Por Danay Galletti Hernández
De la redacción de Europa
La cifra, alrededor de 4,7 por ciento del PIB del bloque regional e inédita desde las décadas de 1960 y 1970, forma parte de los riesgos y las medidas audaces recomendadas por el también exprimer ministro italiano.
De tal manera, a su consideración, se evitaría la pérdida de la soberanía y, a su vez, la necesidad de reducir algunas de las ambiciones: “si Europa no consigue ser más productiva nos veremos obligados a elegir” entre “líder de las nuevas tecnologías, faro de la responsabilidad climática y actor independiente en la escena mundial”.
Sin embargo, a juicio de los analistas, nada indica que la inversión productiva experimente alguna recuperación a corto plazo, sobre todo, en el sector industrial, pues las fábricas europeas utilizan menos del 77 por ciento de su capacidad productiva instalada.
Este dato es el más bajo desde 2013 —sin contar los meses de la pandemia Covid-19— sumado a que 41 por ciento de las empresas declaró una disminución de la demanda, números solo registrados durante la crisis económica de 2008.
En paralelo, cerca de 1,3 millones de personas carecen hoy de hogares en el continente, crisis agravada como consecuencia de los crecientes desafíos económicos, la falta de viviendas, la exclusión social, la migración y otros problemas sistémicos.
DÉFICITS PÚBLICOS ELEVADOS
Según la Comisión Europea, 10 naciones de la UE, entre ellas, Francia, Italia y Polonia, registrarán déficits públicos —definido como la situación en la cual los gatos realizados por el Estado superan a los ingresos no financieros— superiores a tres por ciento hasta 2026.
De acuerdo con el diario español El Economista —fundado en 2006 y perteneciente a la empresa editorial Ecoprensa— tres por ciento constituye el límite marcado en los tratados europeos para que las instituciones comunitarias no intervengan las cuentas nacionales.
El propio bloque incumple sus normativas, en tanto que las proyecciones vaticinan una media de déficit público de todos los países de ese mecanismo regional cerrará 2024 con 3,1 por ciento y su deuda pública superará el 80 por ciento, establecida por debajo del 60 por ciento en el medio plazo.
Si uno de estos dos requisitos falla (los parámetros determinados para el déficit y la deuda pública), el procedimiento de déficit excesivo (PDE) establece que la Comisión Europea abrirá un expediente para acelerar a los territorios miembros, bajo pena de sanciones por incumplimiento.
¿OTRA CRISIS ENERGÉTICA?
Otras cifras recopiladas por el medio ruso Sputnik reflejan que el precio medio de intercambio del gas en Europa registró el pasado mes de noviembre valores tope, con lo cual superó ligeramente los 490 dólares por mil metros cúbicos.
Sobre el asunto, los expertos indicaron un aumento de los costos desde octubre, coincidente con el comienzo de la temporada invernal y la incertidumbre respecto al suministro de gas por gasoducto y licuado procedente de Rusia.
Por su parte, en 2023, el precio medio de intercambio del gas en el continente fue de unos 460 dólares por mil metros cúbicos; en el primer semestre de 2024, se mantuvo bastante estable sobre los 310 dólares en el primer trimestre y casi 355 en el segundo.
La crisis económica en la Unión Europea en 2024 ha estado marcada por la crisis energética, intensificada a partir de 2022, con el comienzo de la operación militar especial de Rusia en Ucrania y la imposición de sanciones occidentales a Moscú.
Esa situación afecta los países miembros de diversas maneras y se profundiza, a causa de otros factores como: inflación elevada, interrupción en las cadenas de suministro y las secuelas de la pandemia Covid-19.
Por otro lado, la dependencia del gas natural ruso hasta comienzos del conflicto en Kiev y la reducción de su suministro obligó a los países a buscar fuentes alternativas, lo que incrementó los precios de la energía y, por consiguiente, los valores de bienes y servicios.
Ese aumento de los montos afectó por igual a hogares y negocios, y obligó a las naciones del bloque a intensificar las inversiones en energías renovables, y la búsqueda de acuerdos con otros proveedores de gas, como Estados Unidos y territorios del norte de África.
La subida del precio para generar energía representó, además, un acrecentamiento del costo de producción, lo que incidió en la competitividad de varias industrias. Algunas de esas empresas tuvieron, incluso, que reducir la producción o trasladar operaciones fuera de Europa.
Según los expertos, las proyecciones para la economía de la UE son inciertas y, si bien hay signos de recuperación, el impacto acumulativo de la crisis energética y la inflación genera preocupaciones sobre la estabilidad económica.
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