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sábado 23 de noviembre de 2024
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Roberto Fonseca, con las manos al piano y el corazón al mundo

Por Adis Marlén Morera

Redacción de Cultura

Heredero de una estirpe de intérpretes y de profundas enseñanzas que encumbran aún más su virtuosismo, el también compositor ha impregnado su huella en los más importantes escenarios del orbe, mientras en Cuba el público lo aplaude y aclama allá donde seduce la sonoridad de sus dedos.

Prensa Latina tuvo la oportunidad de entrevistarlo, a propósito de celebrarse la edición 39 del Festival Internacional Jazz Plaza, evento que logra colocar, desde su condición de director artístico, en un nivel superior de confluencias entre manifestaciones e intérpretes de varios géneros.

HUMILDAD DE UN JAZZISTA INMENSO

El jazzista proviene de una familia humilde que se destaca por su conexión con la música: “Mi madre fue bailarina y mi padre un estudiante de percusión, algunos de mis tíos y hermanos son músicos también, por tanto, en la casa siempre ha primado un ambiente armónico”, recordó.

Gracias a esa influencia y de otros defensores de jazz, conoció el género que domina con naturalidad abrazado a su instrumento, y aunque este no fue la primera elección, terminó siendo la mejor.

Dialogar con Roberto Fonseca deviene en un viaje a los orígenes, pletórico de un sentimiento de familiaridad y agradecimiento a esas personas con un protagonismo clave en su quehacer artístico.

Sus creaciones, afirmó, se nutren del mayor número de influencias posibles, unido a otras sonoridades como la música afrocubana, tradicional, clásica, el rock, el pop y el rap.

Mi familia me enseñó que uno de los aspectos más importantes en el universo musical radica en mantener la mente y los oídos siempre abiertos, ser receptivo a todo, disfrutes o no lo que escuchas, aseguró.

-¿Cómo es el proceso cuando se dispone a crear?

-Varía mucho, en ocasiones el proceso creativo empieza por un ritmo, o por la búsqueda de una melodía que me refleje un determinado estado de ánimo, también trato de imitar algún sonido como el de las olas del mar, de crear un ambiente de silencio o espacio.

El momento de creación finaliza, dijo, cuando su cuerpo reacciona a la armonía como si ella abrazara su corazón; “en tres horas puedo componer una pieza que guste mucho o tardar dos años en realizar otra, lo cual significa que va sufriendo cambios hasta llegar a la melodía definitiva”.

En su opinión, los títulos guardan un especial significado. “Mis canciones están dedicadas a alguien o a algo, es muy importante entonces que al escuchar el título las personas identifiquen el ambiente de la composición, que reflexionen”, puntualizó.

Muchos de sus temas poseen títulos tan creativos como Yesun (mezcla de Yemayá con Oshún), El niejo (el niño y el viejo), en honor a su amistad con Ibrahim Ferrer durante su estancia en Buena Vista Social Club, y ABUC (Cuba a la inversa).

La inspiración, ¿dónde la encuentra?: Me considero una persona muy sensible, aunque a veces refleje lo contrario, por tanto, me inspira absolutamente todo y siempre estoy componiendo, lo cual implica más música de la que grabo.

-¿Qué sensaciones desea provocar en quien lo escucha?

-En primer lugar que comprendan el mensaje en el tema, luego dejen brotar sus emociones hasta liberar el estrés. Mi familia me enseñó que el concierto es justamente para que el público viaje conmigo hacia una galaxia donde la pasión, la tranquilidad y esa retroalimentación espiritual es lo más importante.

Fonseca posee vínculos con el Festival Internacional Jazz Plaza desde su infancia, cuando junto a sus padres disfrutaba de notables artistas y espectáculos. El evento significó, además, el espacio donde se dio a conocer a través de su primer concierto.

En tanto, la dirección artística supone un reto inmenso para él. “El desafío es lograr que las cosas mejoren, como siempre digo, lo importante es ser parte de la solución y no del problema”, aseveró.

Es bonito ver que las personas sientan el deseo de realizar proyectos nuevos, eso lo exigí como director artístico y predicando con el ejemplo, cada recital no debe significar un día más, sino algo bien especial para que el público disfrute, expresó.

Para la próxima edición del Jazz Plaza desea incluir, entre otros proyectos, un espacio donde las Escuelas de Arte tenga la posibilidad de mostrar a jóvenes talentos.

JAZZ Y DANZA: FUSIÓN ÚNICA, SUBLIME

El virtuoso subirá el domingo 28 de enero al escenario del Teatro Nacional acompañado del Ballet Nacional de Cuba (BNC), el músico cubano Mayito Rivera y Muñequitos de Matanzas, en una presentación única que homenajeará el aniversario 75 de la compañía y despedirá a ritmo de glorias el festival.

En esta oportunidad, la primera bailarina y directora general del BNC, Viengsay Valdés, danzará junto a otras figuras en una coreografía de Raúl Reinoso titulada Apparatus.

Mencionó Fonseca que se propusieron un concierto bien bonito. Para él, supone un desafío compartir con estos artistas, y la posibilidad de hacer realidad el sueño de tocar en unión con el prestigio conjunto danzario.

Paralelo al evento, el instrumentista tiene la intención de continuar con la promoción de La gran diversión, su álbum más reciente, “quiero que me identifiquen con esa música tradicional mezclada con sonoridades moderas”, significó.

Con dicha propuesta, que desea trasladar a cada rincón del planeta, se presentó a finales de 2023 en el Olympia de París con un éxito total de audiencia, triunfo que, aunque no lo mencione, agradece siempre a su familia y amigos.

Para el futuro tiene varios proyectos, entre ellos, un nuevo disco, tocar a piano solo, con un Dj, con músicos africanos, con una Orquesta Sinfónica, y con el chelista francés Vincent Ségal.

Como es habitual al final de cada entrevista, le pedí se definiera a sí mismo en una frase, a lo que respondió: Mi vida es mi música y mi música es mi vida.

arb/mml/amm

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