Aunque la Casa Blanca asegura que sus esfuerzos se centran en garantizar un sistema de inmigración “justo, ordenado y humano”, lo cierto es que todavía hay pocas opciones para los indocumentados que llegan a la frontera sur en busca de asilo.
A inicios del verano, la vicepresidenta Kamala Harris visitó Guatemala para analizar las causas y posibles soluciones de la crisis fronteriza. Desde allí, lanzó una advertencia severa y clara a los migrantes: “No vengan”.
Dos meses más tarde los indocumentados se amontonan a las puertas de Texas y otros estados que colindan con México, muchas veces después de semanas de travesías por la selva centroamericana y de lucha por la supervivencia.
Solo en julio el Departamento de Seguridad Nacional (DHS, por sus siglas en inglés) reportó que 210 mil individuos llegaron a la frontera, muchos de los cuales fueron expulsados bajo el Título 42 de la era de Donald Trump (2017-enero, 2021).
La medida permite a las autoridades migratorias deportar a quienes traten de ingresar por vía terrestre. Esto ocurre si los individuos son detectados tanto en los puntos migratorios oficiales como en los cruces irregulares.
De acuerdo con la Casa Blanca, el gobierno intenta trazar un camino distinto al de la administración anterior y se centra en tener políticas “justas y humanas”.
Es muy duro oírlos hablar de humanidad, mientras refuerzan los mensajes públicos para desalentar la migración y mantienen políticas xenófobas del anterior mandato, dijo Taylor Levy, un abogado de inmigración con sede en California.
Durante su campaña presidencial, Biden aseguró que erradicaría esta y otras estrategias que ponen en riesgo la vida de los migrantes, pero incumplió su promesa.
El 31 de julio, el DHS reanudó los vuelos de expulsión acelerada para las familias que llegan a la frontera. El anuncio se sumó la orden del gobernador de Texas, Gregg Abbott, para detener cualquier vehículo del cual se sospeche que transporta migrantes.
Son deportados con niños en brazos y las pocas pertenencias en bolsas de plástico. No entienden su repentina llegada a un tercer país en menos de 24 horas, relató la periodista Sonia Pérez en Los Ángeles Times.
En parte, ése es el punto, desorientarlos y disuadirlos de intentar llegar nuevamente a la frontera sur.
LA LISTA DE ESPERA EN MÉXICO
Estados Unidos mantiene una verdadera cacería de brujas contra quienes intentan llegar al país desde América Latina. No basta con empujarlos hacia el otro lado de la frontera, en parajes desconocidos. Ahora también les exigirán “quedarse allí”.
El 24 de agosto la Suprema Corte reinstauró el polémico programa Quédate en México, que fue ideado por Trump en 2019.
La política, cuyo nombre oficial es Protocolos de Protección a Migrantes (MPP, en inglés), obliga a decenas de miles de solicitantes de asilo aguardar sus audiencias al sur del río Bravo, un proceso que suele tardar meses o años.
En su primer día en la Casa Blanca, Biden suspendió las inscripciones para ese programa por el que la administración preveía enviar a más de 60 mil indocumentados hacia México. Su restitución por la Corte Suprema es un revés para el ejecutivo.
Hoy el Centro Legal para la Pobreza del Sur (SPLC, por sus siglas en inglés) contabiliza más de 20 mil personas que aguardan por una respuesta a su pedido en comunidades mexicanas fronterizas, donde corren muchos riesgos para sus vidas. Mientras cumplen la larga espera, los migrantes se exponen a la violencia, la xenofobia y la prostitución. Muchas veces son estafados, o hacen pactos con narcotraficantes para sobrevivir, alertó Sonia Pérez.
Estados Unidos es el único país con una medida similar entre centenares de naciones que honran el proceso de asilo, añadió la juez Cynthia Bashant, del Distrito Federal del Sur de California.
Bashant cuestionó que las autoridades fronterizas implementen por sí mismas esa medida, cuando esta es una decisión que debiera autorizar el Congreso.
Expertos aseguran que la ley estadounidense y los principios internacionales requieren que los solicitantes de asilo reciban una audiencia en el momento en que se presentan en la frontera.
El mundo mira indiferente cómo los indocumentados quedan a su suerte y hacinados en albergues en plena pandemia de la Covid-19, causada por el coronavirus SARS-CoV-2.
Recientemente, la Organización Internacional para las Migraciones (OIM) informó que no acompañará a los migrantes a Estados Unidos debido al restablecimiento del MPP.
El presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, expresó su voluntad de “ayudar y cuidar a los migrantes”, en particular en el sureste del país, pero reconoció que “este apoyo no puede ser eterno”.
¿UNA CRISIS DE BIDEN?
En tanto, el mandatario norteamericano está entre dos aguas. El partido demócrata le exige que elimine toda reminiscencia de la era Trump, mientras que los republicanos demandan más mano dura y culpan a la administración por la crisis en la frontera.
“Esta situación humanitaria surgió tras las políticas del nuevo gobierno”, acusó el líder de la minoría republicana de la Cámara de Representantes Kevin McCarthy, fiel defensor de la creación del muro fronterizo entre Estados Unidos y México.
De acuerdo con medios oficiales, más allá de encontrar culpables, lo cierto es que Biden enfrentó múltiples crisis en agosto, y solucionarlas será fundamental para su legado.
La CNN enumeró como retos para el actual gobierno la crisis de Afganistán, el aumento de contagios por Covid-19, la inflación, el camino incierto de su amplia agenda de infraestructura y, no por último menos importante, los crecientes intentos de cruces de frontera.
IMPACTO DEL CAMBIO CLIMATICO Y LA PANDEMIA
Un estudio de la Organización Internacional para las Migraciones publicado a finales de agosto, mostró que indocumentados latinoamericanos que emprendieron su camino hacia Estados Unidos este año tenían algo en común: perdieron todo ante el paso de huracanes.
Después de entrevistar a miles de individuos, la dependencia de la Organización de Naciones Unidas (ONU) añadió el cambio climático a las causas ya conocidas que impulsan la migración como la pobreza, la violencia y la discriminación.
“Cada vez más personas buscan emigrar para dejar atrás los desastres causados por fenómenos meteorológicos extremos”, resaltó la OIM y ejemplificó que la migración desde el Triángulo Norte se exacerbó luego de que los huracanes Iota y Eta azotaran la región en noviembre del 2020.
La periodista de la CNN Alice Driver comprobó esta realidad con testimonios de quienes sufrieron el embate en primera persona. “Niñas de apenas 12 años me contaron cómo sus pueblos se sumergieron bajo el agua”, reportó al diario.
Eta e Iota destruyeron los hogares y medios de subsistencia de más de seis millones de hondureños, guatemaltecos y salvadoreños.
Aunque Estados Unidos es el principal destino de los migrantes internacionales desde 1970, no hay dudas de que el cambio climático catapulta las migraciones irregulares, a pesar de los peligros de la travesía, explicó la OIM en el informe.
El Centro Internacional para el Desarrollo de Políticas Migratorias (Icmpd) considera que la pandemia del coronavirus también ocasionó profundas alteraciones a nivel social, económico y político en la región de América Latina.
“La Covid-19 interrumpió vías de movilidad, dejó varados a los migrantes, destruyó empleos y fuentes de ingresos, empujó a millones de personas vulnerables a la pobreza”, explicaron analistas de la institución.
La migración no acabará. Por el contrario, la pandemia agravará los desequilibrios económicos mundiales y regionales, y aumentará la presión sobre las personas para que migren en busca de una vida digna o un futuro mejor, concluyeron.
En ese contexto, Biden deberá probarse como líder y tomar las riendas de un país que aún sufre las secuelas de Trump, su odio desmedido y xenofobia.
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*Este trabajo contó con la colaboración de PLTV, el departamento de Fotografía, la editora Amelia Roque, el jefe de la Redacción Internacional, Antonio Rondón, y la webmaster Wendy Ugarte.