Por Martha Sánchez
De la redacción de Asia y Oceanía
A lo largo del año, las tropas de estos territorios vecinos estuvieron en máximo estado de alerta militar y fue necesaria la intervención diplomática de varios países para evitar una escalada de tensiones.
El pleito combina elementos históricos irresueltos, pues la frontera entre Tailandia y Camboya, cartografiada por Francia en 1907 (época colonial), sigue con áreas sin demarcar, que han propiciado enfrentamientos a lo largo de los años.
Nadie ha sabido explicar por qué el trazado de los colonialistas franceses dejó ambiguas las fronteras y la soberanía de templos antiguos como Preah Vihear, Ta Krabey y Ta Moan Thom, entre otros, continúa siendo disputada.
Para muchos, los templos constituyen el corazón del conflicto, a causa de que ambos países los consideran símbolos de identidad nacional, lo cual transforma la disputa en un tema emocional y político, más allá de lo territorial.
La frontera incluye además zonas con potencial agrícola y rutas comerciales claves, lo cual aumenta el interés en controlarlas.
Por otra parte, cada uno de los gobiernos ha empleado el conflicto para reforzar su apoyo interno en momentos de crisis política.
Este mismo año, el Tribunal Constitucional de Tailandia destituyó a la primera ministra, Paetongtarn Shinawatra, por una violación ética, como calificó a la llamada telefónica filtrada de la dirigente con el exlíder de Camboya y presidente del Senado, Hun Sen, en relación con el tema fronterizo.
Muchos consideraron una ofensa la conversación durante la cual ella le llamó respetuosamente “tío” y se refirió al general tailandés Boonsin Padklang como “no uno de nosotros”, luego de criticar su papel en el pleito territorial entre ambos países por estimar que favorecía la conflagración y no la paz.
El escándalo sumió a Tailandia en un proceso de suspensión y, luego, en elecciones generales anticipadas.
Sumado al daño histórico de la época colonial, intereses estratégicos y presiones políticas internas mantienen viva una tensión que periódicamente escala en violencia.
Una etapa de confrontaciones preocupantes comenzó el 24 de julio, con acusaciones mutuas de haber dado el primer disparo, como resultado de lo que perdieron la vida de 43 personas de ambos lados, incluidos civiles, además de causar decenas de heridos y el desplazamiento de casi 300 mil personas.
Tras cinco días de combates, representantes de los gobiernos contendientes acordaron un alto el fuego en reunión efectuada en Malasia, el 28 de julio.
Al momento de entrar en vigor el pacto, ambas naciones se acusaron una a la otra de trasgredir el compromiso de paz y representantes de los respectivos ejércitos realizaron reuniones para controlar la situación y dar paso a un respaldo fáctico del importante mecanismo de desescalada.
Camboya elevó la disputa territorial a la Corte Internacional de Justicia, a inicios de junio, y justificó el acto como un intento de brindar una solución pacífica basada en el derecho internacional, en tanto que Bangkok aboga por llegar a un acuerdo de forma bilateral, sin propiciar el momento.
Numerosos países y organismos internacionales instaron los gobiernos en pugna, a resolver la cuestión a través del diálogo.
Después de semanas de tensiones y discordias, una reunión del Comité General de Fronteras entre Tailandia y Camboya finalizó en Malasia, el 7 de agosto, con el compromiso de garantizar las condiciones para el pleno cumplimiento del alto el fuego y un ambiente mayormente pacífico reinó por algunas semanas.
El 24 de octubre, el gobierno tailandés dijo que la reunión de la Comisión Conjunta de Límites entre Tailandia y Camboya (JBC) concluyó sin acuerdo alguno sobre las escalas de los mapas o los puntos de demarcación fronteriza.
Siripong Angkasakulkiat, un portavoz del gobierno de Tailandia, negó una declaración online realizada por el primer ministro camboyano, Hun Manet, de que la JBC acordó utilizar un mapa a escala 1:200.000 y el Tratado Franco-Siamés de 1907 para demarcar la frontera de forma temporal.
Según afirmó, el único arreglo entre las partes derivó en encargar a la Subcomisión Técnica Conjunta la sustitución de 15 marcadores fronterizos dañados o faltantes, según las posiciones previamente acordadas, y la reconstrucción de tres marcadores sumergidos, cuyas coordenadas exactas se determinarán después.
También, convinieron en acelerar las revisiones de los Términos de Referencia de 2003 para permitir otro proyecto de mapeo de ortofotos utilizando LiDAR (técnica de teledetección óptica que emplea láser) y tecnología avanzada con el fin de mejorar la precisión.
El Ejecutivo tailandés rechazó cualquier distorsión de los hechos y reafirmó su compromiso con la solución pacífica de los problemas fronterizos mediante mecanismos bilaterales, basados en los principios de buena vecindad.
En noviembre, las tropas de Tailandia en la frontera con Camboya decretaron máximo estado de alerta militar, bajo instrucción del ministro tailandés de Defensa, Nattaphon Narkphanit.
Ese funcionario alega que la parte camboyana decidió realizar una demarcación temporal en zonas en litigio y el estado de alerta autoriza a sus tropas a emitir avisos verbales y disparos de advertencia si perciben una violación de límite fronterizo.
De igual manera, otorga la potestad de abrir fuego si los militares camboyanos avanzaran hacia el interior de Tailandia, expuso Narkphanit, lo cual significaría una transgresión de las líneas azules, como se identifica su parte, en tanto el lado camboyano se reconoce con líneas rojas.
Los intentos, desde la diplomacia, de mantener el alto el fuego a lo largo de 2025 fueron disímiles, apoyados sobre todo por Estados Unidos y Malasia, actual presidente de la Asociación de Naciones del Sudeste Asiático (Asean), sin embargo, las acusaciones mutuas de violaciones debilitan los sucesivos acuerdos.
Tropas de Tailandia y Camboya siguen desplegadas en la frontera, con riesgo de nuevos enfrentamientos, y el futuro en esa zona permanece en la incertidumbre.
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