Por Lianet Arias Sosa
Corresponsal jefa en México
En el primero de esos casos, la expresión de “un tiro en el pie” usada por el secretario de Economía de este país latinoamericano, Marcelo Ebrard, tal vez sea la más ajustada para definir las consecuencias sobre su propio país de la amenaza del presidente electo de la nación norteña, Donald Trump.
El próximo mandatario estadounidense prometió colocar impuestos de 25 por ciento a todos los productos provenientes de México y Canadá desde el primer día de su administración, en enero del año venidero, debido a la inmigración ilegal y el “crimen y las drogas”, según dijo.
“No es con amenazas ni con aranceles como se va a atender el fenómeno migratorio ni el consumo de drogas en Estados Unidos. Se requiere de cooperación y entendimiento recíproco a estos grandes desafíos”, le respondió en una carta la jefa de Estado mexicana, Claudia Sheinbaum.
Advirtió, asimismo, que “a un arancel, vendrá otro en respuesta, y así, hasta que pongamos en riesgo empresas comunes”.
De hecho, México no es solo el primer socio comercial del vecino país, sino que entre los principales exportadores de la nación latinoamericana hacia Estados Unidos están nada más y nada menos que las estadounidenses General Motors, Stellantis y Ford Motor Company.
Cuando Trump habla de este tema, lo que está diciendo es “vamos a ponerles un impuesto a las empresas norteamericanas más importantes del mundo, porque producen en México y exportan” hacia allá, ilustró el secretario de Economía, Marcelo Ebrard.
Datos con base en consultas a la industria automotriz y de autopartes divulgados por el titular aseguran que Estados Unidos perdería unos 400 mil empleos y se reduciría su crecimiento de concretarse la subida de aranceles anunciada por Trump.
Según el funcionario, si Canadá y México pusieran otros impuestos similares –lo augurado por muchos especialistas-, también perjudica a estas tres empresas, pues resultan las que más venden a la nación latinoamericana partes automotrices.
La medida “afecta primordialmente a este complejo industrial y tecnológico cuyos principales exponentes son estos tres grandes grupos de los propios Estados Unidos. O sea, es un tiro en el pie”, resumió al intervenir en la habitual conferencia de prensa de Sheinbaum.
Si ello no fuera suficiente, recordó que el 88 por ciento de las pick ups vendidas en la vecina nación norteña provienen de México y las tres principales marcas son las mencionadas, de modo que se prevé un incremento en promedio de tres mil dólares por unidad, aproximadamente, en el mejor escenario.
Los aranceles, en definitiva, golpearían también a los consumidores estadounidenses.
Sheinbaum ha insistido en que las economías de ambas naciones y la de Canadá se complementan y benefician a través del acuerdo trilateral T-MEC, ha catalogado como única esa relación comercial y ha considerado que los tres países deben protegerla.
Datos oficiales señalan que los estados fronterizos a ambos lados de la línea de más de tres mil kilómetros entre México y su vecino del norte representarían la cuarta economía mundial si fueran tomados como una unidad, mientras los tres territorios del T-MEC constituyen el 30 por ciento del Producto Interno Bruto del orbe.
“La única manera de competir con otras regiones del mundo es mantener y fortalecer el tratado comercial” de Norteamérica, sentenció la presidenta.
MIGRANTES AYUDAN A ECONOMÍA ESTADOUNIDENSE
En momentos en los que Trump amaga igualmente con deportaciones masivas, Sheinbaum calificó de excepcional el trabajo de sus connacionales en Estados Unidos y afirmó que esas personas ayudan a desarrollar la economía de aquel país.
“Nuestros paisanos y paisanas son héroes y heroínas de la patria, que desde allá ayudan a las familias mexicanas, pero que se oiga bien y se oiga fuerte: ayudan a desarrollar la economía de Estados Unidos”, subrayó durante un acto en la fronteriza ciudad de Nuevo Laredo, en el estado de Tamaulipas.
Cifras del Peterson Institute for International Economics (PIIE), con sede en Washington, le dan la razón.
Según el instituto, el 80 por ciento de los salarios que los cerca de 37 millones de mexicanos ganan en aquel país se consumen allí y, si dejaran de hacer esto, la economía estadounidense se contraería en más de un punto de su Producto Interno Bruto.
“Eliminar el consumo de las y los trabajadores mexicanos sería equivalente a destruir el valor generado por la totalidad de la agricultura, la pesca y la silvicultura de Estados Unidos”, apunta una publicación sobre el aporte de estos en la nación angloparlante.
Si la migración legal se redujera en 50 por ciento a lo largo de una década, añade, la deuda del seguro social en el territorio del Norte aumentaría 13 por ciento, sumando pérdidas de 1,5 billones de dólares en 75 años.
En cambio, de aumentar en 200 mil inmigrantes al año, la solvencia del seguro social se extendería por dos años incrementando sus reservas en 284 mil millones de dólares durante una década.
Los migrantes que llegan sin documentos contribuyen en 13 mil millones de dólares anualmente al seguro social de Estados Unidos, debido a que la mayoría no reclama beneficios, refiere el PIIE, al plantear que el 92 por ciento de ese monto termina favoreciendo a nativos de aquella nación.
Un editorial del diario La Jornada difundido a principios de este mes sintetizó esta realidad.
Si Trump “desea proteger los intereses de su país debe comenzar por la identificación de los verdaderos desafíos a su competitividad, como la falta de mano de obra que el magnate empeorará si cumple la baladronada de expulsar a los millones de migrantes que sostienen sectores estratégicos de su economía”, subrayó.
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