Esta nación andina cuenta con los llamados “Cuatro Mundos”: Sierra, Costa, Amazonía y las Islas Galápagos, declaradas en 1978 como primer patrimonio natural de la humanidad por la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco).
En solo 24 horas se puede visitar un exuberante bosque, ríos, cascadas, playas, selva amazónica, picos nevados, volcanes y el exótico archipiélago de Galápagos con sus tortugas gigantes, lobos marinos e iguanas, entre otros animales, además de disfrutar de una flora diversa y colorida.
Por su parte, el Código Orgánico del Ambiente reconoce varias categorías de manejo del Sistema Nacional de Áreas Protegidas, divididas en: Parques Nacionales, Refugio de Vida Silvestre, Reserva de Producción de Fauna, Área Nacional de Recreación y Reserva Marina.
Tanto encanto natural hace del país un paraíso y parada elegida por turistas de todas las latitudes, por sus importantes espacios, que, además, buscan conservar paisajes, ecosistemas, especies autóctonas y sus grandes unidades ecológicas.
En ese entorno, suman 14 los parques nacionales, territorios con alteraciones mínimas y tolerantes con la presencia humana, lo cual favorece la preservación y protección de los recursos naturales y sus servicios ecosistémicos en bienestar de la colectividad.
Con tres millones 857 mil 164 hectáreas, una de las principales características de esas zonas es que albergan diversidad de especies de flora y fauna, lo cual facilita la investigación científica, la educación ambiental y el turismo sostenible.
“Las áreas protegidas tienen un valor incuantificable en materia de conservación del patrimonio natural, son sitios que nos aseguran la provisión de agua, un ambiente sano y permite el desarrollo sostenible de la población”, aseguró Gustavo Manrique, ministro del Ambiente, Agua y Transición Ecológica.
PARQUES NACIONALES DE ECUADOR
Uno de los primeros sitios que ganó el reconocimiento de Parque Nacional está ubicado en las islas Galápagos, donde coexistían, en 2003, cerca de 560 plantas nativas, de ellas 180 endémicas.
Su fauna también destaca por especies únicas como cormoranes, gavilán de Galápagos, tortugas gigantes, pingüinos, iguanas terrestres y marinas, además de al menos 17 especies de mamíferos, 152 aves, 22 reptiles y cerca de dos mil invertebrados.
La lista aumentó con las certificaciones de Machalilla, en la provincia de Manabí, una de las áreas protegidas continentales más visitadas del país, sobre todo para el avistamiento de ballenas, espectáculo único, a juicio de muchos.
También tienen esa categoría Cayambe-Coca, cuyo territorio abarca cuatro provincias: Imbabura y Pichincha (en la Sierra), Sucumbíos y Napo (en la Amazonía) y refugio del oso de anteojos, así como Cotacachi-Cayapas, considerada la zona de conservación más importante en los Andes occidentales del Ecuador.
Resaltan además Cotopaxi, Antisana y Sangay, Parques Nacionales ubicados en los alrededores de esos dos volcanes, cuyas majestuosas vistas cautivan a visitantes locales y foráneos.
Llanganates, sitio sagrado de los indígenas de la comarca de Rumiñahui, y centro ceremonial tras la ocupación Inca; el Cajas, con impresionantes valles glaciares, páramos, bosques y una red de prístinos lagos de montaña, y Podocarpus, especial para montañismo, acampada y cicloturismo, amplían la lista.
Yacuri, Sumaco-Napo-Galeras y Río Negro Sopladora también recogen encantos que convierten a esos lugares en adecuados espacios para el ecoturismo, siempre que se respete el entorno y a sus habitantes.
Finalmente, el inmenso Yasuní, considerado uno de los principales pulmones del planeta, con una gran reserva de agua dulce y último refugio de los pueblos indígenas tagaeri y taromenane, en aislamiento voluntario o no contactados.
Todos constituyen áreas terrestres o marinas, con más de 10 mil hectáreas que incluyen uno o más ecosistemas en estado natural, con leve alteración y poca presencia humana, que pueden incluir recursos histórico-culturales, integrados en ambientes con diversidad de especies y recursos genéticos silvestres.
AMENAZAS
Pese a todo el trabajo que realizan las comunidades ubicadas en las zonas de las áreas protegidas y parques nacionales, existen amenazas latentes.
La minería realizada mayormente por medio de adjudicaciones, la deforestación, agricultura insostenible y la contaminación son elementos que también ejercen presiones severas sobre los recursos naturales de algunos parques.
A esos problemas se suman litigios por territorio, asuntos relacionados con la tenencia de la tierra, la caza furtiva, extracción ilegal de especies de flora y fauna y la falta de conciencia ambiental entre las instituciones, comunidades y empresas.
También preocupa considerablemente la lista de especies en alguna categoría de amenaza, que incluye mil 252 vertebrados, de ellos 217 mamíferos, 238 aves, 276 reptiles y 521 anfibios, según datos del Ministerio de Ambiente, Agua y Transición Ecológica.
Entre las causas directas de esa situación constan la destrucción y fragmentación de hábitats naturales, la sobreexplotación, el tráfico ilegal y la introducción de especies exóticas.
Algunos de los animales en peligro son la vicuña, jaguar, oso de anteojos, primates, tapir, pecarí, nutria gigante, manatí amazónico, ballena azul, algunas especies de ranas, cóndor andino, águila harpía, jaguar, oso hormiguero gigante, lobo peletero y albatros de Galápagos.
CONSERVACIÓN
La preservación de esas y otras áreas protegidas forma parte de la agenda del gobierno y es atendida principalmente por el Ministerio del Ambiente, junto a la cartera de Turismo, que desarrollan varios programas de sensibilización ciudadana con la protección de la naturaleza.
Especialistas indican que las áreas donde se debe concentrar el trabajo son: contaminación ambiental, deforestación, sobrepesca, sobreexplotación de otros recursos naturales, riesgo de inundación, desertificación, destrucción del paisaje, pérdida de biodiversidad y recursos genéticos.
Los centros de estudios superiores constituyen parte del esfuerzo por el cuidado, con proyectos de investigación y educación.
A la par, desde las comunidades residentes en esas áreas megadiversas son múltiples las voces que demandan mayor atención del estado, pues pese a los programas concebidos, continúan las adjudicaciones para la exploración o explotación de recursos, lo cual facilita ilegalidades con la flora y fauna autóctona, además de afectarlas.
La industrialización versus el mantenimiento de áreas prístinas, sigue siendo uno de esos dilemas en la lucha por mantener con calidad de vida uno de los mayores espacios naturales y diversos del planeta.
rmh/scm
