Por Dai Liem Lafá Armenteros
Redacción de Ciencia y Técnica
El estío hizo una entrada dramática en Estados Unidos en esta última semana, México enfrenta una ola de calor que abarca 20 estados, y Francia la vivió desde el 20 de junio, por solo citar algunos ejemplos.
Cada verano es ahora una prueba de supervivencia para el mundo y las personas, según advierte Global Heat Health Information Network, y recuerda además que a medida que las olas de calor se vuelven más extremas, el conocimiento salva vidas.
La Organización Meteorológica Mundial (OMM) refiere que una ola de calor puede definirse como un período en el que el exceso de calor local se acumula a lo largo de una secuencia de días y noches inusualmente de altas temperaturas.
Algunos servicios meteorológicos indican que el actual será uno de los tres años más cálidos desde que hay reportes.
Puede ser muy certero tal pronóstico a juzgar por el cierre de 2024, el más caluroso jamás registrado según el Servicio de Cambio Climático de Copernicus, y en el cual el calentamiento global duplicó la cantidad de días de calor extremo en 195 países y territorios.
También fue el primer año en que el planeta superó el objetivo de calentamiento global de 1,5 grados Celsius establecido en el Acuerdo del Clima de París, refieren los informes.
Durante el periodo, Centroamérica sufrió cerca de 100 días de calor extremo, el cual golpeó a los 50 millones de personas que viven en los siete países de la región. Aquí el más afectado por las olas de calor fue Guatemala, de acuerdo con organizaciones de monitoreo.
El pasado año muchos países de Europa, el sudeste asiático, Norteamérica y Sudamérica, y Australia, China y Japón experimentaron fenómenos notorios de esa naturaleza, repetidamente, en varios momentos del calendario.
Por otra parte, entre los vaticinios se espera que el calentamiento en el Ártico continúe a futuro y supere dramáticamente al resto del mundo, con un calentamiento de más de 3,5 veces el promedio global durante el invierno polar.
En 2025, según datos de la NASA, el mes de febrero en el hemisferio sur fue abrasador, con temperaturas récord en algunas partes de Brasil y calor excepcional en Argentina.
Actualmente, Europa, Asia y África experimentan o han vivido un calor sin precedentes, en medio de vaticinios que anticipan el comportamiento de este verano como el más caluroso en la historia contemporánea, al seguir los pasos del pasado estío.
En Kuwait, Egipto, Sudán y Níger los registros de temperatura máxima superaron los 45 grados Celsius, algo insólito para la fecha, de acuerdo con informaciones locales.
Este junio se espera que casi 600 personas mueran prematuramente a causa de la ola de calor que asa hoy a Inglaterra y Gales, según un análisis rápido citado por el diario británico The Guardian.
Aquí se prevé que las tasas de mortalidad más altas se registren en Londres y las West Midlands, y la mayoría de las muertes (el 85 por ciento) corresponderán a personas mayores de 65 años, quienes son más vulnerables al calor extremo.
Tal aumento de muertes no se produciría sin el calentamiento global provocado por el ser humano, con temperaturas incrementadas entre dos y cuatro grados Celsius por la contaminación de los combustibles fósiles, afirman los analistas.
IMPACTO GLOBAL
Esta época veraniega presenta como cartas credenciales un calor sofocante, clima severo, incendios forestales intensos y el comienzo de una dinámica temporada de huracanes.
En el impacto de estos fenómenos, estudios y publicaciones especializadas señalan que la ubicación geográfica juega un papel crítico, con áreas costeras experimentando alivio de las brisas oceánicas que podrían acortar la duración del calor.
De otro lado, las regiones interiores podrían soportar períodos más largos de calor opresivo debido a la falta de influencias de enfriamiento natural; además, las áreas urbanas, a menudo más calientes debido al efecto isla de calor, pudieran experimentar impactos calurosos prolongados.
Según estimados de Chris Hewitt, director de servicios climáticos de la Organización Meteorológica Mundial, teniendo en cuenta la última década y pronosticando la siguiente, el planeta sería probablemente ahora unos 1,4º C (2,5º F) más cálido con respecto a mediados del siglo XIX, época preindustrial.
Con tales temperaturas, reportes constatan que también la naturaleza sufre altísimos impactos y los bosques pasan a estar más estresados hídricamente, aumentando el riesgo de incendio forestal.
En este contexto complejo, tanto animales como plantas no siempre tienen la rapidez de adaptación necesaria, alertan los científicos. Asimismo, experimentar una temperatura récord que no puede tolerar el cuerpo humano es una cuestión de salud pública, afirman los expertos.
SOFOCO HUMANO
El calor es peligroso para las personas vulnerables, los ancianos y los enfermos, las mujeres embarazadas, los bebés, los trabajadores al aire libre y los deportistas.
Según la Organización Mundial de la Salud, los golpes de calor son la primera causa de defunción relacionada con el clima y pueden agravar enfermedades como la diabetes, el asma, los trastornos mentales y las enfermedades cardiovasculares, entre otras.
También pueden aumentar el riesgo de sufrir accidentes y de contraer determinadas enfermedades infecciosas, en tanto se trata de emergencias médicas asociadas a una elevada tasa de mortalidad.
Expertos apuntan que desafortunadamente muchas personas no reconocen las señales de advertencia hasta que es demasiado tarde, o no saben cómo responder rápido y de manera eficaz una vez que las señales son claras.
Ante estas situaciones informan que es importante hidratarse, tomar duchas de agua fría y dosificar las jornadas de trabajo o movimiento, evitando hacerlo en horas cuando la temperatura es más alta.
De acuerdo con la Universidad Johns Hopkins, el sudor se evapora más rápido en climas secos en comparación con los húmedos, y esto puede ser peligroso porque es fácil subestimar cuán deshidratado está un individuo.
Dentro de los síntomas más frecuentes asociados al calor intenso, descritos por la literatura médica, figuran la sudoración excesiva, capaz de conducir a la deshidratación, sequedad en la boca, dolor de cabeza, mareo, agotamiento, debilidad corporal, edema, pérdida del conocimiento y calambres musculares.
La OMS asevera que los daños y padecimientos causados por el calor se pueden predecir y prevenir en gran medida mediante políticas e intervenciones específicas en materia de salud pública y que abarquen varios sectores.
A nivel mundial, la exposición de la población a las olas de calor seguirá aumentando con el calentamiento adicional. Habrá fuertes diferencias geográficas en la mortalidad relacionada con el calor que afectarán a quienes tienen menos recursos y sin intervenciones y otras adaptaciones, plantea la Organización Meteorológica Mundial.
En resumen, las olas de calor amplifican muchos riesgos, como los relacionados con la salud o los económicos, incluido el aumento de la mortalidad humana, las sequías y la calidad del agua, los incendios forestales y el humo, los cortes de energía y las pérdidas agrícolas.
SÍNDROME Y OLVIDO PELIGROSO
El Síndrome de la línea de base cambiante, una especie de truco mental, puede estar provocando que la sociedad normalice temperaturas progresivamente más cálidas y una serie de otros impactos planetarios, precisa un artículo publicado en National Geographic.
Mientras la humanidad siga quemando combustibles fósiles y calentando la Tierra, una manifestación de este síndrome es que “tu yo futuro recordará el presente como una época de tiempo más tranquilo, inviernos más nevados y temperaturas más suaves”.
Y para los niños nacidos hoy, las condiciones climáticas más calurosas y tormentosas del futuro les parecerán “normales”.
El peligroso “truco mental” hace que la gente se acostumbre a las condiciones ambientales experimentadas en cada momento, fenómeno que puede conducir a una erosión gradual de las normas medioambientales de la sociedad y otros impactos planetarios. Y, de acuerdo con la fuente, no pocos expertos creen que eso es un problema grave.
El ecólogo aplicado de la Universidad de Tokio, Masashi Soga, plantea que “el Síndrome de la línea de base cambiante puede actuar como una poderosa barrera al reducir el reconocimiento social del problema”.
arb/dla