Por Antonio Paneque Brizuela
Corresponsal jefe en Costa Rica
Escala de cruceros, soñada por visitantes antes y después de llegar a ella, península “turística por excelencia”, como la describen ahora sus vecinos al reportero de Prensa Latina, es gracias a escenarios como Puntarenas la bien ganada fama costarricense de cuidar el cinco por ciento de la biodiversidad mundial que habita su territorio.
Atributos también visibles en todo el territorio nacional de 51 mil 100 kilómetros cuadrados, la protección a la flora y la fauna del país en litorales como los de Punta Leona rebasan las más ambiciosas aspiraciones recreativas del turista, y las más especializadas del estudioso.
Punta Leona Beach Club & Nature Resort, playa, hotel, restaurante e instalaciones recreativas completan, además, el entorno requerido para el visitante habitual.
Pero, satisfechas algunas necesidades y privilegios del protocolo y el confort, la naturaleza vuelve a llamar, y ya no es solo Playa Mantas, sino también la cercana Playa Blanca la que abre sus olas.
La primera, con sus características arenas algo oscuras y sus fondos profundos, ideales para bañistas y deportistas del remo costeño, que acuden a prácticas y a campeonatos internacionales de esa especialidad; y la segunda, con arenas luminosas que, además de darle nombre, regalan un contraste para gustos y costumbres.
Parecería que Playa Mantas y Playa Blanca tienen que coexistir así para celebrarse entre ellas, una al lado de la otra, pero separadas por una franja de tierra y fondos que limitan el ir y venir entre ellas a buenos nadadores, y obligan a viajar en bus o en auto en uno u otro sentido, a través de boscosas pendientes.
Ambas playas se encuentran también dotadas de esa curiosa combinación de arenas, vegetación y montaña en un mismo hábitat silvestre, que conduce a visitantes y lugareños a creerse dueños de toda la vida que hay en ellas.
Las dos ofertas turísticas del llamado cantón de Garabito (instancia geográfica que integra la provincia), forman parte, sin embargo, de un engranaje científico y experimental más profundo y complejo, aunque también coherente con la protección de la naturaleza.
¿TURISMO REGENERATIVO?
Esta región del Pacífico costarricense recorrida por Prensa Latina es también considerada por expertos como “un laboratorio natural”, porque su estrategia ecologista deviene, además, síntesis de las estrategias de preservación de la biodiversidad global que alberga el país centroamericano.
Como fieles “laboratoristas”, los especialistas, directivos y empleados de este club de playa de Puntarenas ofrecen no solo espacios de descanso y diversión en contacto con la naturaleza, “sino también instrucciones prácticas de cómo preservarla, mediante una visión ‘regenerativa’, recreadora de dicho entorno”, según el gerente de recepción Jairo Jara León.
Nuestro portafolios de proyectos ambientales –insisten sus ejecutivos- “consolida la práctica y el concepto de Turismo Regenerativo, que busca dejar un impacto positivo en los lugares escogidos por el visitante, mejorar y revitalizar los ecosistemas”.
Las iniciativas, que ubican a la institución y a la reserva protegida como un exitoso referente, comprenden, además, su interacción con las comunidades mediante el consumo de productos locales.
“Impulsamos ese tipo de actividad recreativa y ambientalista y ello sobresale en el Pacífico Central del país. Hacemos mucho trabajo, tanto en la tierra como en el mar”, precisa en declaraciones a Prensa Latina el gerente de recepción Jairo Jara León.
La reserva donde se inserta Punta Leona –explica- abarca unas “unas 25 hectáreas del Pacífico Central, entre las zonas de Agujas y Villacaletas, que disponen de Área Natural Protegida, Humedal, Mariposario, Vivero Acuapónico, Arrecifes, Jardín de Corales y Museo Subacuático, “todos completamente supervisados por el Estado”.
Este espacio asume gran importancia nacional porque abarca bosques de transición entre el tropical seco del Pacífico Norte y el tropical lluvioso del Pacífico Sur, combinación que brinda una diversidad biológica única, precisa Jairo Jara.
Los emprendedores, por otro lado, desarrollan la llamada “acuaponía”, que es como la hidroponía –amplía- pero implica la siembra de plantas (lechuga, tomate, chile) plantadas mediante las heces de los peces que también preservamos aquí”.
PROTECCIÓN DEL GUACAMAYO (LAPA ROJA)
Las iniciativas terrestres –amplía el directivo- abarcan la protección de la Lapa Roja (guacamayo), imprescindible por su toque de colorido y vitalidad al ambiente hotelero y forestal.
La fauna está presente hasta en los espacios recreativos, donde los monos vienen a exigir “más azúcar, que bananos”, como relata el entrevistado, aunque la infraestructura, protegida con cercas especiales, aísla de molestias al visitante, pero siempre cuidando tanto al hombre como a los animales.
El desarrollo de la protección del guacamayo, una prioridad de la institución, comenzó en 1970 con la llegada del profesor Christopher Vaughan, de la Universidad de Costa Rica,
La autoridad científica, quien investiga desde 1969 la vida silvestre nacional y su relación con los seres humanos, estudió la zona y encontró en aquel momento a 25 parejas (50 ejemplares) de los también llamados lapas rojas, y su gestión, junto a empleados, vecinos y turistas logró que ahora ya existan unos 500 ejemplares.
ENSEÑAR AL CAPTOR A CUIDAR A SUS SECUESTRADOS
Lo primero que hizo el científico fue encontrar a las personas que capturaban a esos preciosos animales para venderlos o tenerlos en cautiverio doméstico. Pero luego interactuó con ellos y los persuadió para que dejaran de hacerlo y, por el contrario, cooperaran en su conservación.
“¿Cómo los convenció? Pues les empezó a hablar –recuerda el relacionista público- sobre el turismo regenerativo, cómo afectaba lo que ellos hacían a la naturaleza y al país, y cómo podrían atraer a las aves en lugar de mantenerlas capturadas”.
El guacamayo rojo (Ara macao), una especie latinoamericana de plumaje rojo escarlata y amarillo en las alas, habita desde México hasta Brasil y es considerada una especie en peligro de extinción, por la reducción de su hábitat y el tráfico ilegal de personas inescrupulosas.
Para Boris Gordienko, presidente de la Junta Directiva de Punta Leona, la protección ambiental representa “un valioso activo que permite propiciar un entorno atractivo para los visitantes y promover las mejores condiciones de vida para quienes habitan los sitios aledaños”.
La revista El Viajero Feliz, por su parte, estima que “este enfoque pretende restaurar los lugares visitados, lo que implica que, al momento de viajar, no solo nos preocupamos por cuidar el entorno, sino, además, por dejar una contribución positiva”.
De acuerdo con dicha publicación, esa estrategia se basa “en proyectos concretos como la restauración de tierras, la promoción de prácticas agrícolas regenerativas, el apoyo a las economías locales y la educación sobre el cuidado del medio ambiente”.
Todas esas acciones condujeron a que Punta Leona mereciera distinciones como los llamados Programa Bandera Azul Ecológica, Programa de Calidad Sanitaria y Certificado de Sostenibilidad Turística.
El sitio deviene también laboratorio científico y natural para estudiosos e investigadores nacionales y extranjeros de entidades como la Universidad Nacional, la Universidad de Costa Rica, la Universidad de Texas y James Madison University de Virginia.
Estos litorales -concluyen los especialistas- califican como “espacios elegidos para disfrutar de unas de las costas más hermosas del Pacífico Central y de la provincia de Puntarenas, pero también de áreas de biodiversidad próximas a la Gran Área Metropolitana, distante solo a unos 90 minutos por carretera”.
arb/apb