Por Antonio Paneque Brizuela
Redacción Suramérica
Las autoridades anunciaron la aplicación para este año de políticas públicas que promuevan el trabajo, la generación de medios de vida y la inclusión económica, con énfasis en las personas vulnerables y mediante un enfoque que incluya el género y los demás derechos individuales.
El Plan Nacional de Desarrollo 2030, coordinado con el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo, establece la visión hacia una sociedad más inclusiva en consonancia con los Objetivos de Desarrollo Sostenible del organismo mundial.
Las autoridades respaldan esa ambiciosa aspiración de lograr “un país competitivo, entre los más eficientes productores mundiales de alimentos, con industrias pujantes e innovadoras, y fuerza laboral capacitada, proveedora de productos y servicios, y tecnología apuntada hacia una economía del conocimiento”.
El éxito o no de ese programa -estiman expertos- dependerá de cómo maneje el Ejecutivo el enfrentamiento contra flagelos -de solución también pendiente-, como la corrupción, la contaminación del Estado con el narcotráfico, y el protagonismo nacional con flagelos como el terrorismo y el contrabando de armas.
DINÁMICAS DE UN AÑO ELECTORAL
Complicadas fluctuaciones políticas llenaron la vida de la nación guaraní durante 2023, un año que orbitó alrededor de las elecciones del 30 de abril, antes y después de la votación que eligió al actual presidente, Santiago Peña.
Los sufragios, ganados por el mandatario con el 42,74 por ciento de los votos mostraron, tal vez como en ninguna otra parte, la dinámica nacional prelectoral y poselectoral, y los demás movimientos del decursar doméstico a partir de aquel momento.
La prensa local reflejó las jugadas estratégicas, primero del presidente saliente, Mario Abdo Benítez, y, después de abril y hasta hoy por el propio Peña, para preservar la omnipresencia de la Asociación Nacional Republicana-Partido Colorado (ANR-PC).
Los medios dejaron constancia de las jugadas políticas, económicas y judiciales del Ejecutivo que le tocó organizar la consulta de abril, a fin de garantizar la competitividad sufragista de la sacrosanta formación conservadora, la más antigua y experimentada de América en manejo de elecciones, de acuerdo con estudiosos.
EL “PROTAGÓNICO” DE HORACIO CARTES
Canales televisivos, radioemisoras y periódicos como ABC Color, Última Hora y HOY informaron, día a día, los manejos de Abdo Benítez y sus “estrategas” de la ANR-PC, sobre todo el expresidente Horacio Cartes (2013-2018), líder y eslabón vital del Partido, rico empresario y tal vez el más controvertido político nacional.
Desde inicios de 2023, pasando por la consulta de abril y la asunción de Peña el 15 de agosto como presidente número 51, el “fenómeno Cartes” figura en todos los escenarios políticos posibles, y hasta en los judiciales, pero no como denunciante, sino como denunciado, por cargos de contrabando y lavado de dinero.
Los dos Gobiernos de esta última década pasaron por críticas al monopolio de poder “colorado”, complicidad con el narcotráfico, insólitos nombramientos, corrupción y contrabando.
Según los medios, Peña comenzó sus pifias desde antes de jurar el cargo, al designar a ministros impopulares por su lealtad o afinidad a Cartes, quien, por cierto, fue entonces designado “significativamente corrupto” y penado de modo financiero por el Gobierno de Estados Unidos, en un virtual alarde injerencista.
El jefe de Estado -publicó entonces Última Hora- también fue criticado porque hasta poco después de asumir se abstuvo de designar a los líderes de sectores históricamente desprotegidos, como el Instituto Nacional del Indígena y el Instituto Nacional de Desarrollo Rural y de la Tierra.
Peña cometió otro pecado, esta vez monetario -afirmó el diario- cuando, pese a sus ínfulas de eficiencia en el uso de los recursos, entre sus primeras disposiciones incluyó en el nuevo proyecto de Presupuesto General el aumento de su propio salario, del vicepresidente y de los ministros.
LAS MISMAS SOMBRAS DETRÁS DE LOS COMICIOS
Un periodista uruguayo, el comentarista para BBC News Mundo Gerardo Lissardy, calificó al gubernamental ANR-PC de “dinosaurio de la política latinoamericana” en declaraciones a propósito de los comicios.
Imponerse en las urnas es su especialidad, escribió el reportero. Se trata del único partido político de América Latina que solo perdió una elección presidencial en 76 años, tras su fundación en 1947 y una historia mayor desde que surgió como Partido Nacional Republicano en 1887.
La solitaria derrota del ente conservador citada por Lissardy aludía a la sufrida por la ANR-PC cuando el opositor Frente Guasú ganó en 2013 los comicios de ese año con el candidato Fernando Lugo, luego expulsado mediante una maniobra del poder… maquinada por “el dinosaurio”.
Pero lo que le fue imposible de pronosticar al comunicador uruguayo sobre el triunfo del partido oficialista y su candidato Santiago Peña fue que, inmediatamente después de la elección, comenzarían en el país las peores manifestaciones en mucho tiempo, ahora contra un supuesto fraude judicial.
La fuerza de las protestas y la violenta respuesta llenaron el primero de mayo, solo horas después de los escrutinios del 30 de abril, cuando los paraguayos confirmaron que, por décimo-séptima vez en la historia -parafraseando al hondureño-guatemalteco Augusto Monterroso- “el dinosaurio todavía estaba allí”.
La nación suramericana vivió desde ese día y durante casi todo el mes lo que, según medios locales, fueron las mayores manifestaciones y peores represiones castrenses en por lo menos cinco años, ni siquiera comparables con las causadas por el mal manejo de fondos para la pandemia de Covid-19, declarada en 2020.
Pero no fue la Concertación Nacional Para Un Nuevo Paraguay, principal formación contraria a la ANR-PC de cara a los comicios, la iniciadora de las movilizaciones contra los resultados de los sufragios, aunque sus partidarios se sumaron de inmediato a las acciones.
Tampoco el candidato por la también llamada Concertación Nacional Efraín Alegre (28 por ciento de sufragios) fue el líder de las manifestaciones contra la holgada victoria de Peña y su maquinaria de primera magnitud con dos millones de afiliados entre 7,5 millones de paraguayos y el total control del Congreso.
Los choques entre agentes antimotines y manifestantes ante la consulta fueron liderados por alguien poco conocido, José Luis Cubas (alias Paraguayo Cubas), nueva figura y su partido Cruzada Nacional, que sorprendieron con un tercer puesto en la consulta (23 por ciento de votos).
Los medios coincidieron en minimizar la integridad del ciudadano paraguayo-estadounidense, basados en su naturaleza violenta por la cual fue expulsado del Senado en 1919 y a los excesos en las protestas por los que fue procesado y detenido y luego invisibilizado por el decursar político.
Otros círculos observaron una estrategia electoral, más allá del protagonismo espontáneo de Cubas y su partido, al vincularlos con Cartes, otra vez presente como estratega electoral de la ANR-PC, aunque -según expertos- el papel actual del veterano político y banquero causa más daños que beneficios al Gobierno de Peña.
Quienes piensan así, especulan con que el influyente exgobernante apuntaló a Cubas para dividir el voto opositor, lo cual ocurrió en la práctica, pues Alegre sufrió su tercera y peor derrota electoral y el partido gobernante ganó por el margen más amplio de los últimos 30 años.
Los medios insisten en que Cartes deviene obstáculo adicional para el nuevo Gobierno por las relaciones amistosas y apoyo a Peña, pese a los actos de corrupción y la fama de carta imprescindible sobre la mesa.
El éxito movilizador inicial de las protestas poselectorales despertó también el apoyo de la Concertación Nacional de Efraín Alegre, del Partido Liberal Radical Auténtico, segunda fuerza después de la ANR-PC, y de sectores opositores más radicales como la coalición de izquierda Frente Guasú.
arb/apb