Por Verónica Núñez Lastres
Redacción de Cultura
Su fama confunde a quienes conocen su trágica historia; lejos del triunfo, Van Gogh nunca encontró en vida un lugar entre los grandes, y murió a los 37 años sin ver el impacto real de sus obras.
No puedo hacer nada si mis cuadros no se venden, pero llegará el día en que la gente verá que valen más que el coste de la pintura y mi sustento, que, aunque poco, hemos invertido, profetizó a su hermano Theo en una carta escrita en 1888.
A 135 años de su fallecimiento, el Museo Van Gogh de Ámsterdam inauguró este octubre una exposición sobre su amistad con el cartero Joseph Roulin y la Casa Mattel lanzará al mercado en noviembre una muñeca Barbie inspirada en la pieza La noche estrellada.
El pintor neerlandés nació en Zundert el 30 de marzo de 1853, sintiéndose el sustituto del primogénito de sus padres, un bebé que nació muerto en la misma fecha del año anterior. Mi juventud fue triste, fría y estéril, describió en su momento.
No fue un prodigio del arte desde su nacimiento; la propia biografía virtual del museo homónimo explica que dibujaba de vez en cuando, pero sin mostrar ningún talento especial.
Abandonó los estudios durante la enseñanza secundaria (1867-1868) y comenzó a trabajar de aprendiz en la empresa internacional de marchantes de arte Goupil&Cie; perfeccionó las habilidades artísticas con el apoyo económico de su hermano menor Theo.
Tomó clases de pintura en La Haya con el artista Anton Mauve, su primo político, quien lo educó en los fundamentos de la acuarela y el óleo, y estudió en la Real Academia de Bellas Artes de Amberes (1885), en Bélgica.
Con Theo intentó vender las primeras obras en el mercado artístico parisino, mas los franceses inclinaban sus gustos hacia el color, y sus pinturas aún distaban bastante de esa preferencia.
Van Gogh era temperamental y en cierto punto inestable, la correspondencia con su hermano lo demuestra; los constantes traslados a distintas locaciones denotan dificultad para adaptarse, fuera por razones emocionales, personales, académicas o económicas.
Al mudarse a París en 1886, cambió la oscuridad de su paleta de colores por tonos más brillantes; esta evolución se aprecia al comparar dos de sus obras: Los comedores de patatas (1885) y La Moulin de la Galette (1886).
Los protagonistas también cambiaron; experimentó con temas más comerciales, como los retratos, en los que él era su propio modelo porque contratar personas resultaba costoso; asimismo encontró una nueva inspiración en la xilografía japonesa, apunta el museo.
Si bien es cierto que en el sur de Francia empeoró su inestabilidad mental y debido a una intensa discusión con su compañero de vivienda en La Casa Amarilla, el pintor Paul Gauguin, se cortó una oreja, la colaboración entre ambos generó resultados excepcionales.
Luego del fatal incidente, Van Gogh ingresó en el hospital psiquiátrico Saint Paul de Mausole (1889-1890), donde creó algunas de sus obras más emblemáticas, como Lirios, Autorretrato, El dormitorio en Arlés o La noche estrellada.
Al salir del sanatorio viajó al norte del país y allí se dedicó por completo a su arte; pintó jardines y trigales del pueblo de Auvers-sur-Oise, donde compartió con otros artistas y estaba bajo los cuidados del médico Paul Gachet.
Van Gogh nunca se recuperó por completo de los males psicológicos y económicos que lo acompañaban; en 1890 Theo le comunicó su deseo de emprender un negocio propio, lo que aumentó sus penurias debido al riesgo que esto suponía.
Suelo intentar mantener el buen humor, pero mi vida también está siendo atacada de raíz, mi paso también flaquea, expresó a Theo, quien junto a su esposa Jo intentó tranquilizarlo, lo que fue en vano.
El 27 de julio Vincent Van Gogh se disparó en el pecho; falleció a causa de las heridas dos días después y dejó para la historia del arte más de 850 pinturas y casi mil 300 obras sobre papel.
Theo falleció medio año después de su hermano; su esposa Jo quedó a cargo de las pinturas de Vincent y es la mujer detrás de su éxito póstumo gracias a exposiciones, ventas estratégicas y la mayor retrospectiva en exhibición realizada, con más de 480 obras en el Museo Stedelijk de Ámsterdam.
Tras la muerte de Jo en 1925, su hijo con Theo, Vincent Willem, prestó las pinturas al mismo museo en 1930; en 1962 se trasladó la colección a la Fundación Vincent van Gogh y 11 años después la reina Juliana inauguró el museo homónimo el 2 de junio.
Cerca de dos millones de personas visitan la institución cada año; sus pinturas andan por las calles impresas en bolsos, aretes, pulóveres, pegatinas; adornan casas, espacios de entretenimiento y hasta un grupo musical lleva por nombre uno de los episodios más bizarros de su vida: La Oreja de Van Gogh.
Sobre el lugar de Van Gogh en la historia del arte, memorables resultan las palabras del personaje ficticio Doctor Black, curador del Museo d’Orsay en París, durante la quinta temporada de la serie británica Doctor Who, cuando Vincent viaja al futuro y ve por sí mismo su legado:
Para mí, es el mejor pintor de todos; con certeza, el más popular y más amado de toda la historia; su uso de colores es increíble; él transformó el dolor de su atormentada vida en el éxtasis de la belleza; nadie ha hecho eso antes y quizás nadie lo haga de nuevo.
arb/Mml/vnl