miércoles 14 de mayo de 2025

Faro Roncali, vigía del estrecho de Yucatán y del mar Caribe (+Fotos)

Guanahacabibes, Pinar del Río, Cuba (Prensa Latina) Justo donde convergen las aguas del estrecho de Yucatán y del mar Caribe, se encuentra ubicado el cabo de San Antonio, extremo más occidental de Cuba, y allí como vigía de los marineros, se erige el Faro Roncali.

Por Teyuné Díaz Díaz

Redacción Economía

Fotos Panchito González, Prensa Latina

En entrevista con Prensa Latina, el responsable de programa de Uso Público y Educación Ambiental del Parque Nacional de Guanahacabibes, Mario Borrego, explicó que el faro es considerado la principal joya arquitectónica de los tiempos de España al indicar por donde, comienza o termina Cuba, e identificar al municipio de Sandino, occidental provincia de Pinar del Río.

Roncali está situado en una de las regiones de mayor biodiversidad en sus zonas terrestres y marinas, la península Guanahacabibes. Lugar declarado por la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco) como Reserva de la Biosfera desde 1987 y, además, uno de los 14 Parques Nacionales.

La tierra más cercana al cabo de San Antonio es la península de Yucatán -a 210 kilómetros (km)- de ahí que frente a esas costas, el entonces capitán General Federico Roncali, ordenara en 1849 la construcción del faro ante la demanda existente para la indicación de la navegación segura, al ser una zona de frecuentes naufragios y ataques de piratas, precisó.

UN POCO DE HISTORIA Y DE CURIOSIDADES

Aunque la propuesta de la edificación databa de 1844, continuó, solo cinco años después comenzó la ejecución de la obra, y es a partir del 15 de septiembre de 1850 que comienza a dar luz a los navegantes.

La construcción fue un proceso complejo dado la topografía del terreno, y se emplearon piedras redondeadas de 25 centímetros de grosor extraídas de unas canteras cercanas al sitio, y además, entre sus obreros figuraron peones chinos, comentó Borrego.

Dada la lejanía y difícil acceso al lugar, acotó, fue necesario edificar un muelle de unos 100 metros de extensión, el cual sirvió para la entrada de los materiales, y también requirió levantar barracas para que los trabajadores pudieran pernoctar.

De la base hasta la cima la torre tiene una altura tiene 25 metros, y justamente, desde la cúpula se pueden observar los más bellos atardeceres, una de las razones por las cuales se dice que allí se guarda el sol de Cuba, aseguró Borrego.

A la torre de piedra se accede por una escalera de hierro de 72 peldaños y mediante los cuales se enlazan los pisos del faro, con la particularidad que para su ascenso es necesario quitarse los zapatos, en aras de conservar la higiene.

Llegada la noche, dijo, el alcance de la luz es de unas 17 millas con destellos de 10 segundos y ocho de oscuridad.

Comenta Borrego que en sus inicios el haz de luz se lograba mediante la combustión, nada menos que, de aceite de oliva en unas enormes ollas aún conservadas en el sitio como patrimonio.

Luego con el pasar de los años, importaron desde Francia una lámpara construida con varios prismas y lentes cóncavas.

Fenómeno físico que cuando la luz atraviesa la curvatura divergente de los vidrios, permite a los haces luminosos que inciden paralelamente sobre una de sus caras desviarse hacia fuera, y para lograr la efectividad de ese proceso se acopló un procedimiento mecánico, con similar principio a las maquinarias de un reloj.

Los primeros 22 años de la torre fueron muy difíciles para las personas que trabajaban en el faro -ciudadanos de la colonia española- pues vivían en la misma estructura y en cada uno de los balcones habitaban los fareros, relató el investigador como dato curioso.

Solo en 1872, amplió, se construyó una casa grande para los trabajadores, la cual en 1943 comenzó a fungir como estación meteorológica de intercambio regional con el área del Caribe y con México.

Otra singularidad del cabo es que allí se encuentra el cementerio más pequeño de Cuba, ubicado en la costa entre la primera de marea y el acantilado, hasta que en 1910 pasó un huracán muy grande conocido como “el huracán de los cinco días” que arrasó con el camposanto, narró el experto.

Curioso también es que durante muchos años los torreros se encargaban de los entierros y las exhumaciones, pero en 1920 finalmente fueron escuchadas sus numerosas quejas con el argumento de que no hay correspondencia entre el trabajo del faro y esas tareas.

Por lo agreste del lugar, las posibilidades para llegar al cabo de San Antonio eran por vía marítima o a pie por caminos intransitables y peligrosos. De ahí que la principal comunicación se efectuara por vía marítima por la costa norte desde Arroyo de Mantua, un recorrido en barco que duraba de nueve a 19 horas cada 15 días para traer los suministros y la correspondencia.

Aunque actualmente el recorrido en carretera es accidentado y extenso, es una experiencia única el privilegio de observar desde la cima del Faro Roncali donde convergen las aguas del estrecho de Yucatán y del mar Caribe.

arc/tdd

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