Por Roberto Castellanos
Corresponsal jefe en Egipto
El comienzo del nuevo ciclo de violencia regional comenzó con una operación del Movimiento de Resistencia Islámica (Hamas) contra Israel, en respuesta a los crímenes de ese país en los territorios ocupados, el 7 de octubre de 2023.
La muerte de unos mil 200 israelíes y extranjeros, además de la captura de varios cientos desató una ola de venganza en el gobierno de Benjamin Netanyahu, que respondió con una campaña bélica sin precedente contra el enclave costero, que provocó hasta el momento más de 44 mil víctimas fatales.
Desde entonces se activaron los complejos sistemas de alianza en la zona y la preocupación de una escalada sin límites.
El respaldo a Gaza del llamado “eje de la resistencia”, encabezado por Irán, fue un elemento clave a tener en cuenta en el estamento de seguridad israelí.
El intercambio de golpes entre las Fuerzas de Defensa de Israel (FDI) y el movimiento libanés Hizbullah en la frontera común de los dos países tensó aún más la cuerda.
A la defensa de la Franja se sumaron los rebeldes yemeníes, conocidos como los hutíes, y las milicias iraquíes, que reclamaron el derecho de combatir la ocupación israelí y apoyar a sus hermanos árabes bajo fuego.
Ante esa situación, las FDI y los servicios secretos israelíes iniciaron una ola de incursiones más allá de sus fronteras nacionales, pese a los llamados del mundo, incluidos la ONU, a rebajar la tensión, detener la agresión a Gaza y buscar una solución negociada.
Israel respondió como siempre lo ha hecho desde su fundación en 1948, con una fuerza desproporcionada, basada en su estrategia de disuasión y su proyección de poder para intentar intimidar a sus vecinos.
La campaña resultante causó innumerables víctimas mortales entre la población civil en los territorios palestinos, Siria y Líbano, lo cual, a su vez, llevó a una mayor resistencia y un incremento del apoyo de Teherán a esas naciones.
ISRAEL VS. IRÁN
Aunque la guerra no declarada entre Israel e Irán está en curso desde hace décadas, por el decidido respaldo de Teherán a la causa palestina y la sincronización total de Israel a la postura anti-iraní de Estados Unidos, el 1 de abril de este año cambió la ecuación del enfrentamiento.
Los intercambios de golpes entre ambos, muchos publicitados, pero nunca reconocidos oficialmente, se convirtieron en una constante tras el triunfo de la Revolución Islámica en 1979.
Pero el 1 de abril, las FDI bombardearon el consulado iraní en Damasco, en lo que representó el primer ataque directo y público tras años de confrontación en las sombras.
La incursión mató a 16 personas, siete de ellos oficiales de alto rango iraníes, incluidos el general Mohammad Reza Zahedi, de los Cuerpos de la Guardia de la Revolución Islámica (IRGC, en inglés).
Aunque tanto en 2023 como en 2024 las FDI asesinaron en ataques aéreos a altos mandos desplegados en Siria como Razi Mosauvi y Sadegh Omidzadeh, esa fue la primera ocasión de una agresión en territorio iraní o misión diplomática del país.
La respuesta no se hizo esperar, y a modo de advertencia, 12 días después Teherán lanzó más de 300 drones y misiles contra su enemigo, la mayoría de los cuales fueron interceptados por el Ejército y sus aliados, encabezados por Estados Unidos.
Netanyahu ignoró el mensaje de traspasar líneas rojas y a su vez disparó contra Irán, aunque la acción fue considerada de bajo nivel ante la presión internacional, en vilo por una tensión nunca vista en décadas en Oriente Medio.
El político derechista desafió los mensajes públicos y privados desde todas latitudes al continuar con su estrategia de fuerza contra sus vecinos, mientras intensificó la campaña terrestre en Gaza.
El 27 de septiembre, un bombardeo en Beirut mató a la máxima figura de Hizbullah, Hassan Nasrallah, y varios acompañantes, incluido el brigadier Abbas Nilforoushan, comandante adjunto de las IRGC.
Horas después, Israel asesinó en Teherán al jefe de Hamas, Ismail Haniyeh, un crimen que enfureció a los dirigentes de ese país por la nueva violación de la soberanía nacional cuando el visitante asistía a la toma de posesión del nuevo presidente, Masoud Pezeshkian.
Por ello, el 1 de octubre Irán disparó unos 200 misiles balísticos, de más calidad que los de crucero, utilizados en la anterior operación.
Esta nueva incursión golpeó varias estructuras, en especial la base aérea de Navatim, ubicada en el sureño desierto de Negev.
También Israel elevó la respuesta cuando un centenar de aviones, incluidos los modernos F-35, bombardearon centros militares iraníes y supuestamente de fabricación de misiles el 26 de octubre en la capital y en las provincias de Illán y Juzestán.
Aunque ambos países minimizaron tanto en abril como en octubre el impacto de los ataques de su rival, la crisis puso a Oriente Medio al borde de una guerra regional de imprevisibles consecuencias.
Abierta la caja de Pandora, Netanyahu y sus socios ultraderechistas en el poder dieron este año un paso más a su objetivo estratégico: destruir las instalaciones nucleares iraníes, una acción que podría desatar un conflicto generalizado en una de las zonas más convulsas del mundo.
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