Por Stella Calloni
Colaboradora de Prensa Latina
Dos favelas superpobladas fueron bombardeadas desde drones, en operación policial de fuerzas de seguridad conjuntas, con uso de equipos militares, a sabiendas que la mayoría de muertos iban a ser inocentes, es decir, “descartables” para el modelo de guerra contrainsurgente que el imperio (estadounidense) está aplicando en todos los países de América Latina.
Observando la operación inmediata a la que consideran la más letal en toda la historia de Brasil, con un saldo de 130 muertos, más de 300 heridos y unos 100 detenidos; a estos últimos se aplicó el “protocolo Bukele”.
¿No es esto sino el ensayo del “modelo” de la guerra anti-narco, la misma que se aplica en el mar del Caribe con todo el poder de fuego de la armada estadounidense para hundir lanchitas de pescadores, con disparos sin preguntar ni verificar si llevan pescados o drogas?
Hemos visto asombrados el ”protocolo Bukele” en Río de Janeiro gobernado por el liberal Claudio Castro, aliado del ex presidente ultraderechista Jair Bolsonaro, quien sostiene que el Gobierno de Da Silva lo dejó solo, cuando evidentemente operó por su propia decisión.
Vimos la escena de los detenidos en Brasil: una hilera de hombres, adolescentes y hasta niños, sentados en el suelo, los cuerpos desnudos desde la cintura, y mujeres cabizbajas, aterrorizados, esposados, rodeados de policías enmascarados, armados como para una guerra y en las calles un pueblo desesperado, que salió en estampida, en un escenario nunca vivido con esa intensidad.
Hemos visto también como los llevaban imitando lo actuado por Estados Unidos con los migrantes extranjeros, cazados en sus trabajos, o en cualquier lugar, como se cazaba a los esclavos, atados unos con otros, para ingresar al sistema carcelario más brutal y violador de derechos humanos que pueda existir en el mundo, como es el de Estados Unidos.
En el caso de El Salvador se llevan a los detenidos al Centro “modelo” construido por el presidente Nayib Bukele.
Se trata de un centro de concentración limpio, ordenado, frío como una tumba, brutal, para supuestamente encerrar a “las maras”, grupos de jóvenes que emigraron a Estados Unidos, donde pasaron a ser pandilleros y alinearse en grupos paramilitares, destinados a cometer delitos aberrantes en sus países de origen, en otro experimento de la misma guerra.
Con sus cuerpos tatuados, montados en aviones para “devolverlos” a sus países de origen, los jóvenes de “las maras” fueron enviados a El Salvador, Honduras, Guatemala y Nicaragua (que no los aceptó).
Transformados por las drogas y los entrenamientos ilegales, como se hace para convertirlos en asesinos feroces, enseñados por las tropas especiales estadounidenses, o los mercenarios que han regado en todo el mundo, y que también conforman los “ejércitos secretos” de la Organización de Estados del Atlántico Norte (OTAN).
Crearon tanto terror entre la población, como lo hace cualquier mercenario enviado para “hacer gritar la inseguridad” como sucedió en El Salvador, cuando un sector del pueblo aplaudió a su presidente para luego asistir al encarcelamiento de ciudadanos comunes, de opositores políticos, en condiciones inhumanas, en cifras asombrosas como son 86 mil personas.
El gobierno de Trump pagó a su par salvadoreño el “alquiler” de una parte del centro de detención “modelo” para llevar allí a migrantes, la mayoría de ellos fueron venezolanos -afectados por el bloqueo a Venezuela mantenido desde hace una década- a quienes habían instado y hasta pagado para abandonar su país, supuestamente huyendo de una “dictadura”.
¿Por qué no se denunció masivamente esta “operación” digna de las peores mafias, como no se denuncian muchas de estas operaciones, que en conjunto suman puntos a la guerra contrainsurgente que se libra contra nuestros pueblos?
Hay otros experimentos, como sucede en Gaza, donde se convirtió a las víctimas, los pobladores palestinos, en victimarios, y se llama “guerra” a la acción militar más despiadada llevada adelante por el ejército israelí, que cínicamente se llaman Fuerzas de Defensa de Israel (FDI), uno de los más poderosos del mundo, por la cantidad y la avanzada tecnología de armas y equipos que les proveen, incluida la bomba atómica.
¿Con qué armas cuenta el pueblo palestino, para responder a los bombardeos intensivos que luego del 7 de octubre de 2023, día por día destruyeron el 90 por ciento de una ciudad y un territorio pequeño, como Gaza, donde vivían hacinados dos millones de seres humanos en su propia tierra convertida, en un campo de concentración a cielo abierto?
El Estado y el ejército israelí ocupa desde hace años Gaza, Cisjordania y Jerusalén, lo que les queda de sus tierras a los palestinos ya que fueron apropiadas por colonos israelíes, constituidos en una fuerza civil armada de avanzada, en lo que llaman asentamiento violado las resoluciones de la ONU.
Las bombas lanzadas sobre Gaza sólo se utilizan en una guerra abierta declarada entre países similares. Bombas cayendo día a día sobre edificios y simples casas del hombre común que vive en el territorio habitado por sus antecesores durante milenios.
¿Permitimos en silencio que se le llamara guerra al genocidio y exterminio de una población que sólo podía defenderse con su propio cuerpo, y que la impunidad absoluta se convirtiera en un modelo a aplicar en cualquier lugar del mundo?
¿Hicimos lo extremadamente posible para impedir este crimen de guerra y obligar a cumplir con las normas internacionales, y las mínimas normas de los derechos humanos?
¿Es una guerra antinarcos lo que está haciendo Estados Unidos en el Caribe con su flota que se ha desplegado en los océanos Atlántico y Pacifico norte y también en sur?
Aunque esto no se diga está sucediendo, y el objetivo caribeño son las lanchitas de pescadores que cada día salen para ganarse la vida, sean venezolanos, colombianos, mexicanos.
¿A quién se le ocurriría salir con una lanchita de cuatro o 10 personas con paquetes de drogas para pavonearse delante de los poderosos destructores de Estados Unidos, que están allí supuestamente para combatir al narco?
Y por qué si es un combate al narcotráfico, no se rodea de buques de guerra a Estados Unidos, el mayor consumidor del mundo, donde se acumula el dinero de este delito infame que causa tantas víctimas y que les permite acumular dinero en sus bancos para lavarlo fuera de su territorio?
¿A quién enriquecen los miles y miles de kilogramos de drogas fragmentadas que se venden en Estados Unidos o en Europa, donde hay también miles y miles de consumidores? ¿Estos delitos se combaten con balas, o con organismos de seguridad que estén al servicio del cuidado de los pueblos, no al servicio de quienes son dueños de grandes empresas disfrazadas de ovejas, que en realidad son lobos?
¿Dónde viven los mafiosos que se convierten en empresarios super- millonarios, no sólo con las drogas, sino con la trata de personas, la venta de armas que es un negociado de alto nivel, no importa para qué o para quien se vendan esas armas, en un mundo donde no se prepara a los pueblos para la convivencia justa sino para la guerra.
Black Rock, Vanguad, State Street, grupo Bilderberg y otros similares, los super empresarios, los especuladores financieros que nos devoran y gobiernan (modelo argentino hoy) ¿dónde viven esos ultramillonarios enriquecidos por estos delitos mortales contra toda la humanidad?
No es en las villas miserias, las favelas, las ciudades perdidas, las poblaciones callampas o como se llamen en cada país, los centros de concentración de la miseria como hay centros de concentración del pensamiento y la verdad en todo el mundo.
¿Estamos nosotros, los amantes de la verdad, enemigos del silencio cómplice, a la altura de los acontecimientos que nos demandan estos momentos de crisis para la humanidad, sumida en varios caos producidos por la lenta desaparición de un mundo donde el poder hegemónico está hoy en sus agónicos esplendores del pasado y devorándose a sí mismo?
¿No deberíamos estar previendo esos acontecimientos y no repitiendo lo mismo, cuando tenemos una base teórica extraordinaria surgida en tiempos de liberación para nuestros pueblos, lo que nos demanda reconstruir sobre lo ya construido, adaptados a la realidad del mundo actual, dejando atrás lo que debemos dejar para renovarnos?
En estos momentos estamos asistiendo a la ruptura final de un presunto acuerdo de alto el fuego en Gaza para abrir un proceso de paz, que el gobierno sionista del presidente Benjamín Netanyahu nunca pensó cumplir.
Israel volvió a bombardear Gaza, después de intentar anexionarse Cisjordania y acabar con los palestinos que también morían por el hambre, ya que se impedía toda ayuda humanitaria desde hace meses y retornaron a los escombros de sus casas, para ser ahora exterminados en una de las acciones más aberrantes de los últimos tiempos.
Ahora se los mata y se los caza en sus refugios de arena y carpas, dignos labriegos de su tierra, sometidos al terror y al hambre. Un escenario dantesco.
arc/sc





