memoria y se regocijan llamándolo “dictador”. “autócrata” “tirano” (lo mismo le dijeron a Fidel, y a Chávez). Eventualmente añoran el pasado colonial y como éste ya no existe, lo recrean, loando a España y aplaudiendo a rabiar a quienes consideran sus ancestros. Y hasta ven en el líder de “VOX”, Santiago Abascal, la reencarnación de uno de los últimos virreyes.

Para atacar a Venezuela callan ante las 920 sanciones económicas impuestas por Washington para castigarla, niegan la recuperación económica. Inventan tragedia que no existen, y ahora hablan hasta de “cuatro peruanos desaparecidos”, aunque no saben dónde ni cuándo. Tampoco saben si han desaparecido y ni siquiera si son peruanos, Pero parlan y parlan para tentar el Guinness de la mentira.

El país que creo Bolívar fue gobernado durante 175 años por sus enemigos. Ellos tuvieron que admitir llamarlo “El Libertador”, pero procuraron olvidar su legado, ignorar su mensaje, convertirlo en un ícono inofensivo al que se le debía rendir ritual pleitesía, sin tomar en cuenta su vida, ni su obra. En otras palabras, convertirlo en una esfinge incolora, inodora e insípida, una figura de leyenda de la que se podía hablar sin conocerlo. Bolívar resistió todo, hasta el olvido. Pablo Neruda decía que despertaría cada cien años, cuando despierte el pueblo. Y sí, volvió hace 25 años, a finales del siglo pasado. Y fue para quedarse.

Cobró forma, entonces, la República Bolivariana de Venezuela. Se trata de una sociedad de nuevo tipo, de una democracia participativa, que ha celebrado 26 consultas ciudadanas, que ejercita su propia democracia, por cierto distinta a la que nosotros conocemos, llena de sicarios, extorsionadores, estafadores, asesinos y demagogos

Curioso. Las otras Repúblicas americanas tuvieron la misma suerte que la Venezuela del siglo precedente. Y eso ocurrió con apenas dos excepciones: Cuba, que escogió su propio camino hace 66 años, y Nicaragua, que comenzó el 79 para retomar su bandera liberadora el 2007. En otros- y también en el nuestro- se sucedieron fenómenos puntuales, pero no fue posible configurar un derrotero definido. Por eso no debe sorprender que varios de los gobiernos de esta parte del mundo, se alineen dócilmente con Washington y de rodillas acaten “las medidas” del Departamento de Estado. Y que una cáfila de delincuentes-ex presidentes todos- se junten en Panamá para “dar fuerza” a la conjura fascista en Venezuela. Al unísono, la “Prensa Grande” se encargará de promover una tormenta vacía. En la que se ahogará Iluso González, como ocurrió con Juan Guaidó, aunque- como él- quedará forrado en millones de dólares, al igual que María Corina Machado luego de simular su falsa detención.

El asunto, es claro. En Venezuela instaló su gestión Nicolás Maduro y gobierna el régimen bolivariano con apoyo de su pueblo. Edmundo, con el beneplácito de la Casa Blanca, apoyará genuflexo las acciones de Trump para “recuperar” el Canal de Panamá, anexar a Canadá después de Trudeau, y alinear a Groenlandia y proclamar al Golfo de México, como Golfo de los Estados Unidos. Pero no podrá emitir un pasaporte ni vender un barril de petróleo.

En otras palabras, quedará para soñar con “el Destino Manifiesto”. Diseñándolo, dijo Bolívar en su momento: “Estados Unidos parece destinado por la providencia a plagar América de hambre y de miseria, en nombre de la libertad”.

En este juego siniestro, Dina Boluarte hará un papel mezquino y menor. Su tres por ciento no le alcanza para hablar “en nombre de los peruanos”. Por lo demás, si “apoyara” a Maduro, le haría inmenso daño. Es mejor entonces que recuerde sus propios crímenes- los de Juliaca- y se quede donde se ha puesto, en la puerta del retrete en lugar de sumarse a esta falsa tempestad.

rmh/gem

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