Por esa razón, una actitud responsable consiste en tener mayor eficiencia energética en la vida diaria.
También es cierto que en la medida que una sociedad es más desarrollada consume más energía, en la mayoría de los casos de forma ineficiente, pero solo tenemos un planeta y, lo que podemos hacer, está restringido por los recursos disponibles.
Ello significa que, al generar energía de fuentes renovables, como la eólica, la solar o la hidráulica, no se produce combustión y, por tanto, no se emiten gases nocivos para la naturaleza y la salud de los que habitamos en él.
El sol seguirá existiendo durante miles de millones de años y el viento soplará mientras la tierra gire, lo mismo sucede con el mar y el agua, especialmente mientras conservemos el equilibrio del planeta.
Una convivencia que no altere los recursos de la Tierra, permite tener la energía necesaria para continuar el avance tecnológico y mejorar nuestro modo de vida, sin gastar los recursos del planeta.
Afortunadamente existe mayor conciencia de la importancia de las fuentes renovables y la eficiencia energética como mecanismos fundamentales para abordar el cambio climático, la creación de nuevas oportunidades económicas y proporcionar acceso a la electricidad para millones de personas que aún viven sin ese servicio.
AVANCE GLOBAL INDETENIBLE
Estimaciones de la Agencia Internacional de Energía en 2014 indicaron que para el 2040 la demanda se incrementará en un 60 por ciento y en correspondencia con ello la Asamblea General de las Naciones Unidas lanzó la apuesta de duplicar la participación de las fuentes renovables en el sistema energético desde el 18 por ciento en 2010 al 36 por ciento en 2030.
Por ese camino imparable, la Agencia Internacional de Energías Renovables (Irena) reveló que en 2016 las energías renovables (en lo adelante ER) proporcionaron un estimado de 19.3 por ciento del consumo mundial, comportamiento que en 2020 fue de cerca de un 50 por ciento por encima.
Este incremento es impulsado por el aumento en la relación costo-competitividad lo cual hace que en muchos países eso sea compatible con las fuentes de energía convencional.
No obstante, el crecimiento de las ER sigue siendo moderado en virtud de los subsidios que aún reciben los combustibles fósiles y la energía nuclear, particularmente en los países en vía de desarrollo.
Datos publicados por Irena sobre el crecimiento de las ER a nivel mundial muestran la validez de estas tecnologías: China, que ya es el mercado más grande del mundo para las energías renovables agregó el pasado año 136 gigawatt (GW), en especial la eólica (72 GW) y la solar (49 GW).
En tanto, Estados Unidos instaló 29 GW de renovables, e incluyó 15 GW con fuente en el sol y 14 GW generados por el aire.
Con esos registros ambas naciones se convirtieron en las de crecimiento más sobresaliente en 2020, respaldado por la caída de los costos y el abaratamiento de las tecnologías.
Por su parte África continuó una expansión constante con un aumento de 2,6 GW, un poco más que en 2019, mientras que Oceanía fue la región de más rápido crecimiento (+ 18,4 por ciento), aunque su participación en la capacidad mundial es pequeña y casi toda se produjo en Australia.
En el caso de América Latina y el Caribe su generación eléctrica estuvo apoyada en un 59 por ciento en fuentes renovables, con una alta concentración de la hidroelectricidad.
A nivel mundial en el pasado año la incorporación de capacidad renovable ascendió en un 45 por ciento, a 280 GW, el mayor desde 1999, y fue “la única fuente de energía para la que aumentó la demanda, mientras que el consumo de todos los demás combustibles disminuyó”, ponderó Irena en su informe anual.
Tal desempeño fue posible gracias a que casi dos tercios- el 62 por ciento- de esas tecnologías resultaron menos costosas que el combustible fósil más económico, comportamiento que seguirá año tras año, comentó recientemente el director general de ese organismo, Francesco La Camera.
Con esos resultados es alentador que cada vez más naciones opten por impulsar sus economías con energías renovables, y sigan el camino de alcanzar emisiones netas cero para 2050.
Irena considera que el hecho de que las renovables sean menos costosas permitirá a los países desarrollados y en desarrollo eliminar el carbón, satisfacer las crecientes demandas de energía, ahorrar dinero, crear puestos de trabajo y detener la emisión de aproximadamente tres gigatoneladas de CO2 cada año.
Esta última cifra supone el 20 por ciento de lo que se necesita para reducir las emisiones hasta 2030 y evitar una catástrofe climática.
2020, EL AÑO DE LAS RENOVABLES
El pasado año, las energías renovables alcanzaron un récord de 200 gigavatios, mientras el resto del sector se contrajo en medio de la recesión provocada por la pandemia de la Covid-19, la cual provocó una caída del 8,8 por ciento en la demanda de petróleo y de un cinco en la de carbón, en comparación con el 2019.
Tal fue el empuje de esas tecnologías que el director general de Irena calificó al 2020 como el inicio de la década de las renovables, con una capacidad mundial de generación ascendente a 2.799 GW, con la hidroeléctrica en primer lugar (1.211 GW), aunque la solar y la eólica se ponen al día rápidamente.
El incremento de esas tecnologías limpias fue imputable al desmantelamiento neto de la generación a partir de combustibles fósiles en Europa, Norteamérica y por primera vez en Eurasia (Armenia, Azerbaiyán, Georgia, Federación Rusa y Turquía).
Para 2020 el crecimiento total de los combustibles fósiles cayó a 60 GW frente a los 64 GW del año anterior, lo que pone de relieve la continua tendencia a la baja.
“Estas cifras cuentan una historia extraordinaria de resiliencia y esperanza. A pesar de todas las dificultades y la incertidumbre que trajo el 2020, la energía renovable emergió como un motivo de innegable optimismo de cara a un futuro mejor, más equitativo, resiliente, limpio y justo, y hay señales de que lo estamos aprovechando”, afirmó La Camera.
Como todo parece indicar, ese impulso es imparable, pero al igual que en numerosos otros sectores que mueven al mundo queda mucho por hacer, teniendo en cuenta que la perspectiva de 1.5 grados demuestra la urgencia de reorientar esa transición energética con inversiones significativas si se quiere cumplir los objetivos del 2050.
El incremento del 10,3 por ciento de la capacidad instalada representa una expansión que supera las tendencias a largo plazo, que apuntaban a un crecimiento interanual más modesto.
Adicionalmente, los costos de las renovables continúan cayendo significativamente año tras año y se espera que las grandes ganancias se conviertan en la nueva normalidad en 2021 y 2022, con aumentos similares al total récord de 2020.
Tan es así que ya en el primer semestre del corriente el monto de las inversiones en las energías renovables aumentó, aunque muy lejos de ser suficiente para frenar las crecientes emisiones de carbono, con un monto superior a los 174 mil millones de dólares en tecnología solar, eólica marina y empresas ecológicas.
No obstante, la cifra invertida es 1,8 por ciento más que hace un año y es vista como muestra de la resistencia de la industria que lidera la lucha contra el cambio climático, a pesar del aumento de los costos debido al alza de los precios de las materias primas.
La inversión en energía renovable ha resistido los efectos de la pandemia, en contraste con otros sectores de la economía energética donde se ha visto una volatilidad sin precedente, de ahí una necesaria aceleración de la financiación en fuentes limpias.
Brindar acceso a soluciones en materia de electricidad y formas de cocinar a quienes hoy carecen de acceso cuesta en la actualidad 40 mil millones de dólares al año, lo que equivale a alrededor del uno por ciento de la inversión promedio anual en el sector energético en pos de alcanzar el objetivo de cero emisiones netas para 2050.
Este futuro donde el acceso a una energía más limpia sea posible y más justo se puede lograr si los gobiernos trabajan juntos para intensificar sus acciones, porque la energía renovable ha demostrado ser confiable, eficaz en función de los costos y resiliente durante la pandemia, lo que revela su valor sustancial a la vanguardia de la transición energética, considera el director ejecutivo de la AIE, Fatih Birol.
RENOVABLES EN AMÉRICA LATINA
América Latina y el Caribe conforman la región más verde del planeta, donde un 25 por ciento de la energía es renovable, en gran parte condicionada por una generación hidroeléctrica muy elevada y un importante rol de la biomasa, muy por encima de la media global.
Este último elemento está marcado por el empleo de los biocombustibles como fuente sostenible para el sector industrial, según describe la Organización Latinoamericana de Energía (Olade).
Alfonso Blanco, subsecretario ejecutivo, consideró en recientes declaraciones que, si bien las renovables se incorporan a buen ritmo a la matriz energética de la región, la demanda sigue siendo superior.
“Existen países rezagados, precisó, y el desafío es derribar esta brecha de desarrollo. Hay tres países que tienen prácticamente un 100 por ciento de renovación en su matriz de generación: Paraguay, Costa Rica y Uruguay, hay otros con una alta participación, como Chile, Brasil y Argentina”, acuñó.
Entre otros ejemplos, destacó la nueva planta solar en Chile que muestra los esfuerzos por llegar a un 70 por ciento de participación de energía renovable para el año 2030.
La espectacular y más grande instalación de su tipo en Latinoamérica proporcionará electricidad las 24 horas del día con la misma eficiencia de una generadora con carbón o gas.
Se trata de un proyecto que, en combinación con una planta fotovoltaica, evitará la emisión de cerca de 640 mil toneladas de CO2 al año y generará energía suficiente para abastecer a 380 mil hogares aproximadamente.
La Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal) asegura que el sector energético renovable es un poderoso motor de crecimiento y generador de empleo e innovación, el cual debe dar acceso a electricidad a 20 millones de personas que aún no lo tienen.
Ello es posible por las ventajas comparativas de la región para la transición hacia matrices más sostenibles, en particular la gran cantidad de recursos naturales para la producción de biomasa, energía eólica y solar.
Con una inversión anual del 1,33 por ciento del Producto Interno Bruto regional entre 2021 y 2032, equivalente a 80 mil millones de dólares, y utilizando tecnología solar y eólica se pueden cerrar las brechas de cobertura y llegar a una matriz eléctrica con más del 86 por ciento a partir de fuentes renovables.
“Tales acciones podrían generar siete millones de empleos y reducir las emisiones de gases de efecto invernadero en un 30 por ciento, significó Alicia Bárcena, secretaria ejecutiva de la Cepal.
“Definitivamente, necesitamos servicios de energía modernos que puedan apuntalar la salud, la educación, el sustento de las personas e incrementar la resiliencia de la sociedad”, sentenció.
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*Este trabajo contó con la colaboración de PLTV, el departamento de Fotografía, el editor Roberto Molina, Alberto Corona, jefe de Redacción de Economía, y la webmaster Wendy Ugarte.