Hay condiciones específicas precipitantes: ecológicas, ambientales, económicas y demográficas en una larga lista que colocan al ser humano en estrecho contacto con microbios pocos frecuentes, con sus reservorios o sus vectores.
A esto se suma la evolución de los microorganismos con variantes cada vez más virulentas, porque los hombres invaden los hábitats de animales alejados de los humanos, o a la inversa.
Viejos padecimientos conocidos como la tuberculosis, el cólera, el dengue y la fiebre amarilla resurgen con un considerable impacto, al tiempo que la influenza A (H5N1), el chikingunya, el zika, la Covid-19, la Mpox o la enfermedad de Marburgo ganan espacios.
Para cerrar este ciclo, dedicado a las emergencias y reemergencias infecciosas, Escáner conversó con las doctoras Vivian Kourí Cardellá y Guadalupe Guzmán Tirado, prestigiosas especialistas del Instituto de Medicina Tropical Pedro Kourí (IPK).
Ambas coincidieron en que los factores que las propician son diversos, algunos muy vinculados con los agentes infecciosos que mutan y evolucionan, adquieren nuevas características o genes relacionados con condicionantes humanas y ambientales.
Entre los factores ambientales mencionaron al cambio climático, los incendios por el calentamiento ambiental, las sequías, las lluvias intensas e inundaciones que provocan migración de las especies de sus hábitats normales y el contacto con poblaciones.
A esas condiciones se suman el incremento de los viajes, incluso a las selvas, y las conductas sociales e individuales de riesgo por patrones sexuales.
Las expertas destacaron que muchas de estas enfermedades tienen origen zoonótico y pasan a las personas, y aunque algunos virus no tienen la capacidad de trasmitirse entre humanos, como el caso de la influenza aviar, no quiere decir que no ocurra, como sí lo hizo el SARS-Cov-2 con una rápida evolución y propagación.
Al abundar en los factores que favorecen las enfermedades infecciosas mencionaron la pobreza e inequidad, el abasto deficitario de agua, el hacinamiento y la ausencia de servicios básicos de saneamiento ambiental.
Asimismo, programas de salud sin capacidad de respuesta, y un número insuficiente de laboratorios para la detección y el diagnóstico de las enfermedades, y mecanismos de prevención y de control inadecuados.
También señalaron la limitada cobertura de inmunización por el movimiento antivacunas, que provoca la reaparición de males como el sarampión y la poliomielitis en Europa, Reino Unido y Estados Unidos.
En opinión de la doctora Kourí Cardellá, no se puede desestimar la resistencia antimicrobiana, un factor de riesgo muy importante y una emergencia de salud, que está presente tanto en humanos como en los animales porque se trata de respetar el concepto de Una Salud.
Todos estos factores crean, además, las condiciones propicias para la propagación de esas infecciones, facilitan la circulación de agentes patógenos y la transmisión de males infectocontagiosos con la aparición de pandemias como la reciente Covid-19.
Escenarios para males mayores
Las expertas del IPK con su vasta experiencia aseguraron que las enfermedades emergentes y reemergentes son un peligro permanente, sobre todo las de origen zoonótico, amplificadas por factores sociales, económicos y estructurales, condicionados por la voluntad de los gobiernos de enfrentarlas y erradicarlas.
En tal sentido refirieron que las mutaciones y evolución de microorganismos aumentan la prevalencia de algunos males como el dengue, que de brotes esporádicos en la década de 1970 pasó en 2019 a tres millones de casos en las Américas, y donde este año ya ronda los dos millones 100 mil.
Algo similar ocurrió con el chikungunya y el zika, originados en países africanos y llegados a través del Atlántico y el Pacífico para generar varios episodios epidémicos de envergadura en Latinoamérica y el Caribe.
En esa lista de enfermedades emergentes y reemergentes aparece también la fiebre amarilla, la influenza pandémica, el cólera y Ébola, este último con una alta mortalidad y brotes significativos, incluso durante 2022 y 2023 en África.
A la lista se agregan la viruela símica o Mpox y la enfermedad de Marburgo, padecimiento hemorrágico de alta letalidad, que sin compararla con el Ébola, puede evolucionar, “porque lo de hoy no tiene que ser igual mañana, y es una enfermedad de elevada mortalidad”, significó la viróloga Guzmán Tirado.
Igual ocurrió con el SARS, que con variantes llegó hasta el SARS-Cov-2, causante de la Covid-19, aunque afortunadamente las que circulan hoy no están asociadas a una elevada mortalidad por el efecto positivo de las vacunas, apuntó.
Agregó se trata de transformaciones que los seres humanos y los sistemas de salud no somos capaces de ver como una bomba en avance, en tiempos en que cualquier microorganismo recorre el mundo en muy corto tiempo, algo a veces estimulado por las conductas sociales colectivas e individuales.
Los virus cambian, mutan, aparecen nuevas vías de trasmisión, se adaptan a otras latitudes y son capaces de producir otros cuadros clínicos y epidemias diferentes.
Por ejemplo el virus Hantaan, proveniente de Asia como una enfermedad hemorrágica con síndrome renal, llegó a Estados Unidos y generó padecimientos pulmonares, subrayó la especialista de II Grado en Microbiología, Kourí Cardellá.
Ante ello, enfatizó, el reto para las autoridades sanitarias es consolidar los sistemas de vigilancia y alerta temprana, con el enfoque Una Salud para la vigilancia de personas, animales, plantas y sistemas de salud.
Esto incluye mecanismos de comunicación, disponer de recursos, tecnologías digitales y soporte informático para detectar y pronosticar oportunamente la aparición e incremento de un agente infeccioso o cualquier eventualidad epidemiológica, puntualizó.
A lo que se añade, aclaró, un trabajo intersectorial global con ciencia e innovación, porque hoy es imposible que un evento altamente contagioso se expanda muy rápido.
Cuba y su hazaña frente a la Covid-19
La actuación de Cuba fue ejemplarizante en el enfrentamiento y control de la Covid-19, por encima de otras naciones con más recursos y tecnologías, una experiencia que demostró el valor de contar con profesionales, científicos e investigadores capaces e instituciones preparadas para en apenas meses crear y desarrollar medicamentos y vacunas eficaces a fin de controlar la enfermedad.
Muchas fueron las fortalezas que una vez más pusieron a prueba sus capacidades frente a eventos epidemiológicos, antes en ocasión de la epidemia de dengue hemorrágico en 1981 y otras emergencias y reemergencias como el cólera.
Tal es el caso del IPK, centro de trascendencia nacional e internacional, una instalación científica que brinda servicios altamente calificados y lidera todo lo relacionado con las enfermedades infecciosas, vigilancia, y laboratorios de referencia para todos los agentes infecciosos, menos VIH.
Cuenta con un Centro de Investigación, Diagnóstico y Referencia dirigido por la doctora Guzmán Tirado, además de dos centros colaboradores de la OPS/OMS, uno para la eliminación de la tuberculosis y el otro para el control del dengue, dos laboratorios nacionales para influenza y dos para polio y sarampión, rubiola y parotidismo.
Entre sus misiones está la caracterización de agentes infecciosos, estudios sobre su circulación, cuadros clínicos, padecimientos que producen, y asociaciones de enfermedades desde el punto de vista clínico, microbiológico y epidemiológico.
Igualmente, la atención médica a los casos de dolencias infecciosas con riesgo epidémico o pandémico, como ocurrió con los primeros contagios de dengue, influenza pandémica, Mpox, Cólera y Covid.
El IPK tiene la responsabilidad, además, de capacitar a profesionales cubanos y extranjeros en enfermedades infecciosas, bioseguridad, laboratorio y aspectos clínicos, y ofrece un programa de maestrías y doctorado, así como la residencia en Microbiología para todo el país.
Dentro de sus instalaciones también sobresalen el centro de investigación con todos los laboratorios de referencia de microbiología y parasitología, y entomología médica, y otro de alta contención para microorganismos nivel tres, ligado a estudios sobre SARS, además de un departamento de farmacología y otro de epidemiología.
Con todas estas potencialidades y su larga experiencia, Cuba tiene robustez suficiente para enfrentar a las enfermedades emergentes y reemergentes, inmersa en un mundo amenazado constantemente por epidemias y otra posible pandemia.
arb/crc