Pero, ¿por qué los individuos acceden a las criptodivisas para realizar sus transacciones, qué diferencias existen con el sistema internacional vigente, cuántas ventajas y perjuicios puede tener el empleo de esas alternativas?
Para responder dichas interrogantes, Prensa Latina entrevistó a la jefa del Departamento de Finanzas del Centro de Investigaciones de Economía Mundial (CIEM) de Cuba, Gladys Hernández.
En palabras de la especialista, una criptomoneda es una plataforma digital diseñada para funcionar de manera independiente, posee canales de pago sin banco central o administrador, y los usuarios pueden transferir dinero entre sí a través de una red entre iguales utilizando un software libre o código web.
Explicó que el creciente interés en ellas se debe, en parte, a la inseguridad que sienten las personas en las instituciones tradicionales, debido a las crisis generadas a partir de las desregulaciones de las finanzas internacionales.
La primera diferencia en relación con el sistema vigente es que las criptomonedas fueron creadas para funcionar de forma independiente de esas transacciones, señaló la experta; en ellas se intercambian las transferencias como pagos a servicios, pero sin depósito en los bancos.
Esta soberanía hace que los entes bancarios institucionales aleguen además que no están en condiciones de proteger los fondos de los usuarios en esa moneda, lo cual no desanima a los seguidores de estos activos digitales.
RIESGOS Y BENEFICIOS
Una prueba de su buena salud es que hasta el 2 de abril existían más de 18 mil criptomonedas diferentes en el mercado, una cifra que fluctúa bastante pues constantemente aparecen y desaparecen algunas de ellas.
El bitcóin, la primera creada, cotizaba recientemente a 45 mil 774 dólares, mientras de los 21 millones de unidades programados por su creador ya están en circulación alrededor de 19 millones, de manera que cada vez es más difícil adquirirlas mediante el proceso informático conocido como minado, lo que a la vez acrecienta su valor, comentó Hernández.
Hoy existen espacios donde las criptodivisas se pueden comprar a elección y adquirir el derecho a efectuar operaciones financieras hasta un punto seguras; sin dudas esas tecnologías abrieron nuevas posibilidades, pero existen riesgos junto a los elementos positivos, advirtió.
Entre ellos mencionó la especulación, robos, estafas, contaminaciones por virus o que las respuestas a las solicitudes de pago no tienen igual agilidad que los sistemas tradicionales e incluso pueden recibir denegaciones de servicios, todo lo cual les resta confiabilidad.
“Existen dos grandes tipos de riesgo, para las personas y para los países”, acotó.
La gran volatilidad de estos activos está en el centro, tanto a nivel personal como a una escala mayor, que se deje de usar la criptomoneda en la que usted tiene sus fondos o que caiga drásticamente su valor es algo a considerar, apuntó.
También se dan fraudes y estafas, y en el caso de las instituciones se sienten afectadas al no tener un control de un proceso financiero simultáneo que se desarrolla, añadió.
Además, al ser prácticamente anónimos los procedimientos (solo se registra un código numérico) es muy difícil tener constancia de quién está detrás de las operaciones efectuadas, por lo que pueden ser utilizadas para la comisión de delitos mayores como blanquear dinero y otros fenómenos delictivos, precisó.
A pesar de esto, expertos plantean que las criptomonedas pudieran convertirse en una alternativa en la posición que ocupan dineros como el dólar o el euro en el sistema monetario y financiero internacional.
NUEVAS TENDENCIAS
En la actualidad existen nuevas tendencias que permiten vaticinar un escenario complicado donde competirán las monedas tradicionales y los nuevos procesos para desarrollar las digitales, reflexionó Hernández.
Esas monedas digitales, a diferencia de las actuales criptomonedas, pudieran tener respaldo nacional e internacional, mecanismos y regulaciones para ser utilizadas e intercambiadas, y se desarrollarían a partir de otras corrientes como la inteligencia artificial, la expansión de internet o del comercio electrónico, explicó.
De acuerdo con los especialistas, ante la expansión de las criptodivisas persistirán las grandes contradicciones con el sistema financiero internacional, pero en opinión de la estudiosa cubana los entes bancarios nacionales pudieran establecer regulaciones a los pagos de determinados servicios.
Otros elementos importantes son la disminución de la volatilidad con la aparición y desarrollo de las denominadas criptomonedas estables (stablecoins), que tienen una paridad de uno por uno, así como la mitigación de las afectaciones medioambientales, pues se esperan cambios en los algoritmos matemáticos hacia otros cuya aplicación requiera menos consumo de energía.
A su vez, la digitalización de los bancos -con la aparición de las monedas digitales nacionales- daría cierta seguridad a los clientes, no tendrían esa volatilidad y sería un proceso más institucionalizado, indicó Hernández, aunque dijo no es posible avizorar cómo sería la competencia.
En su criterio la tendencia a la descentralización de las finanzas continuará, incluso cabe la posibilidad de una “revolución” en contra de los organismos centralizados, con el objetivo de que los clientes accedan a los productos financieros sin necesidad de intermediarios.
A estos elementos de cambio se suma la aparición del llamado metaverso -realidad virtual-, donde se estima que las personas pudieran vivir, trabajar, generar procesos de intercambios de finanzas, y permitiría la existencia de la propiedad privada de activos digitales.
Todo ello es consecuencia del desarrollo digital que experimenta el mundo, subrayó la experta.
REFLEXIONES
Pero ante esos movimientos vinculados a las criptodivisas, hay que preguntarse en qué medida el sistema financiero internacional no reaccionará ni desarrollará procesos que contrarresten o asimilen la nueva realidad, cuestionó Hernández.
Estudiosos pronostican que las criptomonedas pudieran convertirse en alternativa para eliminar el dólar, algo que la investigadora cubana considera no es posible en este momento, en parte por la volatilidad y las inestabilidades de ambos sistemas.
Cualquier posibilidad que contribuya, paulatinamente, a disminuir la hegemonía del dólar no pasaría por una criptomoneda, valoró, sino por una reconfiguración de la economía mundial, de la capacidad productiva e industrial de esas economías.
No obstante, el sistema monetario financiero tradicional intentará impedir que esas alternativas fluyan, aseveró, para lo cual pudiera emplear fórmulas como la regulación del escenario donde se produce el pago, o lograr una descentralización que permita la aparición de monedas digitales a gran escala.
Desde el punto de vista de las finanzas nacionales pudieran desarrollar redes para transacciones con una mayor flexibilidad y atractivo, o que los Gobiernos les den curso legal, agregó la especialista.
En el sistema monetario financiero internacional hay muchos elementos a tomar en cuenta, dijo: el endeudamiento de los países, la ayuda oficial para el desarrollo que se logra a partir de los créditos, las donaciones o las remesas a partir de canales oficiales.
Todo forma parte de una estructura y para que las criptomonedas logren éxito tendrán que tener mecanismos para eso, igualarlos o mejorarlos, acotó.
Es cierto que muchos de estos están obsoletos y son presididos por Estados hegemónicos que intentan aplicar sus intereses a cada una de las transacciones, al igual que las empresas que los representan, amplió.
A esto se añaden los desequilibrios y una desregulación financiera consecuencia de las decisiones adoptadas durante años, como el desarrollo del neoliberalismo o del nuevo imperialismo, con gran impacto en las finanzas internacionales, lo que ocasiona que las personas necesiten otras posibilidades.
En ese contexto, valoró Hernández, las alternativas siempre llevarán la ilusión de soberanía financiera que las personas desean, pero habrá que esperar el resultado de la confrontación entre dos esquemas que intentarán sobrevivir.
Lo seguro es que este sistema –necesitado desde hace años de una reforma para mantener relaciones monetarias más equitativas, con menos hegemonía de determinadas monedas y una posición más igualitaria de los países- generó las bases para el desarrollo de las criptodivisas.
“En tanto no se transformen las instituciones financieras internacionales, las alternativas van a seguir surgiendo”, sostuvo.
“Si las criptomonedas van a lograr consolidarse como un proceso independiente y ser la alternativa contestataria, no se sabe”, al menos hoy está claro que aún persisten muchos riesgos en su aplicación tal y como están concebidas.
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