Por Carmen Esquivel
Corresponsal jefa en Chile
Ese asentamiento, que abarca 16 mil hectáreas en la sureña región del Maule, fue creado en 1961 por el exmilitar nazi Paul Schäfer, un pederasta y predicador luterano que huyó de la entonces República Federal Alemana tras varias denuncias y se instaló allí con unos 300 seguidores.
Bajo una fachada de sociedad benefactora, la colonia funcionó en realidad como una secta, sin ningún vínculo con el exterior, donde los padres fueron separados de sus hijos y sometidos a trabajos forzados y los menores abusados sexualmente.
Los colonos laboraban como esclavos, sin sueldos ni días de descanso, tenían prohibido el contacto entre hombres y mujeres y quienes se rebelaban eran sometidos a electroshock, psicotrópicos o golpizas públicas.
Los líderes de la secta retenían los ingresos económicos de los miembros de la comunidad, al igual que sus carnets de identidad y pasaportes, pero además el sitio estaba rodeado por alambre de púas, poseía una torre de vigilancia, reflectores y perros para su custodia.
Durante el régimen de Augusto Pinochet (1973-1990), la policía secreta usó el asentamiento como centro de secuestro, tortura, exterminio y desaparición de opositores políticos.
El lugar fue empleado también para la formación militar y la producción de armas bacteriológicas y químicas, entre ellas el gas sarín.
A pesar de las denuncias, el sistema represivo en la Colonia Dignidad se mantuvo durante más de 40 años, debido, entre otras razones, a las trabas para formar una comisión investigadora sobre delitos de lesa humanidad.
Schäfer logró huir de la justicia en 1997, tras ser acusado de violación contra menores, y en 2005 fue capturado en Argentina y extraditado a Chile.
En 2006 fue condenado a 20 años de presidio por abusos sexuales e infracción a la ley de armas, sin embargo, no se le sancionó por los crímenes contra prisioneros políticos, ni por los asesinatos con gas sarín. Falleció en 2010 debido a una insuficiencia cardíaca en el hospital de la expenitenciaría de Santiago.
Durante su tercera rendición de cuenta a la nación, este mes de junio, el presidente chileno, Gabriel Boric, anunció el inicio del proceso de expropiación de parte de los terrenos de la excolonia Dignidad y de la que fuera casa de Paul Schäfer.
Dijo el mandatario que esto forma parte de los esfuerzos para convertir un antiguo espacio de horror y muerte en un lugar de memoria y futuro y decir al mundo: ¡Nunca más!
UNA BUENA SEÑAL, PERO SOLO EL COMIENZO
Para el abogado Hernán Fernández, quien representa a las víctimas de Colonia Dignidad, el anuncio de la expropiación de terrenos y la construcción de un memorial es un gesto positivo porque se admite que allí se cometieron crímenes atroces.
Pero también, advirtió el letrado, es necesario reconocer que aún hay victimarios en la impunidad y personas que no han recibido justicia ni reparación, y tanto el Estado alemán como el chileno tienen una deuda moral con ellas.
“Suele decirse que Colonia Dignidad fue obra criminal de un hombre, Paul Schäfer, pero él no habría podido cometer ni un solo delito si no tenía a un grupo organizado al interior y al exterior de la colonia que facilitaba o permitía esos delitos”, dijo.
En 1991, el gobierno de Patricio Aylwin canceló la personalidad jurídica de ese enclave, lo cual fue un fracaso, expresó el abogado, porque no se desarticuló la organización, sino que se transformó en una empresa, y allí se siguieron cometiendo crímenes contra colonos, niños y jóvenes.
Ese fue un engaño porque no se puede construir una entidad legal con patrimonio criminal, sentenció. El abogado explicó que hoy día los dueños de esas sociedades son los hijos de los jerarcas de la Colonia Dignidad, responsabilizados por asociación ilícita, violaciones de derechos humanos y abuso sexual infantil.
Denunció que el Estado alemán los ayudó a sostener las empresas construidas sobre patrimonio criminal y la diplomacia germana miró para otro lado y no auxilió a las víctimas.
Hoy día esas compañías venden bosques, explotan industrias de producción agrícola y también crearon allí un sitio turístico, donde se va a comer salchichas alemanas y a beber cerveza, lo cual es vergonzoso porque no se puede hacer turismo sobre la sangre y el dolor de las víctimas.
Entonces si se hacen las expropiaciones y el Estado paga, lamentablemente el dinero llegaría a quienes administran esas sociedades y aspiramos a que eso no ocurra, sino a que los bienes sean para las víctimas. Hoy día el imperativo es hacer justicia, dijo el abogado, quien calificó el anuncio del Gobierno como una buena señal, aunque solo es el comienzo, no es el final, advirtió.
COMISIÓN MIXTA PARA LA EXCOLONIA DIGNIDAD
El 12 de julio de 2017 se firmó en Berlín un memorando de entendimiento para establecer la Comisión Mixta Chileno-Alemana con el fin de abordar la memoria histórica de ese asentamiento y la integración de las víctimas a la sociedad.
Esa instancia, que se ha reunido en 13 ocasiones, tiene entre sus objetivos la creación del sitio de memoria y de un archivo en sus predios.
Para ello serán expropiadas seis instalaciones: la casa de Paul Schäfer, el restaurante, el edificio de la administración, la bodega de papas, el hospital y la portería.
Así lo dio a conocer Tomás Pascual, director de Derechos Humanos de la Cancillería e integrante de la comisión mixta, en entrevista con Radio y Diario Universidad de Chile.
Interrogado sobre a dónde irá a parar el dinero de la expropiación, dijo que todos desean que permita la reparación a las víctimas y no vaya a manos de personas involucradas en los crímenes.
Sin embargo, recordó, la regla existente en Chile es que si uno expropia algo tiene que pagarle a quien inscribió el dominio en el Conservador de Bienes Raíces, y eso no se puede modificar, así que habrá que encontrar la manera de que ese deseo se trate de materializar.
Para Margarita Romero, presidenta de la Asociación por la Memoria y los Derechos Humanos Colonia Dignidad, sería muy importante estar incluidos en la construcción de ese espacio histórico.
Recordó que en 2016, gracias al trabajo de la sociedad civil, lograron la declaratoria como Monumento Nacional de 182 hectáreas donde se encuentra una gran cantidad de edificaciones de ese sitio.
Sin embargo, dijo, cada vez que queremos realizar un homenaje a nuestros familiares, amigos, compañeros en los lugares donde se les secuestró, torturó y desapareció, se nos restringe la entrada. Informó que allí aún se realizan pericias judiciales, las cuales se han visto afectadas por los moradores del lugar.
De acuerdo con estimados, en Colonia Dignidad fueron asesinados más de un centenar de opositores a la dictadura y existen sospechas de que allí hay más fosas comunes.
La creación del Memorial y del centro de documentación en la hoy bautizada como Villa Baviera podría dar más luz sobre el destino de los detenidos desaparecidos, evitar la impunidad y resarcir a las víctimas de ese oscuro capítulo en la historia chileno-alemana.
arb/car