El signo más fehaciente de este repunte de las posiciones extremas lo constituyó el triunfo del Partido Republicano, que lidera el excandidato presidencial José Antonio Kast, en las elecciones del 7 de mayo para escoger a los miembros del Consejo Constitucional.
Aunque resulte una paradoja, esa formación política que se opuso a integrar el acuerdo para cambiar la carta magna vigente desde el régimen de Augusto Pinochet (1973-1990), fue la encargada de liderar el proceso hacia una nueva ley fundamental.
Líderes de ese partido califican el cuartelazo del 11 de septiembre de 1973 contra el gobierno de Salvador Allende como un “pronunciamiento”, a la dictadura la identifican como un “gobierno militar”, y uno de sus consejeros llegó al colmo de decir que Pinochet fue un “estadista”.
Los republicanos defienden la privatización de la salud y educación, la excarcelación de reos condenados por delitos de lesa humanidad y las políticas de mano dura contra la delincuencia; al tiempo que pretenden revertir conquistas como el aborto o el derecho a la protesta social.
LA CRISIS, CALDO DE CULTIVO PARA LAS POSICIONES EXTREMAS
Varias son las causas que explican el protagonismo de estos sectores, no solo en Chile, sino también en Argentina y otros países de Europa, declaró en entrevista a Prensa Latina el académico de la Universidad de Playa Ancha, en Valparaíso, Aníbal Pérez.
En el caso de Chile, el triunfo de los republicanos en el consejo es consecuencia del fracaso del proceso constitucional de 2022, cuando una propuesta de carta magna fue rechazada por el 62 por ciento de los votantes.
Otro factor que explica la proliferación de estas ideologías racistas, xenófobas y autoritarias, es el incremento de la violencia.
“Podemos discutir si ha aumentado la delincuencia en términos reales, pero de lo que sí estamos seguros es de que la percepción subjetiva de la inseguridad en la población es altísima”, declaró el también miembro del departamento de género, política y cultura de la Facultad de Ciencias Sociales.
Por otra parte, expresó, la gente esperaba cambios inmediatos en materia de vivienda, pensiones, salud y educación y el presidente, Gabriel Boric, no ha podido concretar las reformas que tenía originalmente en su programa.
El gobierno que llegó al poder con el apoyo de la izquierda, pero sin mayoría en el Congreso, ha hecho concesiones bajo presión de la derecha e inició un giro hacia el centro en su gabinete, con lo cual sacrificó su círculo más íntimo y puso en su lugar a miembros del Partido Por la Democracia y el Socialista.
Un golpe para el ejecutivo fue el llamado Caso Convenios, escándalo desatado por irregularidades en el traspaso de fondos estatales a fundaciones privadas, que salpicó también a la anterior administración de Sebastián Piñera, y provocó la renuncia de varios funcionarios.
Para el profesor universitario “el Ejecutivo ha girado del eje programático, al eje de gestión, o sea, hoy día está preocupado de gestionar el Estado, más no de hacer transformaciones estructurales”.
Si bien se logró la aprobación del aumento paulatino del salario mínimo, la reducción de la jornada laboral y el pago cero en los servicios de salud estatales, aún hay dos reformas clave sin concretar: la tributaria y la de pensiones.
En marzo pasado, la Cámara de Diputados rechazó un proyecto gubernamental para recaudar 3,6 por ciento adicional del Producto Interno Bruto a través del aumento de los impuestos, entre ellos el gravamen a la riqueza.
Con este plan pensaban financiar programas para reducir las listas de espera en los hospitales, destinar más recursos a la enseñanza y otras demandas de la población, que en 2019 se lanzó a las calles para reclamar transformaciones en uno de los países más desiguales de la región.
Tampoco se logró aprobar la iniciativa ingresada en el Congreso para cambiar el sistema previsional, algo necesario si se tiene en cuenta que uno de cada cuatro jubilados recibe montos por debajo de la línea de pobreza.
CHILE ANTE EL PRÓXIMO REFERENDO
El 17 de diciembre los chilenos deberán volver a las urnas para decidir si aprueban o rechazan el proyecto de carta magna elaborado por el Consejo Constitucional, donde la extrema derecha y la alianza conservadora Chile Vamos hicieron valer su mayoría para imponer polémicas enmiendas.
Entre estas figura la que atenta contra la legislación vigente sobre la interrupción voluntaria del embarazo en caso de violación, peligro para la vida de la madre o inviabilidad fetal.
El texto también se opone a la negociación colectiva de trabajo, el derecho a huelga y la libertad sindical e intenta beneficiar a las instituciones de salud privadas que han convertido este servicio en un negocio.
Otro de sus puntos controvertidos es el que prevé beneficios para los presos condenados por delitos de lesa humanidad durante el régimen de Pinochet.
En opinión de dirigentes políticos y sociales, la propuesta de carta magna es peor que la impuesta a sangre y fuego en tiempos de la dictadura.
Hasta ahora la totalidad de las encuestas coinciden en la oposición de la ciudadanía a la propuesta de ley fundamental y el más reciente sondeo realizado por la firma UDP&Feedback revela que 53 por ciento votará en contra del texto y 34 a favor.
Para los analistas el plebiscito servirá para medir la fuerza del líder de los Republicanos, José Antonio Kast, ya que si se aprueba su figura sería realzada, en cambio un rechazo podría disminuir su influencia.
Aún se desconoce qué impacto podría tener el triunfo de Javier Milei en Argentina, en las aspiraciones presidenciales de Kast,uno de los primeros en felicitar al mandatario electo y quien fue invitado a la toma de posesión.
ULTRADERECHA EN AMÉRICA LATINA
Durante una visita a Chile en septiembre pasado para participar en los homenajes al expresidente Salvador Allende, el politólogo argentino Atilio Borón ofreció una entrevista a Prensa Latina donde, entre otros temas, abordó el fenómeno de la ultraderecha.
Atilio conoce bien este país, aquí vivió y estudió en su juventud seis años, antes y durante el gobierno de Allende, y ha visitado Chile en numerosas ocasiones, invitado a dar conferencias en universidades y otras instituciones.
Al referirse a las causas del avance de las ideologías ultraconservadoras, explicó que en las últimas décadas los gobiernos de la Concertación (1990-2010) y de la Nueva Mayoría (2014-2018) dejaron un saldo negativo, una sociedad muy endeudada.
Entonces, si no hay en el arco político del progresismo una respuesta firme a los reclamos populares y la izquierda deja de hacer lo que debe, la revancha de la derecha es inevitable y aparecen estos personajes siniestros.
Esto pasa con Kast en Chile, con Jair Bolsonaro en Brasil o Javier Milei en Argentina, dijo.
Para el escritor y analista político el problema no es de la gente, sino del fracaso de la dirigencia progresista, la cual se ha quedado corta en la capacidad de proponer una idea capaz de enamorar a la ciudadanía y hacerla partícipe de una épica de transformación social.
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