Por Adis Marlén Morera
Redacción de Cultura
Su rostro refleja el agradecimiento, la nobleza y la sencillez de quien constituye una de las voces más sobresalientes en los análisis sobre desarrollo social, desigualdades, pobreza, vulnerabilidades, interseccionalidad, políticas sociales y equidad.
Para la doctora en Ciencias Psicológicas y profesora investigadora de la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (Flacso) de la Universidad de La Habana, el camino no ha sido fácil. El complejo escenario en el que creció, unido a ciertas limitaciones de salud, no definieron su existencia.
Soy una de las tantas profesionales cubanas que ha logrado desarrollar una trayectoria como parte de una generación con todas las oportunidades para alcanzar los mayores niveles de educación, sin restricción o desventaja alguna. Bastaba solo con tener la motivación, el interés, la voluntad de estudiar y de continuar ese camino, declaró en entrevista exclusiva con Prensa Latina.
Desde uno de los salones de Flacso, con cierta suavidad al hablar, rememoró su niñez, su etapa de estudiante y el necesario soporte familiar. “Soy la primera profesional de mi familia y como muchas personas de mi generación, no conté con el apoyo profesional o con un capital cultural que constituyera una ventaja en ese camino”.
Sin embargo, añadió, estuvo presente siempre el respaldo de sus seres queridos en relación a sus estudios y realizaciones, “a pesar de vivir en un contexto comunitario de desventaja y hasta de cierta marginalidad”.
Ese apoyo fue importante porque durante gran parte de mi infancia sufrí de severas crisis de asma, y eso de alguna manera afectó la asistencia a la escuela, dijo. “La enfermedad no limitó mi propósito de alcanzar las metas planteadas, nunca escogí un camino que fuera menor del esperado porque la padeciera, al contrario, fue una de las numerosas pruebas que te coloca la vida para superarte”.
Tal fortaleza se percibe en su obra y en lo que ha sido capaz de lograr a lo largo de una excepcional trayectoria, donde son múltiples las responsabilidades, así como los premios y reconocimientos.
La coordinadora del área científica Desigualdades sociales y políticas de equidad, de Flacso Cuba, ostenta, entre otros, el Premio a la Innovación de mayor impacto en el desarrollo local (Ministerio de Educación Superior, 2023), la Distinción por el Conjunto de la Obra Científica (2023), cuatro Premios Anuales de la Academia de Ciencias de Cuba, y la Distinción por la Educación Cubana.
De su etapa de estudiante también habla con orgullo, visualiza esa época con gratitud hacia los excelentes maestros y profesores que la inspiraron. Quizás el buen ambiente que prevaleció en las enseñanzas primaria y secundaria determinó su vocación por el magisterio.
Estudiar en el preuniversitario José Martí de La Habana, antes Instituto de La Habana, fue algo esperado pero que superó con creces sus expectativas. “Además de lo majestuoso del lugar, tenía un claustro de excelencia, eran personas muy calificadas y el nivel de rigor y exigencia era extraordinario”.
Acceder a la Universidad de La Habana fue su sueño desde pequeña, y del que despuntó una excelente profesional de la Psicología. Luego, realizó el diplomado en Desarrollo y Relaciones Internacionales (Flacso, 1992) y más adelante la maestría en Desarrollo Social (Flacso, 1996).
Una vez graduada le sobrevino una gran frustración, al no poder desempeñarse como docente en la Facultad de Psicología de la institución. No obstante, ingresó a ella en calidad de trabajadora, primero como especialista psicopedagógica y luego en tareas propias del ingreso a la educación superior.
Siempre me mantuve vinculada a la docencia, trabajé en los cursos de Psicología de la Educación y en 1989, a 10 años de haberme graduado, logré categorizarme y trabajar como asesora docente en la Rectoría, esta vez con más tiempo para las labores de investigación y docencia, precisó.
FLACSO, ESCENARIO DE CRECIMIENTO Y DESAFÍOS
Según relató la también coordinadora del Seminario Internacional Interseccionalidad, equidad y políticas sociales, la trayectoria y el alto nivel científico de los especialistas de Flacso la llevaron a considerar la propuesta para formar parte de la entidad, sin saber que se convertiría tiempo después en una de las más acuciosas y comprometidas investigadoras de esa unidad académica.
Desde su entrada, en 1993, ha llevado adelante una obra investigativa de rigor e impacto social, contenida en numerosas compilaciones, artículos, boletines y libros, de estos últimos destaca “Jefatura femenina de hogar, pobreza urbana y exclusión social. Una perspectiva desde la subjetividad en el contexto cubano”. Buenos Aires, Clacso (2009).
Conversar con ella más que un placer es un privilegio, desborda la sabiduría y la sensibilidad con que trata los temas más complejos de la sociedad cubana actual. Se percibe además la simpatía y el respeto hacia sus compañeros de trabajo, también hacia quien intenta escudriñar en su vida en busca de motivaciones, anhelos, certezas, temores y pensamientos.
-¿Qué la motivó a investigar ciertos conflictos de la sociedad en Cuba?
-Un elemento importante es la sensibilidad y en mi caso está marcada por el entorno en el que crecí, rodeada de personas en situaciones de desventaja social y económica.
En relación a la racialidad, considera que se debe al hecho de ser negra. “Con independencia de los logros que podamos reconocer en nuestra sociedad en términos de inclusión, integración y equidad, persisten prejuicios, estereotipos y discriminaciones, y en ocasiones identificarlos pasa por la sensibilidad que tengas ante ellos”.
El primer estudio al que la convocaron en Flacso la apasionó y guio el destino de su obra científica, en él se abordaban las condiciones familiares de menores que estaban (o habían estado) en escuelas para niños con trastornos de conducta. La investigación reveló aristas vinculadas a la racialidad y a las condiciones socioeconómicas que califican como situaciones de pobreza.
-¿Considera que Cuba ha avanzado en estos temas?
-Hemos avanzado mucho y creo que una respuesta requiere identificar varios momentos históricos. Si se compara el período anterior al triunfo de la Revolución con el posterior, podría afirmarse que hubo un proceso importante de inclusión social de todos los grupos humanos existentes.
Los procesos de movilidad social, a través de la inclusión en el trabajo, le permitieron a segmentos de la población que estaban excluidos tener un empleo digno, superarse y alcanzar niveles educativos elevados. Son evidentes, además, los logros de la mujer cubana en términos de igualdad.
Se ha avanzado menos en el tema racial y ello tiene diversas explicaciones. Hasta hace poco no se habían diseñado políticas sociales dirigidas a esta población, basado en la creencia de que las políticas en educación, salud, vivienda y empleo iban a beneficiar a todas las personas por igual.
No se tuvo en cuenta que aquellos con puntos de partida inferiores, como una parte de la población negra y mulata, no iban a poder aprovechar de la misma manera esas oportunidades.
Otro elemento que considero está presente, aunque no se reconoce completamente, es la persistencia de prejuicios y estereotipos que colocan barreras adicionales a las existentes. Los sistemas pueden estar ajenos a cualquier tipo de discriminación, pero son las personas las encargadas de dar acceso a esos espacios.
En el contexto actual se hacen visibles las desigualdades por color de la piel y de género, cada día más notables en cuanto a la autonomía económica de las mujeres, así como la difícil situación que enfrentan los ancianos, sobre todo los jubilados.
¿EN PELIGRO LA CULTURA CUBANA?
La cultura cubana está entre las esencias de la nación y la función emancipadora que ha tenido a lo largo de la historia puede desarrollarse muchas más, reflexionó Zabala, también sobre la situación de crisis que persiste en muchos ámbitos de la vida del país y cómo ello puedo incidir en la identidad del cubano, en lo social, en lo cultural, en lo político, en lo familiar y en lo migratorio.
Esa identidad tal vez tenía una mayor homogeneidad en el pasado, hoy es más dinámica y diversa, opinó. Hay elementos que van apareciendo y en la medida en que se sostenga esta situación, modificarán de alguna manera esa identidad.
-¿En qué medida contribuye la cultura al desarrollo social?
-Para resolver cualquiera de los problemas materiales que tenemos, desde la vivienda, los viales, el transporte, la energía y el agua, se requiere disponer de muchos recursos. Sin embargo, otras dificultades existentes no se solucionan de la misma manera, y ahí entra la cultura.
Devolver la decencia, el buen comportamiento y las buenas relaciones a la sociedad cubana no se resuelve con créditos o inversiones, se precisa un esfuerzo conjunto de muchos actores y los que tenemos una función socializadora debemos estar más articulados con la cultura.
Un buen maestro o profesor debe conocer la cultura cubana, colocar en valor a sus exponentes fundamentales, y estamos muy distantes de lograrlo.
Más allá de sus conquistas en el escenario profesional y que pudieran definirla, ella se considera una mujer cubana, profesora e investigadora, madre y abuela. “Si he tenido algunos resultados ha sido porque he trabajado fuerte para lograrlos”.
A esta profesional incansable, próxima a cumplir 70 años, le apasiona su trabajo e investigar; “me gusta mucho la docencia y trabajar con los jóvenes que se inician en la investigación social porque puedo acompañarlos en su formación y desarrollo”.
Por el contrario, le disgustan la insensibilidad y la indecencia; “cuando las veo presentes, incluso en personas y espacios donde no deberían estarlo, me entristece”.
María del Carmen Zabala es ejemplo de perseverancia y de fortaleza frente a los desafíos de su tiempo, es también esa voz necesaria que visibiliza lo que otros callan, que procura el mejoramiento humano y la transformación social desde el compromiso y una profunda sensibilidad.
arb/mml/amr