Ese postulado encabeza el plan de nación asiática por 150 mil millones de dólares y revelado en julio de 2017 para dar impulso a una herramienta cada vez más presente en el día a día de su sociedad y que reemplaza la intervención humana lo mismo en los servicios básicos, la manufactura que en la medicina.
Desde entonces el gigante asiático aceleró el paso en el empeño de colocarse hacia 2025 en la cima de un sector, donde en el ranking global solo marcha detrás de Estados Unidos y va delante de India.
Su programa de desarrollo de la inteligencia artificial (IA) implica la inyección de miles de millones en decenas de universidades punteras, incluido la de Tsinghua, la Shanghai Jiao Tong y la academia de Beijing.
Entre los objetivos principales estuvo ser desde 2020 un país referente en el tema, con solidez en sistemas autónomos, uso de la tecnología como nuevo punto de crecimiento económico y convertirla en otra forma de mejorar la vida del pueblo.
Erigirse máximo líder de la IA en 2025 implicará para China implementarla completamente en la producción, la medicina, gestión de las ciudades, la agricultura y en la defensa nacional.
Al proceso le acompañará un conjunto de leyes y reglamentos referidos a la ética, así como las políticas para evaluar la seguridad y tener capacidad de control.
La planificación también apunta a que en 2030 el país sea centro mundial de la IA y domine tanto en innovación, desarrollo como en formación de talentos.
EN LA ACTUALIDAD
Decir China es la expresión más concreta del futurismo, pues la alta tecnología y las máquinas sustentan la construcción de ciudades inteligentes con infraestructuras adaptadas para todos, desde la infancia hasta la tercera edad.
Reconocimiento facial y de voz, pagos sin efectivo, conducción autónoma, drones, robots humanoides, conexión 5G y análisis de Big Data son parte de la cotidianidad del gigante asiático.
En China es usual interactuar con robots que desempeñan disímiles roles como de camareros y cocineros, asesores legales, neurocirujanos, bomberos, monjes en templos budistas, niñeros y hasta los que dan sesiones de acupuntura.
Por ejemplo el FlyZoo -o el hotel del futuro de Alibaba- es único porque al colectivo de trabajadores le acompañan androides y todo un sistema automatizado para el servicio de habitaciones, atención en los restaurantes, control de la temperatura y las luces.
Con solo mostrar la cara los huéspedes pueden hacer por sí mismos el check-in y abrir los cuartos.
El uso del reconocimiento facial se extiende a pasos agigantados y lo mismo sirve para saldar cuentas, abordar medios de transporte, obtener servicios médicos, que en la seguridad pública para detectar ciudadanos sospechosos y hasta capturar prófugos de la justicia.
Medios de comunicación como la agencia Xinhua tienen en su equipo a presentadores de noticias, con gestos tan genuinos que cuesta creer que se tratan de hologramas surgidos tras combinar un programa de AI con la imagen del rostro, voz y expresiones de una persona.
La IA es aliada clave en la salud y es la base de los corazones artificiales, productos y softwares capaces de detectar nódulos y enfermedades pulmonares, máquinas que declaran las posibilidades del paciente de despertar de un coma, diseño de prótesis dentales y sistemas para detectar coágulos de sangre causados por el tratamiento de linfomas.
Con la pandemia de Covid-19 hubo un despegue mayor aquí y se generalizó el envío de drones hasta sitios bien apartados para fumigar, recoger basura, recordar el cumplimiento de medidas sanitarias, entregar víveres a comunidades en cuarentena y chequear la temperatura corporal.
La emergencia sanitaria catapultó el autoservicio en los comercios y los pagos digitales, pero además conllevó a crear aplicaciones que rastrean el historial de desplazamientos, vacunación, resultados de pruebas PCR y los códigos QR de salud estilo semáforo para indicar si un individuo corre riesgo de infectarse o requiere cuarentena.
Todas esas herramientas están incorporadas al teléfono personal, siguen con plena vigencia y son imprescindibles para realizar viajes, visitar cualquier sitio o realizar la más mínima gestión.
En junio de 2022 China celebró su sexto congreso mundial sobre el desarrollo de IA y el ministro de Industria y Tecnología de la Información, Xiao Yaqing, reveló que el valor del sector supera los 59 mil millones de dólares y lo integran más de tres mil empresas.
Según indicó, el gigante asiático logró grandes avances en la aplicación de esa tecnología en el desarrollo de microprocesadores, sistemas de fuentes abiertas, sensores y vehículos, pero además aceleró la infraestructura móvil y ahora dispone de 1,5 millones de estaciones base para las conexiones 5G.
Igualmente, el economista Liu Gang mencionó el uso en la lucha contra la pobreza extrema y en las aspiraciones de China de alcanzar la neutralidad del carbono, mediante el despliegue de sistemas eficientes y más amigables con el entorno.
TECNOLOGÍA “HECHA EN CHINA” E INQUIETUD MUNDIAL
El alcance y auge de la IA es motivo de asombro en la comunidad internacional, pero al mismo tiempo tiene detractores que señalan la capacidad de Beijing de monitorear y recabar los datos de cada ciudadano.
Algunas voces la acusan de llevar a la vida real un “Minority Report” por un sistema automatizado que busca crear perfiles, revisa conductas y actividades diarias de los habitantes a fin de identificar a futuros criminales.
Sin embargo, las principales críticas llegan desde Estados Unidos que nota en peligro su supremacía por el continuo ascenso de la tecnología hecha en China.
Washington con su recelo destinó mil 500 millones de dólares a consolidar su poderío en el sector y además encasilló al país oriental como “un riesgo significativo y creciente para el suministro de materiales y tecnologías consideradas estratégicas y fundamentales para la seguridad nacional”.
El tema igualmente derivó en una Guerra Fría 2.0 bajo el mandato del exgobernante Donald Trump entre los dos grandes bandos que dan forma a internet, levantando muros digitales y arrastrando entre las víctimas a empresas como Google, Tik Tok y Huawei.
Aun así, China sigue sin cambios en su apuesta por mantener un crecimiento sostenido basado en la innovación, inteligencia artificial, realidad virtual y el Big Data.
De hecho va camino a construir en 2024 10 millones de estaciones base para la red 5G, conectando prácticamente todo el país con tecnologías revolucionarias.
El gigante asiático tiene claro de que la IA es el nuevo foco de la competencia internacional, lidera el futuro de la tecnología estratégica y cambiará los procesos de manufactura, distribución, intercambio y consumo de todos los sectores de la economía.
Según los estimados, en 2030 ese sistema inyectará 15,7 billones de dólares a la economía global pues nacerán nuevos productos, industrias y formatos que provocarán un profundo cambio en los patrones del pensamiento humano, producción y estilo de vida.
Al respecto, el exdirector ejecutivo de Google Eric Schmidt sentenció: “Sin duda alguna quien domine la inteligencia artificial, dominará el mundo. China ya está a la cabeza y se está escapando del pelotón”.
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