En Taskent quedaron su esposa, ocho hijos y la casa, hacia donde remite la mayor parte del dinero que gana con su trabajo legal —después de muchos trámites— en Moscú, adonde llegó hace ya cinco años.
“Fui piloto de helicópteros hasta que me jubilé. Tengo mi retiro, pero no alcanza. Las oportunidades allá son pocas, así que aquí estoy, pero el dinero es para gastarlo allá”, contó mientras conducía el auto de la poderosa compañía rusa Yandex hacia el aeropuerto.
En Moscú hay más de un millón de inmigrantes y solo una quinta parte tiene su documentación en regla, señalan cifras del Departamento del Trabajo de esta urbe con 12 millones y medio de habitantes.
Con alrededor de 13 millones de inmigrantes, Rusia es el tercer receptor a nivel mundial después de Estados Unidos y Alemania, según datos de febrero de 2021 de la División de Población del Departamento de Asuntos Económicos y Sociales de la Organización de Naciones Unidas.
Sin embargo, especialistas advierten que tales datos solo reflejan la población inmigrante legal, pero que la cantidad es muy superior cuando se suman a los ilegales imposibles de cuantificar.
Hace cinco meses, el subdirector del Ministerio del Interior, Alexander Gorovoy, pidió a las autoridades de la Comunidad de Estados Independientes (Armenia, Azerbaiyán, Belarús, Kazajstán, Kirguistán, Moldova, Rusia, Tayikistán y Uzbekistán) que ayuden a abandonar Rusia a sus ciudadanos, presentes de manera ilegal en este estado.
En diciembre de 2020, el presidente Vladimir Putin extendió los términos de estadía temporal o residencia permanente de los migrantes en el país hasta el 15 de junio de este año, a causa de la pandemia de Covid-19.
Según Gorovoy, después de esa fecha, las personas que se encuentren ilegalmente en el país “serán sancionadas, expulsadas y se les cerrarán fronteras”, medidas que ya entraron en vigor.
El problema migratorio es uno de los desafíos que enfrenta hoy Rusia, el país más extenso del planeta, con grandes regiones de baja densidad poblacional, importantes retos demográficos y una pujante economía necesitada cada día de más fuerza de trabajo.
Mas recibir emigrantes no es parte de la tradición, de la historia ni dela cultura rusa, a diferencia de Estados Unidos y otras naciones occidentales, aseguró a Prensa Latina el sociólogo y analista político ruso, Valeri Mijailovich Korovin.
“La inmigración es una excepción que el país vino a enfrentar en las últimas dos décadas después del colapso de la Unión Soviética y la instauración del capitalismo en Rusia”, indicó el director del Fondo Internacional Centro de Conocimientos Geopolíticos.
El también director adjunto del Centro de Estudios Conservadores de la Facultad de Sociología de la Universidad Estatal de Moscú señaló que con el surgimiento de grandes corporaciones y del dinero como fuerza motriz, aumentó la presión sobre cómo resolver los problemas demográficos.
“Hoy todavía padecemos esa crisis generada por el descenso de la natalidad en la década de los años 90’, tras colapsar la Unión Soviética, lo que provocó la caída de la economía rusa y del nivel de vida de la población”, explicó el jefe del portal de información y análisis Eurasia.
Apuntó que esa crisis generó la actual escasez de mano de obra y, en especial, la necesidad de fuerza de trabajo barata por parte de las grandes corporaciones, provocando una ola de inmigración durante las últimas dos décadas.
(PL)¿Cuál es el papel de la inmigración en Rusia en la actualidad?
(VK)Los emigrantes son usados como fuente de mano de obra barata para las grandes corporaciones, sobre todo, de las empresas dedicadas a la construcción que los contratan con bajos salarios, así reducen los costos laborales y aumentan sus ganancias.
En Rusia hay todavía desempleo, sin embargo, las corporaciones contratan a los emigrantes porque son menos exigentes, con ellos no tienen que gastar en paquetes de prestaciones sociales y les pueden pagar salarios más bajos. Todo eso significa menos gastos para la corporación.
Cuando sumas que son grandes volúmenes de trabajadores, esto implica un aumento grande en las ganancias corporativas. Estas empresas privadas no piensan en el Estado ruso, sino en sus intereses.
(PL)¿Desde qué países provienen las mayores cantidades de inmigrantes?
(VK)El mayor número proviene de los países que antes fueron repúblicas de la Unión Soviética. Los líderes son Uzbekistán y Kirguistán, después va Tayikistán, luego Moldova, Belarús y Ucrania, entre otras.
Son mucho menores las cantidades desde Kazajstán o desde las antiguas repúblicas del Báltico, estos últimos emigran más hacia el oeste, adoran más el estilo de vida occidental, su cultura. También, aunque son menos, en los últimos tiempos llegan extranjeros desde Europa y Estados Unidos.
Pero en primer lugar están los emigrantes provenientes de Uzbekistán y Kirguistán, que encuentran trabajo principalmente en la construcción, la limpieza de centros comerciales y de oficinas, en los servicios domésticos, comunales, también de taxistas.
(PL)¿Cuáles son los mayores problemas que provoca la inmigración ilegal?
(VK)Los volúmenes de estos flujos migratorios que vemos hoy en Rusia permiten a los emigrantes crear enclaves que no se asimilan ni se integran a la sociedad receptora rusa.
Estos enclaves constituyen una amenaza debido a que sus culturas son ajenas, cerradas y protegen sus formas de vida, su mentalidad, costumbres y religiosidad en esos espacios, aislándose de la vida nacional, de las normas de convivencia, tradiciones y leyes.
Es decir, tienen sus propios compromisos, y cuando en ellos se introducen dimensiones y componentes políticos pueden representar un reto para la estabilidad del Estado ruso.
Hasta este momento eso no ha sucedido. No obstante, una parte de la sociedad comienza a percibir estos enclaves de inmigrantes como extraños y peligrosos.
Estas formaciones pueden constituir un mayor riesgo en caso de que se violen leyes sociológicas, según las cuales, una sociedad puede aceptar estos recién llegados sino superan el 10 por ciento de la población básica del lugar donde se asienta en un período de 25 años.
En ese tiempo,estos migrantes pueden integrarse y adaptarse a la sociedad receptora sin conflictos. Si se excede este número, que es lo que estamos viendo hoy en algunos lugares de Rusia, se forman estos enclaves que representan una amenaza para la sociedad.
(PL)¿Qué medidas toma el país para regular el flujo de inmigrantes?
(VK)No se aplican medidas para reducir el número de inmigrantes porque las corporaciones se preocupan por mantener sus privilegios y aumentar sus ganancias. Necesitan de mano de obra barata y no se preocupan por la presión social que se genera.
El país participa en los procesos de reparto de flujos financieros, pero no toma medidas especiales para reducir los flujos migratorios.
Hay razones económicas que provocan la disminución de la entrada de emigrantes, como cuando deja de ser favorable el tipo de cambio del rublo con respecto al dólar, que es la moneda que transfieren a sus países.
También las condiciones de vida regulan las llegadas, como los requerimientos de registro, pues los empleadores están siendo obligados a legalizar la situación de estos trabajadores, a pagar impuestos por ellos, a otorgarles derechos y la atención médica necesaria.
Tales normativas tienen como objetivo mejorar las condiciones de vida de los emigrantes y legalizarlos mediante la imposición de impuestos a sus ingresos y a los de la corporación que los atrae. Pero todas son medidas económicas, no para regular el flujo de entrada al país.
(PL)¿Cuáles son las prioridades actuales dela política migratoria rusa?
(VK)En realidad, en estos momentos la política migratoria de Rusia no pasa por los intereses del Estado, sino por los intereses de la corporación. Esta es la principal desventaja, porque está claro que los inmigrantes crean una tensión social colosal, especialmente cuando su número excede las normas permisibles.
Crean una carga sobre la infraestructura del país, sobre los servicios médicos y los educacionales. Grandes cantidades de niños de migrantes terminan en escuelas de regiones donde se exceden las cifras de alumnos que puede asumir la sociedad de acogida, creando un desequilibrio.
Este desbalance trae, además,una pesada carga para centros médicos, provoca tensiones domésticas, en las calles, plazas, mercados y centros comerciales, entre otros.
Incrementar las medidas para enfrentar estos problemas debe ser prioridad del Estado y de la sociedad. Sin embargo, en estos momentos no es así, tal vez porque consideren que no existe todavía una amenaza migratoria suficiente.
Pienso que en este tema el Gobierno debe defender los intereses de la sociedad y colocarlos por encima de las grandes estructuras comerciales, porque es un problema muy grave.
*Este trabajo contó con la colaboración de PLTV, el departamento de Fotografía, la editora Amelia Roque, Antonio Rondón, jefe de la Redacción Internacional, y la webmaster Wendy Ugarte.