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jueves 21 de noviembre de 2024
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ESCÁNER: África subsahariana en cimas perniciosas (+Fotos)

Luanda (Prensa Latina) Niños de África subsahariana afrontan el mayor riesgo de mortalidad infantil del planeta, 15 veces superior al de sus pares en Europa y Norteamérica, aunque en cualquier otra parte del mundo hay criaturas vulnerables por razones concatenadas.
Por:
María Julia Mayoral
Corresponsal jefa en Angola

El Grupo Interinstitucional de las Naciones Unidas para la Estimación de la Mortalidad en la Niñez (IGME, por sus siglas en inglés) advirtió a inicios de 2023 que las probabilidades de supervivencia continúan siendo muy diferentes al comparar las distintas zonas geográficas.

A escala global, África subsahariana concentró apenas el 29 por ciento de los nacidos vivos en 2021; sin embargo, registró el 56 por ciento de todas las defunciones en menores de cinco años de edad, ilustró el reporte.

Difícilmente podría afirmarse que estamos ante fenómenos desconocidos a la luz de la sistemática publicación de informes sobre el tema, así como de su examen en diversos foros multilaterales, sin contar la socialización de contenidos por vías digitales.

Tampoco la comunidad internacional está ajena a la persistencia de lagunas estadísticas sobre el drama cotidiano de millones de personas en esta parte del orbe, donde un individuo puede nacer y morir sin llegar nunca a constar en un registro civil.

Patologías infecciosas, prevenibles y curables, encuentran terreno fértil en disímiles territorios africanos debido a factores como el escaso suministro de agua potable, el insuficiente acceso a medicamentos y vacunas, la baja capacidad asistencial de las redes de salud pública, el hambre y la malnutrición crónica.

Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), condicionantes socioeconómicas como las descritas favorecen la aparición repentina y sistemática de enfermedades y su propagación.

De tal forma, el organismo del sistema de Naciones Unidas celebró el exitoso esfuerzo de los Estados africanos para contener la pandemia de la Covid-19, pese a sus limitados recursos en términos financieros y materiales.

Las labores de prevención y enfrentamiento a la pandemia recibieron una alta prioridad, pero, al igual que en otras partes del globo terráqueo, afectaron la prestación de servicios sanitarios de rutina, entre ellos, los programas regulares de vacunación, incluida la inmunización infantil, sopesó la institución.

 

ACERCAMIENTO A PROYECTOS DE ANGOLA

En la Conferencia sobre el Impacto Global de las Vacunas, celebrada en España en junio de 2023, el presidente João Lourenço aseguró que Angola está acelerando la vacunación de rutina a los niños, tras sobrepasar los momentos más difíciles de la Covid-19.

Con el apoyo de la Alianza Global para Vacunas e Inmunización (GAVI, por su acrónimo en inglés), “nos hemos comprometido a abordar el retraso (…) para identificar y vacunar a los niños con cero dosis, que aumentó significativamente durante la pandemia”, afirmó.

Al decir del dignatario, los datos de los cuatro primeros meses de 2023 denotaron una tendencia positiva en su país, al analizar la disponibilidad de vacunas y el aumento en la cobertura de inmunización para todos los antígenos en comparación con el año pasado.

Desde 2017, recordó, el Estado angoleño asumió la responsabilidad de mantener el programa de inmunización sistemática de forma independiente, invirtiendo alrededor de 25 millones de dólares anuales en la compra de vacunas.

Las asociaciones con GAVI y otros socios de la Alianza, como la OMS y el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (Unicef), son de vital importancia para la salud en Angola, África y el mundo, juzgó.

Estas organizaciones, valoró Lourenço, proporcionan un apoyo esencial en la adquisición de medicamentos, vacunas y equipos para la cadena de frío, a fin de garantizar la continuidad y el éxito de los programas de salud pública.

La Covid-19 generó un escenario de emergencia sin precedentes, que puso en riesgo la vida de la población, redujo los medios de subsistencia y afectó la prestación de servicios sociales, en particular la salud y la educación, y comprometió la estructura productiva nacional, reconoció.

Para responder a la pandemia, precisó, el Gobierno amplió el número de camas hospitalarias, las unidades de cuidados intensivos, los laboratorios clínicos, los equipos de diagnóstico por imagen y las unidades de hemodiálisis e incrementó la contratación de profesionales dedicados a la atención de los pacientes.

De cara a los próximos cinco años, el Ejecutivo angoleño prevé la construcción de 205 nuevas unidades en los tres niveles asistenciales, lo cual incluirá hospitales en provincias como Bengo, Cuanza Norte, Cuanza Sur, Cunene, Zaire, Uíje, Huila y Luanda, abundó el dignatario.

Existe clara conciencia de que el sistema nacional de salud pública sigue siendo insuficiente en la totalidad de los territorios, lo que resulta más complicado en Luanda, donde reside casi un tercio de la población del país, sin las infraestructuras urbanas pertinentes.

 

OPINIONES DE EXPERTOS

El más reciente reporte del IGME también evidenció que las mujeres del África subsahariana sufren la dolorosa pérdida de bebés a un ritmo alarmante: el 77 por ciento de todas las defunciones por mortinatalidad registradas en 2021 sucedieron en esta región y Asia meridional.

De acuerdo con el estudio, el peligro de que una mujer tenga un mortinato es siete veces mayor en África Subsahariana que en Europa y América del Norte.

Detrás de tales cifras hay millones de niños y familias a los que se les niega su “derecho básico” a la salud, admitió el director de Prácticas de Salud, Nutrición y Población del Banco Mundial, Juan Pablo Uribe.

“Necesitamos, opinó, que haya voluntad política y liderazgo para lograr una financiación sostenida de la atención primaria de salud, que es una de las mejores inversiones que pueden hacer los países y los aliados para el desarrollo”.

A juzgar por los hechos, la Covid-19 no ha sido un factor directo en la elevación de la mortalidad infantil, pero podría haber agravado una serie de riesgos futuros para la supervivencia de los menores, debido al declive de las campañas de vacunación, los servicios de nutrición y del acceso a la atención primaria de salud, coincidió el IGME.

 

HOSPEDERO DE ENFERMEDADES EMERGENTES Y REEMERGENTES

Según la Organización Mundial de la Salud, las enfermedades de etiología infecciosa son la tercera causa de muerte prematura en el mundo, y en África el riesgo de contraer una de ellas no es el mismo para cualquier persona en otras regiones.

África es un continente muy afectado por brotes de enfermedades emergentes y reemergentes que suelen causar estragos en su población. Además de las patologías típicas de las zonas desérticas y tropicales, cada año aparecen otras con alto potencial contagioso, por las condiciones para adquirir virus e infecciones relacionadas con:

Escasez de agua: el precario suministro de agua promueve las condiciones de insalubridad general de la población. En este sentido, es más fácil adquirir una enfermedad infecciosa y contagiar a otras personas.

Malnutrición: la falta de acceso a una alimentación equilibrada y oportuna debilita el sistema inmune de gran parte de la población. Según la OMS, esto trae como consecuencia la aparición repentina y sistemática de enfermedades peligrosas.

Pocos centros de salud: la población africana tiene un acceso limitado a los centros de salud y a los servicios de atención médica. De esta manera, las enfermedades se propagan de forma más veloz y con efectos más letales.

Falta de información sobre las enfermedades: existen pocas iniciativas capaces de ofrecer información efectiva sobre el control de enfermedades y los métodos de prevención.

Campañas de vacunación ineficientes: muchas organizaciones prestan apoyo logístico y financiero para la vacunación en África. Sin embargo, gran parte de la población aún no ha sido inmunizada.

Son muchas las enfermedades que causan malestar y mortalidad en la población africana. Entre las más prolíferas y con un mayor impacto negativo en el bienestar de la población se encuentran las siguientes:

 

VIH-sida

Gran parte de las muertes por SIDA en el mundo tienen lugar en África. Además, este continente se considera como el principal foco de infección de VIH para el resto del mundo.

Según datos de la ONU, más de 14 millones de  personas han muerto a causa de esta enfermedad desde el comienzo del siglo XXI en este continente.

Por este motivo, el SIDA se convierte en una enfermedad de importancia en África con efectos colaterales para el mundo entero.

 

Diarrea

La cuestionable calidad del agua y los problemas de deshidratación colocan a la diarrea como una de las enfermedades más comunes en África. Afecta, en mayor medida, a los niños y sobre la cual hay pocas esperanzas una vez el cuerpo se debilita y se deshidrata.

El sur de África acumula la mayor cantidad de casos de diarrea causada por el rotavirus o por un grupo singular de bacterias. De hecho, se calcula que un 80 por ciento de los casos de diarrea provienen de la zona suroeste del continente.

 

Ébola

La particularidad más preocupante de esta enfermedad es su alto grado de mortalidad. En los brotes más recientes, la mortalidad del ébola es del 50 por ciento, pero en algunos países específicos de África puede alcanzar el 90.

Además, no existe un tratamiento que demuestre eficacia sobre este virus o una vacuna que cumpla con todos los requisitos para ser aprobada y suministrada.

Sin embargo, por sorprendente que parezca, está lejos de ser una de las enfermedades endémicas de África con mayor nivel de contagio. Esto es debido a que los métodos de contagio involucran contacto directo y prolongado con el infectado.

Los primeros brotes tuvieron lugar en 1976 y en cuatro países africanos se confirmaron casos (Costa de Marfil, República Democrática del Congo, Gabón y Sudán), produciéndose como mínimo cuatro epidemias graves y numerosos brotes menores.

La epidemia de ébola de 2014-2016 fue el mayor brote epidémico por ese virus, originado en diciembre de 2013 en Guinea,  y extendido posteriormente a Liberia, Sierra Leona, Nigeria, Senegal, Estados Unidos, España, Malí y Reino Unido.

 

Cólera

Actualmente 13 países africados tienen reportados casos de cólera. Los desastres naturales inducidos por el clima, como ciclones e inundaciones en el sur del continente (Malawi, Mozambique y Zimbabue) y sequía en el Cuerno de África (Kenia, Etiopía) con extensión a Sudáfrica, amenazan con impedir el progreso en el control de los brotes en curso iniciados desde 2021.

Estadísticas de la OMS indican que desde enero y hasta mediados de mayo se observaron nuevos brotes de cólera en 24 países y que más de mil millones de personas en 43 naciones están en riesgo epidémico, con grave peligro para los menores de cinco años.

La infección intestinal suele propagarse debido a la falta de agua salubre y de instalaciones de saneamiento adecuadas.

Cada año se producen hasta cuatro millones de casos de cólera en el mundo y alrededor de 143 mil fallecimientos.

 

Sarampión

A pesar de que no es una enfermedad tan recurrente en África, el sarampión provocó brotes recientes de mediana y alta importancia. En este sentido, durante los últimos años, la aparición del sarampión en el continente ha sido más frecuente y agresiva.

Es una enfermedad grave que puede causar severas lesiones en niños y adultos, y, en algunos casos, la muerte. Organismos como la OPS la califican como un riesgo público para la población infantil.

Si a esto se suma la condición de pobreza y desnutrición de muchas regiones de África, obtenemos como resultado una situación alarmante.

 

Malaria

La cifra de fallecidos anualmente por causa de la malaria asciende a 500 mil en toda África. Pero, esto no resulta lo más alarmante, lo que tiene preocupado a los expertos y a las organizaciones de ayuda y monitoreo, es la cantidad de menores que fallecen por su causa.

Aunque existen tratamientos eficaces contra la enfermedad a través de fármacos antipalúdicos, la distribución de estos medicamentos es poco eficiente.

Más de un millón 500 mil personas murieron por esta enfermedad en la última década en este continente.

 

Fiebre tifoidea

La bacteria que genera la fiebre tifoidea se aloja en el intestino y, en algunos casos, puede llegar hasta el torrente sanguíneo. Los síntomas iniciales pueden confundirse con los del resfriado común, pero con el paso de los días suelen agravarse.

Se puede combatir de manera efectiva con antibióticos y una vigilancia extrema de los síntomas. Sin embargo, en personas con desnutrición, es complicado pronosticar un desenlace satisfactorio.

 

Meningitis cerebroespinal por meningococo

Está en todo el mundo, pero las epidemias más devastadoras han sido en las regiones áridas de África al sur del Sahara. Desde mediados de los 90 se observaron en este ya denominado cinturón africano de la meningitis epidemias a una escala sin precedentes.

La sequía y el cambio climático propician que esta patología gane terreno al sur.

 

Virus de Marburgo

Es una enfermedad hemorrágica zoonótica altamente mortal y la transmisión de humano a humano ocurre a través del contacto directo con fluidos corporales de sujetos infectados, o con equipos, superficies y otros materiales contaminados.

Se detectó en 1967 después de brotes simultáneos en Alemania y Serbia. Desde entonces, se produjeron numerosos brotes en Uganda, República Democrática del Congo, Tanzania, Guinea Ecuatorial y más recientemente en Ghana.

La OMS considera que el riesgo de propagación es muy alto a nivel subregional y moderado a nivel regional debido a los desplazamientos transfronterizos. Está asociada a  elevadas tasas de letalidad (del 24 al 90 por ciento).

La infección por el virus de Marburgo suele deberse a una exposición prolongada a minas o cuevas habitadas por colonias de murciélagos Rousettus.

 

Enfermedades y desnutrición

La FAO afirma que la aparición de enfermedades en África está relacionada de manera directa con el nivel de desnutrición de la población. La vida de muchos africanos, en especial de la población infantil, se encuentra pendiendo de un hilo.

Con un acceso muy bajo a fuentes de agua potable ideales para el consumo humano, los africanos se enfrentan a diario a altas probabilidades de ingerir bacterias que causan enfermedades peligrosas. Esta escasez de agua también dificulta las actividades de aseo personal y de limpieza de la vivienda.

Si el cuerpo no recibe la suficiente hidratación y los nutrientes adecuados para una dieta mínima saludable, será imposible que desarrolle anticuerpos eficientes. Es ahí donde cualquier enfermedad consigue un ambiente propicio para desarrollarse.

SIN PRONÓSTICOS FAVORABLES

Para África no hay pronósticos favorables desde el punto de vista macroeconómico: estimaciones del Banco Mundial (BM) apuntan que el crecimiento en África subsahariana bajó del 4,1 por ciento en 2021 al 3,6 en 2022, y para el año en curso la desaceleración será superior.

Las proyecciones del organismo para 2023 contemplaron el debilitamiento persistente de la economía mundial, las tasas de inflación y las difíciles condiciones financieras globales e internas en medio de los altos niveles de endeudamiento de los Estados.

Si bien los cálculos del BM prevén ligeros progresos para 2024 y 2025, las condiciones de crecimiento del África subsahariana seguirán siendo “insuficientes para reducir la pobreza extrema e impulsar la prosperidad compartida en el mediano y largo plazo”, puntualizó el análisis.

Entre otras tantas cosas, hacen falta inversiones urgentes en servicios de agua, saneamiento e higiene (WASH) resilientes al clima para proteger a la infancia africana, advirtió una investigación publicada por Unicef en marzo de 2023.

Unos 190 millones de niños y niñas de 10 países de África, fundamentó la pesquisa, se encuentran en una situación de alto riesgo debido a la combinación de tres amenazas vinculadas al agua: servicios inadecuados de WASH, enfermedades relacionadas con la precariedad de esas prestaciones y alteraciones climáticas.

En momentos en que las perturbaciones por el clima y el agua se están intensificando a nivel global, “no existe ningún otro lugar del mundo en el que los riesgos sean tan altos para la infancia” como los evidenciados aquí, opinó el director de Programas de Unicef, Sanjay Wijesekera.

Las tormentas devastadoras, las inundaciones y las sequías históricas están destruyendo infraestructuras y hogares, contaminando los recursos hídricos, provocando crisis alimentarias y propagando enfermedades, apuntó.

Todo indica que las condiciones actuales son ya en extremo difíciles, pero como sopesó el experto: “Sin una acción urgente, el futuro podría ser mucho más desolador”.

arb/mjm

Colaboraron en este trabajo:
Amelia Roque
Editora Especiales Prensa Latina
Cira Rodríguez César
Jefa de la Redacción Ciencia y Técnica
Laura Esquivel
Editora Web Prensa Latina
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