Por Luis Beatón
Corresponsal jefe en El Salvador
Tampoco trasciende cuáles serían las promesas al respecto en la estrecha y “amigable“ relación entre el presidente Nayib Bukele y su par estadounidense, Donald Trump.
Se respira un ambiente de incertidumbre entre miles de familias que viven de lo que envían parientes del exterior (más del 92 por ciento desde territorio estadounidense), lo cual representa cerca del 24 por ciento del Producto Interno Bruto del país (PIB), el principal aporte de divisas a la economía.
Hoy son pocos los salvadoreños que retornan de la nación norteña; los que llegaron en los casi 100 vuelos son víctimas de las políticas de deportación implementadas por Trump, y de eso no se habla mucho.
El economista y consultor internacional Cesar Villalona tiene una preocupante valoración de los temas remesas y deportaciones, sobre todo por el impacto económico.
En 2018 el Producto Interno Bruto de El Salvador fue de 26 mil 021 millones de dólares y las remesas familiares ascendieron a cinco mil 373 millones, equivalentes al 20.6 por ciento del PIB.
Sin embargo, seis años después, en 2024, el PIB fue de 35 mil 365 millones de dólares y las remesas llegaron a ocho mil 364 millones, equivalentes al 23.7 por ciento del PIB, explicó el experto.
El país, aclaró, vive cada vez más por encima de sus medios, pues las remesas no se generan a partir del esfuerzo productivo nacional, sino del incremento de la emigración, es decir, de la pérdida de la base productiva.
En 2025, subrayó, la dependencia de las remesas debe ser mayor, pues mientras estas crecieron 18 por ciento hasta junio, el PIB no aumentará ni un dos por ciento en el año. Y así las remesas pierden dinamismo debido a la política antiinmigrante de Washington, caen el consumo y la inversión, y aumenta el desempleo.
Estimó Villalona que como el gobierno de El Salvador no tiene un plan económico, el país está a merced de lo que ocurra en la economía internacional, sobre todo en Estados Unidos.
EL PROBLEMA DE LAS REMESAS
Luego de la política agresiva de la Casa Blanca contra los inmigrantes con serias afectaciones para varios países en el mundo, en especial las naciones del sur, contrario a lo que muchos pensaron las remesas se incrementaron.
Algunos explican que los salvadoreños están enviando más dinero, pero no porque ganen más. Es sobre todo porque por la política de la Casa Blanca que impondría un arancel a las remesas del 10 por ciento, lo cual privaría a la economía de más de 400 millones de dólares anuales.
Las ayudas familiares llegaron en El Salvador a tener un alza de 735.7 millones en el primer semestre del año, según el Banco Central de Reserva (BCR). Entre enero y junio, rebasaron los cuatro mil 837.7 millones, un 17.9 por ciento en comparación con los cuatro mil 102 millones alcanzados en igual periodo en 2024.
Las estadísticas muestran que es la tasa de crecimiento porcentual más importante registrada desde 2021, cuando fue de un 46.3 por ciento, como efecto rebote por la pandemia de Covid-19.
El acumulado es el más alto de las últimas tres décadas, atribuido al temor de los salvadoreños en Estados Unidos a la política antiinmigrante de la Administración Trump.
Ese incremento, mientras se esperan males mayores, se mantiene. Solo en junio se recibieron 862.9 millones y 899.1 millones en mayo, un mes que suele tener mayores ingresos por la celebración del Día de la Madre.
De acuerdo con el BCR, el 98.8 por ciento de las remesas se destinaron a consumo, como manutención de un hogar, pago de servicios, educación, salud o ahorro. El restante 1.2 por ciento, equivalente a 59.3 millones, se clasificaron como inversión, dinero para compra de inmuebles o negocios. Las remesas recibidas hasta junio fueron enviadas a 1.86 millones de beneficiarios.
Los temas remesas y deportaciones van de la mano en el país. Cerca de un cuarto de millón de nacionales están protegidos por el Estatus de Protección Temporal (TPS, por sus siglas en inglés), un estatus migratorio temporal otorgado por el gobierno de Estados Unidos a ciudadanos de ciertos países.
Trump ya suspendió la protección a algunas nacionalidades como los haitianos y los salvadoreños pudieran seguir igual suerte, lo cual sería la debacle para los envíos de ayudas familiares.
Las expulsiones de inmigrantes están a la orden del día y solo en marzo 764 nacionales fueron deportados. Los vuelos procedentes del norte siguen llegando y desde enero a junio se recibieron 85 con deportados, según la organización Witness at the Border.
Estos no responden a los compromisos asumidos por Bukele para albergar criminales de otros países en su megacárcel conocida como Centro de Confinamiento del Terrorismo (Cecot) y que tanto resquemor causa entre quienes la califican como campo de concentración donde se tortura y violan derechos.
El Servicio de Control de Inmigración y Aduanas (ICE) documentó 15 mil 284 salvadoreños deportados el año pasado. La mayoría regresó a El Salvador vía aérea.
Expertos migratorios como César Ríos, de Agenda Migrante, y Celia Medrano urgen al gobierno salvadoreño la implementación de un plan integral para atender a los que son obligados a regresar.
El Ministerio de Relaciones Exteriores anunció el lanzamiento de un nuevo programa de atención para deportados, con un financiamiento de 3.4 millones de dólares y con una duración de 24 meses.
Una encuesta en línea del diario La Presa Gráfica preguntó: ¿Cree que el gobierno deba implementar incentivos para ayudar a la reinserción laboral de salvadoreños que retornan de Estados Unidos? El 65 por ciento dijo que sí, el 22 dijo no y un 13 indicó desconocer el tema.
El asunto de las remesas y las deportaciones no es solo un problema para este país, sino un golpe a los del llamado Triángulo Norte (El Salvador, Guatemala y Honduras) que en conjunto en los primeros cinco meses del año recibieron 18 mil 547 millones de dólares en ayudas familiares.
En el caso del llamado Pulgarcito de las Américas, estas ayudas son el motor económico clave. El dinero enviado por los nacionales desde el extranjero -especialmente desde Estados Unidos, donde residen más de dos millones de cuscatlecos- es un pilar fundamental de la economía nacional.
Tal vez respondiendo a la búsqueda de aliviar la pobreza y las carencias de familiares, cada año más de 500 mil personas del Triángulo Norte intentan llegar a Estados Unidos en busca de mejores condiciones de vida.
La presión migratoria y el flujo constante de remesas reflejan tanto las carencias en sus países de origen como la estrecha dependencia económica con los ingresos que provienen del exterior.
Todo esto se puede ir a bolina si desaparecen los TPS, se concretan los aranceles a los envíos y, sobre todo se expulsan a los miles de braceros, trabajadores agrícolas y de sectores de servicio que sostienen importantes sectores de la economía estadounidense y de la de sus países de origen.
arb/lb