Livia Rodríguez Delis
Corresponsal jefe en India
El conflicto actual se originó el 22 de abril cuando un grupo de hombres armados entraron a Pahalgam, un conocido destino turístico de Jammu y Cachemira, territorio bajo jurisdicción de Nueva Delhi, y asesinaron a 26 personas (25 ciudadanos indios y un nepalí).
Según testigos presenciales, los atacantes seleccionaron sus víctimas tras preguntarles sobre su religión, centrándose en integrantes de la comunidad hindú.
Considerado como uno de los incidentes más graves de la historia reciente, el hecho se lo adjudicó el Frente de Resistencia (FRT), un grupo asociado al radical Lashkar-e-Taiba (LeT), con base en Pakistán, y, como resultado, India responsabilizó al Gobierno del país vecino de ser responsable indirecto del ataque terrorista.
Pese a que Islamabad negó desde un primer momento cualquier tipo de implicación con el incidente, Nueva Delhi implementó una serie de medidas contra Pakistán, como la suspensión del Tratado de las Aguas del Indo de 1960, el cierre del cruce fronterizo entre ambos países, la expulsión de diplomáticos y la orden de salida del territorio nacional para los paquistaníes.
Además de anunciar que ejercería su derecho de suspender todos los acuerdos bilaterales con la India, Pakistán respondió con la suspensión con efecto inmediato todas las visas emitidas a ciudadanos indios bajo un programa de exención, la expulsión de algunos diplomáticos indios y el cierre de su espacio aéreo a los vuelos de la otra parte.
Seguidamente, India cerró su espacio aéreo para las aeronaves paquistanís, prohibió la importación de todas las mercancías y el intercambio de todas las categorías de correo y paquetes desde la nación vecina y cortó el flujo de agua a través de la presa de Baglihar en el río Chenab.
Al unísono se hizo reiterativo el intercambio de disparos entre los ejércitos de ambas naciones en los territorios limítrofes hasta que el 7 de mayo, India lanzó la Operación Sindoor contra lo que denominó infraestructura terrorista dentro de Pakistán y en la región de Jammu y Cachemira bajo administración de Islamabad.
La escalada militar, que procedió con la respuesta de Pakistán, cobró víctimas inocentes, entre ellos niños, según denunciaron ambas partes del conflicto.
Islamabad reclamó el deceso de 26 nacionales, con niños incluidos, y 46 lesionados el saldo de la incursión india, mientras que Nueva Delhi señaló que al menos 15 personas murieron y otras 43 resultaron heridas en el bombardeo paquistaní de represalia.
El 10 de mayo, tras esfuerzos diplomáticos y luego de conversaciones entre los directores generales de Operaciones Militares, India y Pakistán acordaron detener todos los disparos y acciones militares en tierra, aire y mar.
Pocas horas después del anuncio, Nueva Delhi denunció violaciones de su espacio aéreo y, según un comunicado, sus fuerzas armadas dieron una respuesta adecuada y apropiada.
En una segunda conversación, el 12 de mayo entre los jefes militares, se abordaron cuestiones relacionadas con la continuidad del compromiso de ambas partes de no disparar ni iniciar ninguna acción agresiva ni hostil entre sí.
De acuerdo con fuentes diplomáticas de Nueva Delhi, también se acordó que ambas partes consideren medidas inmediatas para garantizar la reducción de tropas en las fronteras y las zonas de avanzada.
Un conflicto con bases desde la colonización
El conflicto entre Nueva Delhi e Islamabad data desde la época del colonialismo británico. En ese periodo, además de causar numerosas pérdidas de vidas humanas en el subcontinente indio, los británicos exacerbaron las diferencias entre hindúes y musulmanes de forma de poder dominarlos mejor.
Durante el proceso de independencia, los colonizadores negociaron por separado la existencia de un estado musulmán y de un estado hindú y el 17 de agosto de 1947, se reveló la línea fronteriza que separaba India de Pakistán, conocida como la Línea Radcliffe que se nombró así por el presidente de la Comisión de Fronteras, Cyril Radcliffe, un abogado sin conocimientos ni experiencia previa en cartografía.
Esa división, que se extiende a través del Rann de Kutch en el estado de Gujarat hasta la frontera internacional en Jammu y Cachemira, separó a India en tres partes, Pakistán Occidental, Pakistán Oriental y la mayor nación del subcontinente.
Esa frontera constituye actualmente el límite internacional entre India y Pakistán por el oeste y entre India y Bangladesh por el este.
En ese proceso conocido como La Partición, las provincias de Sindh y Baluchistán, con una abrumadora mayoría de musulmanes (más del 70 por ciento y el 90 por ciento respectivamente), fueron otorgadas a Pakistán.
Por otra parte, Punjab con 55,7 por ciento de seguidores del islam y Bengala con 54,4 por ciento fueron divididas y algunas zonas de mayoría musulmanes se adjudicaron a la India y comunidades con prevalencia hindú a Pakistán Oriental.
Ello causó un periodo sangriento en el que se estima murieron más de un millón de personas y hubo cerca de 12 millones de desplazados.
Cachemira, escenario de la disputa
Tras La Partición, el entonces principado de Cachemira, un hogar de una mayoría musulmana quedó a cargo de un monarca hindú, quien tras una invasión por combatientes tribales de Pakistán se adhirió a la India a cambio de protección militar, lo que desencadenó la primera guerra entre las dos naciones emergentes.
Luego de un intenso conflicto, en enero de 1949 se alcanzó un alto el fuego mediado por Naciones Unidas, con un acuerdo en el cual se estableció lo que en la actualidad se denomina la Línea de Control (LdC), que dividió Cachemira entre la administración india y la paquistaní.
Aunque temporal, la división se afianzó, pero dejó sin resolver el futuro político de la región.
En 1965, estalló otra confrontación con un intento de infiltración. El conflicto duró unas tres semanas y causó numerosas bajas antes de concluir en un alto el fuego mediado por la Unión Soviética con el acuerdo de paz firmado en Tashkent para prevenir una futura escalada, aunque los problemas subyacentes persistían.
Posteriormente, tras la guerra indo-paquistaní de 1971, que condujo a la creación de Bangladesh, autoridades de Nueva Delhi se reunieron en Shimla en un esfuerzo para promover una resolución bilateral y reducir las hostilidades.
A finales de la década de 1980, surge una insurgencia en Cachemira con el apoyo moral y material de Pakistán, lo que convirtió el valle en un campo de batalla con enfrentamientos, bombardeos y los ataques militantes como algo habitual durante 1990.
En 1999, solo unos meses después de una prometedora cumbre de paz entre el primer ministro indio, Atal Bihari Vajpayee, y su homólogo paquistaní, Nawaz Sharif, estalló la Guerra de Kargil con un avance de las fuerzas paquistaníes en posiciones indias a lo largo de la Línea de Control, pero como resultado India recuperó el territorio y la retirada de las tropas de la nación vecina.
Un atentado en 2019 en Pulwama con saldo de 40 militares indios fallecidos fue respondido con ataques aéreos de la India en territorio paquistaní. La tensión se disparó, pero se evitó la guerra.
Más tarde ese mismo año, India revocó el Artículo 370 de su Constitución, que otorgaba a Jammu y Cachemira una autonomía especial, lo que afianzó el dominio del Gobierno del primer ministro Narendra Modi sobre ese territorio.
Actualmente, la zona bajo jurisdicción de Nueva Delhi tiene un desarrollo significativo, un avance del área del turismo, inversiones, modernización en su infraestructura, lo que no ha sido bien visto por Pakistán ni por la fuerza separatista que hay en torno a Cachemira.
La situación no es igual a la época de la partición, cuando muchos abogaban por el dominio indio y otros se decantaban por el paquistaní sobre Cachemira, en tanto que existe ahora una tercera posición interesada en los minerales del valle y pujan por una independencia del terrritorio.
Posibles implicaciones de la actual crisis
De acuerdo con expertos, en el mundo geopolítico actual, en el cual los movimientos obedecen a las áreas de influencia, los conflictos históricos tienden a agudizarse que pueden aprovechar terceros para debilitar a India en franco periodo de ascenso económico.
El conflicto entre India y Pakistán lacera los avances económicos y de cooperación entre las dos naciones dentro del marco regional que no son pocos y son favorables para ambas.
Asimismo, existen fuerzas que ven la confrontación como una oportunidad para también minimizar o anular el activismo de Pakistán en favor de las causas justas del mundo musulmán.
Por otra parte, todo el que se opone a un avance del grupo Brics, del cual India y China son miembros fundadores, puja por un conflicto con heridas abiertas, muy fácil de prender y que pone en tensión toda la región.
También Pakistán e India resultan importantes en la producción mundial de alimentos y su divergencia afecta la cooperación regional, continental y global con un marcado daño económico a las otras naciones vecinas.
Las tensiones ralentizan, además, las posibilidades del desarrollo industrial de India, porque obliga a desviar recursos a la compra de armamentos y equipos militares, aunque posea un nivel alto en su industria de la defensa.
Además, las dos naciones son del Grupo de los No Alineados, por lo que la actual situación es un difícil reto para la organización, y, como abogan expertos, deberían dejar las armas y unirse para buscar fórmulas hacia la integración regional y la cooperación.
Por ende, este conflicto solo beneficia a terceros, pues disminuye la concentración de las potencias emergentes como India y China hacia su desarrollo, empobrece a las naciones del área y daña los avances en la colaboración de esos Estados en varios sectores con India y Pakistán.
De igual modo, se corre el riesgo en una potencial guerra del uso del armamento de alta tecnología, no solo nuclear, con graves consecuencias para los suelos, las aguas y las poblaciones.
arc/lrd